A la indignaci¨®n/estupor

que me produjo el art¨ªculo de Umbral el d¨ªa 21 se suma, honroso, el titulado Manifestaci¨®n del d¨ªa 22, de Rafael S¨¢nchez Ferlosio. Este es el doble motivo de esta carta. Umbral, t¨² eres inteligente. ?C¨®mo tal c¨²mulo de sandeces? O nos has estado enga?ando durante mucho tiempo o se te cruzaron los optalidones en ese intervencionista art¨ªculo. No s¨®lo justificas los ej¨¦rcitos, -sino que adem¨¢s los encuentras ocupaci¨®n. ?Enhorabuena! S¨®lo te falta exigir -si a¨²n queda alg¨²n verdugo profesional- la reimplantaci¨®n de la pena de muerte -esto es s¨®lo un ejemplo desintencionado- Pero ah¨ª no queda la cosa. Don Rafael te aclama. Algo as¨ª como cuando bail¨® el oso y s¨®lo el burro aplaudi¨®. Afortunadamente, el editorial del domingo hace menci¨®n. Se?or Ferlosio: no me agravia -como usted cuenta- la imagen del perro paseador. Me agravian las interpretaciones pueriles y tanto m¨¢s el querer explicar los ejemplos de los dem¨¢s desvirtu¨¢ndolos. Y lo que ya es inadmisible, infortunado, ex¨¦geta, es que me llame -junto a los miles de manifestantes antietarras- "indignos manifestantes suplicantes, arrastrados zurrados de canguelo y que no levantan polvo, sino una hedionda tufarada". La hediondez en este caso la desprenden ciertos art¨ªculos de ciertos escritores que se creen vanguardia, lucidez y modernidad, cuando en verdad son reductos reaccionarios, est¨²pidos y faltos de visi¨®n. Los poseedores de las plumas tienen una clara responsabilidad./