Umbral y el Ej¨¦rcito
Uno, en su elementalidad de obrero penitente, siempre hab¨ªa admirado a los profesionales de la cultura. Cre¨ªa en su misi¨®n de clamar por la raz¨®n contra la irracionalidad; en su permanente independencia y exigencia frente al poder; en el esfuerzo por sobrepasar la modorra ideol¨®gica que nos invade; en fin, por su compromiso presente con otro porvenir que este asqueroso ahora.Y me encontraba desesperanzado. Me parec¨ªa que las voces deseadas callaban. Que la rebeld¨ªa se hab¨ªa tornado sumisi¨®n y, en casos, hasta coba vergonzante. Que el rigor cient¨ªfico desaparecido hab¨ªa dejado sitio a la insensatez. Y el compromiso con el futuro cambiado por el plato de lentejas realista de un rinc¨®n en la cadena del orden, alejado de las turbulencias callejeras.
Pero una luz de ilusi¨®n viene a cambiar mi impaciencia. Umbral, como nuevo palad¨ªn, levanta la espada del honor. Y cual sant¨®n infalible presenta la soluci¨®n definitiva a la lacra m¨¢s lacerosa de la convivencia mundial que es el terrorismo norte?o: el Ej¨¦rcito tiene que intervenir en Euskadi.
Valiente, Paco. Torero. Dos orejas y el rabo de cualquier vasco como trofeo.
Umbral, seguro y firme en sus principios, no cae en el juego de la canalla que vocifera por la disminuci¨®n de los presupuestos militares, y aun de los militares mismos. Umbral, consecuente, pide batuta y m¨¢s trote para el Ej¨¦rcito.
Se acabaron los problemas. Que hay malos ense?antes en las escuelas y universidades, pues echamos mano de los afamados profesores de teor¨ªa cuarteler¨ªa. A la guerra de Sagunto, del campo andaluz, de la reconversi¨®n industrial, del hambre y el paro: bayonetas. Que aqu¨ª se aburre hasta Dios, pues sacamos las bandas de cornetas y tambores con sable al frente. Y al panorama pol¨ªtico tan insulso y tedioso le damos color y justicia cambiando a sus se?or¨ªas por los guardias civiles que demostraron con tanto af¨¢n su inter¨¦s por la cosa..
Y no tema, se?or Umbral -corno dice en su Spleen-,que la venganza asesina se cebe con usted por ser tan claro y decidido. Era su obligaci¨®n de intelectual, su compromiso inalienable y demostrado como los valores patrios. Ya, siempre, ser¨¢ nuestro h¨¦roe preferido y no cejaremos en el empe?o para que le den, a t¨ªtulo p¨®stumo si fuese, la titularidad m¨¢s alta de la orden de Mill¨¢n Astray./
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.