Victoria Camps afirma la incompatibilidad absoluta entre la ¨¦tica y la pol¨ªtica
La profesora de filosof¨ªa de Bellaterra propone una moral imaginativa
Durante siglos la ¨¦tica ha propuesto un ideal de sabio o de santo. Hoy deber¨ªa permitir aprender a vivir, piensa Victoria Camps, profesora de ¨¦tica en la universidad Aut¨®noma de Barcelona y autora de La imaginaci¨®n ¨¦tica, libro que analiza la radical separaci¨®n entre teor¨ªa y pr¨¢ctica moral. Para ella, "¨¦tica y pol¨ªtica son incompatibles, porque la ¨¦tica trata del presente y la pol¨ªtica del futuro. No es posible situarse m¨¢s all¨¢ del bien y del mal. Toda decisi¨®n es interesada."
Termina su libro con una cita de Voltaire: "La felicidad no es m¨¢s que un sue?o y el mal es real". Es una idea que flota a lo largo del texto. Hay que asumir la existencia del mal. "Hasta ahora las teor¨ªas ¨¦ticas han intentado definir el bien. En realidad la funci¨®n de la ¨¦tica es definir qu¨¦ se entiende por felicidad, pero no se ha tenido en cuenta el mal, que quedaba como algo negativo, aquello que no era el bien. Convendr¨ªa ir hacia una ¨¦tica que asumiera la existencia del mal, que no es otra cosa que nuestra propia limitaci¨®n".Esta concepci¨®n del individuo como un ser limitado se une a la evidencia de que, a la vez, tiende a lo absoluto. "El hombre, pese a sus l¨ªmites, tiene una voluntad de universalizarlo todo, incluidas las normas del comportamiento. Es imposible, pero en esa tensi¨®n imposible radica precisamente la validez de la ¨¦tica". La ¨¦tica es, pues, la aceptaci¨®n de un mundo sin Dios ni dioses, donde, sin embargo, "no todo est¨¢ permitido"."En realidad, dice Victoria Camps, me parece evidente que lo ¨²nico que tenemos de la ¨¦tica es un vocabulario. Palabras. Cuando dejamos de poseer un c¨®digo, los diez mandamientos por ejemplo, nos vemos obligados a elegir, a decidir y quisi¨¦ramos hacerlo de forma que sirviera para todos, al aire del imperativo categ¨®rico kantiano. No podemos hacerlo, pero tampoco podemos dejar de actuar. Nos vemos entonces enfrentados a decidir singularmente. La decisi¨®n es individual y no quisi¨¦ramos que as¨ª fuera. La amenaza es el escepticismo y la des-moralizaci¨®n, algo contra lo que luchar".
"Luchar por la moralizaci¨®n de la sociedad" es una expresi¨®n que Victoria Camps utiliza en un sentido muy otro al de los pol¨ªticos. "Entiendo que hay que ser ¨¦ticos, porque un mundo en paz y armon¨ªa es m¨¢s bello que lo contrario. Los pol¨ªticos no pueden ser ¨¦ticos. La ¨¦tica mira al presente, no act¨²a con aras a un fin posterior, estrat¨¦gicamente, como la pol¨ªtica. La pol¨ªtica y la ¨¦tica son, en ese sentido, incompatibles. Cuando el pol¨ªtico pretende monopolizar la ¨¦tica, se queda en la palabra, sus actos van por otra parte, ya los haga ¨¦l mismo o tenga quien act¨²e por ¨¦l. Es el caso de los socialistas, se da una imagen de un presidente del Gobierno imparcial y desinteresado que casa mal con un Gobierno que no puede actuar as¨ª". A?¨¢dase que las decisiones ¨¦ticas no pueden ser desinteresadas ni imparciales. "Es imposible actuar desinteresadamente y creo que habr¨ªa que reivindicar el car¨¢cter ego¨ªsta de las decisiones ¨¦ticas. El altruismo no es ¨¦tico".
El ¨¦xito de la imagen de un Felipe Gonz¨¢lez "m¨¢s all¨¢ del bien y del mal" lo explica Victoria Camps por la necesidad enraizada en mucha gente de tener un c¨®digo de conducta por el que regularse, "pero la ¨¦tica deber¨ªa, precisamente, evitar que se produjeran esas situaciones. Deber¨ªa ense?ar a la gente a decidir por s¨ª misma, porque las ¨²nicas decisiones ¨¦ticas posibles son las decisiones libres, no coaccionadas por esquemas ajenos al propio individuo".
El libro tiene tres niveles: un di¨¢logo con los cl¨¢sicos, primero; en segundo lugar, un repaso a las principales actitudes de la ¨¦tica hoy; finalmente, una propuesta ¨¦tica que pase por la aceptaci¨®n del relativismo, de la provisionalidad y de la conveniencia de una autosuficiencia que se parece extraordinariamente a la resignaci¨®n, sin llegar a ser lo mismo. "Para alcanzar la felicidad es inevitable una cierta dosis de resignaci¨®n, por lo mismo que somos limitados". Victoria Camps es consciente de que su propuesta es una especie de suicidio profesional. Su visi¨®n pone en cuesti¨®n la actividad estrictamente acad¨¦mica. Por eso termina pregunt¨¢ndose. "Y ahora ?qu¨¦ hago? ?C¨®mo sigo ense?ando ¨¦tica?".
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