El polic¨ªa de bancos y banqueros
Durante los d¨ªas que precedieron a la expropiaci¨®n de Rumasa se produjo un torneo fatal, un pulso, con fuerte carga sicol¨®gica personal, entre el ciudadano Ruiz-Mateos, agobiado por, su presunta quiebra que le imped¨ªa negociar la entrega de datos y le impulsaba a vencer o a morir, y la poderosa, arrogante e inconmovible raz¨®n de Estado. Desde que Boyer tuvo el primer informe del Banco de Espa?a, "quemando en sus mano?, no pensaba en otra cosa, seg¨²n sus colaboradores.La atm¨®sfera de p¨¢nico oficial ante un posible desmoronamiento financiero era palpable: suspensi¨®n de pagos de Aluminio Espa?ol, y de Explosivos Rio Tinto, ca¨ªda inconclusa de Banca Catalana, crisis de Banco Urquijo, etc. En la lista de crisis bancaria del Banco de Espa?a quedaba pendiente la carpeta de Rumasa. El banco emisor se basaba en suposiciones y. temores, pero cuando analiza las ¨²ltimas auditor¨ªas parciales recibidas en pleno per¨ªodo electoral y las proyecta al conjunto del grupo presume hallarse ante una quiebra segura.
Altos directivos del Banco de Espa?a confirman haber detectado, en octubre de 1982, los primeros s¨ªntomas de un c¨¢ncer que siempre result¨® ser mortal en todos los bancos en crisis: "los bancos de Rumasa se apuntaban como ingresos el cobro de intereses por cr¨¦ditos que nunca iban a cobrar porque hab¨ªan sido concedidos a empresas en quiebra. Apuntando tales cobros, efectuados gracias a nuevos cr¨¦ditos incobrables de otros bancos hermanos y/o a trav¨¦s de empresas fantasmas, los bancos daban beneficios ficticios. Pr¨¢cticamente ninguna empresa del grupo beneficiaria de cr¨¦ditos de bancos de Rumasa pagaba intereses. Apuntaban, por tanto, como cr¨¦dito lo que era una p¨¦rdida. En esta situaci¨®n, cuando se consolidan las cuentas del grupo, se derrumba todo."
Boyer cat¨® el mel¨®n, sin querer comerselo entero
Con el temor a un derrumbamiento en cadena, Miguel Boyer -de car¨¢cter t¨ªmido, cartesiano, dubitativo e indeciso en la vida cotidiana pero capaz de heroicidades y sobresaltos repentinos- trat¨® de catar el mel¨®n, quiz¨¢s sin la pretensi¨®n (luego inevitable) de com¨¦rselo entero. El viernes, 18 de febrero, el superministro Boyer, iluminado y complacido tras un paseo triunfal de cinco horas por la Comisi¨®n de Econom¨ªa, amenaz¨® p¨²blicamente, durante un distendido almuerzo con la prensa con enviar sus inspectores a Rumasa si el 10 de marzo no cumpl¨ªan el plazo para terminar la auditor¨ªas exigidas por el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos (FGD).
La consiguiente sangr¨ªa de dep¨®sitos de los bancos de Rumasa fue inevitable y envalenton¨® a Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos, quien andaba entonces a la caza de un culpable Ruiz-Mateos se apoy¨® en la p¨²blica advertencia de Boyer, consider¨¢ndola como imprudencia lesiva para la presunta salud del holding.
Se lanz¨® al contraataque confiando en que el superministro diera marcha atr¨¢s o pagara su tanto de culpa permiti¨¦ndole alargar su agon¨ªa. Boyer trat¨® por todos los medios de negociar una salida m¨¢s barata a la ya inminente y acelerada crisis de Rumasa. Ped¨ªa datos reales a cambio de toda la ayuda necesaria para evitar una cat¨¢strofe. Pero el fundador de Rumasa no se enga?aba a s¨ª mismo. El pose¨ªa toda la informaci¨®n -quiz¨¢s era el ¨²nico del grupo que ten¨ªa acceso a toda la informaci¨®n, en la c¨²spide de una pir¨¢mide gerencial construida sobre compartimentos estancos e incomunicados- y sab¨ªa, por tanto, que la informaci¨®n sobre el grupo equival¨ªa a la muerte.
El martes 22 de febrero por la tarde, antes de iniciar la rueda de prensa en la que desafiaba al joven y musculoso Gobierno socialista, tras negarse a aceptar la propuesta de Boyer sobre la entrega de auditor¨ªas directamente al Banco de Espa?a, Ruiz-Mateos conoc¨ªa la situaci¨®n del grupo. Mientras anunciaba a los cuatro vientos que era v¨ªctima de "la mayor agresi¨®n cometida en la historia de la econom¨ªa espa?ola", ten¨ªa en su poder los listados, a¨²n calientes, de su ordenador central, seg¨²n. los cuales una s¨®la empresa, la holding Rumasa SA, arrojaba ese d¨ªa p¨¦rdidas por valor de unos 45.000 millones de pesetas. Los gastos de Rumasa SA eran de 47.000 millones -principalmente intereses impagados a los bancos que financiaban a la cabeza matriz para que comprara m¨¢s empresas con las qu¨¦ alimentar la carrera desenfrenada y piramidal de obtenci¨®n de liquidez- y unos ingresos de 2.000 millones.
La reacci¨®n del Gobierno fue inmediata. Con raz¨®n o sin ella, todos los ministros apoyaron sin dudar al ministro desafiado. Y, seg¨²n declar¨® un alto funcionario de la Administracci¨®n, "para grandeza y para miseria del Gobierno, ¨¦ste adopt¨® la medida expropiatoria aut¨®nomamente, como un acto de buena voluntad con el pa¨ªs, queriendo evitar as¨ª una cat¨¢strofe".
Al d¨ªa siguiente de la expropiaci¨®n, Boyer pidi¨® al Banco de Espa?a una ampliaci¨®n del informe anterior sobre Rumasa. El banco emisor elabor¨® y arrop¨® t¨¦cnicamente como pudo el cambio de estrategia, tras la heroica e inesperada decisi¨®n gubernamental.
Dos informes para una expropiaci¨®n
El primer informe del Banco de Espa?a al Gobierno, del 10 de febrero de 1983, se?ala, bajo el ep¨ªgrafe 2.4 "Expropiaci¨®n", lo siguiente:
"Es obvio que esta medida elimina los inconvenientes de cualquier situaci¨®n transitoria y excepcional ya que, con ser excepcional¨ªsima, es definitiva. De todas maneras, no puede preveerse lo que puede ocurrir con los dep¨®sitos pese a que con esta medida pasar¨ªan a depender del sector p¨²blico. Permitir¨ªa introducir a las entidades afectadas en una v¨ªa de normalidad, pese a la excepcionalidad del arranque, situando a los propietarios expropiados en una posici¨®n que permitir¨ªa la defensa de sus derechos e intereses. El inconveniente m¨¢s grave de esta medida radica en la necesidad de que el Estado asuma inmediatamente la gesti¨®n de las entidades afectadas, por lo que requiere que previamente se pulse la posibilidad de inmediato control del sector o sectores que fuesen afectados por la medida. En definitiva, esta medida se apunta como meramente posible, pero dada su excepcionalidad requerir¨ªa un desarrollo minucioso y reposado tanto desde el punto de vista normativo, como en el aspecto operativo."
El segundo informe del banco de Espa?a, emitido, a petici¨®n de Boyer, al d¨ªa siguiente de la expropiaci¨®n, dice bajo el ep¨ªgrafe 2.4 "Expropiaci¨®n del grupo" lo siguiente:
"1. La expropiaci¨®n del grupo en su totalidad presenta ventajas pr¨¢cticas evidentes sobre otras medidas, aunque tambi¨¦n inconvenientes. Por una parte, aleja de golpe y definitivamente el problema de la p¨¦rdida de confianza en los bancos ya que ¨¦stos pasan a pertenecer al sector p¨²blico, lo que implica una garant¨ªa total de seguridad para su pasivo. Esto no evitar¨¢ una reducci¨®n de dep¨®sitos, ya que los bancos tendr¨¢n que interrumpir pr¨¢cticas irregulares o at¨ªpicas y se perder¨¢ el dinero que busca ocultaci¨®n fiscal."
"2. Trata al grupo como una unidad"
"3. Medida definitiva y permanente, deslind¨¢ndose el problema del justiprecio del valor en el momento de la expropiaci¨®n de la futura evoluci¨®n de ese valor."
"4. Permite la gesti¨®n inmediata del grupo y asegurar, con su car¨¢cter definitivo, la transferencia de lealtad de los cuadros medios".
"5. Problema: Asumci¨®n por parte del Estado de la gesti¨®n de sectores econ¨®micos lejos de su habitual actividad e inter¨¦s, y que, en el curso normal de las cosas, dif¨ªcilmente ser¨ªan objeto de nacionalizaci¨®n por entender que la iniciativa privada es m¨¢s eficaz en la gesti¨®n de esos negocios. Es necesario por estar inextrincablemente ligados por propiedad y financiaci¨®n. En cualquier caso, todo indica que la actual gesti¨®n privada, como sucede con tantas empresas asumidas por el Estado, no ha sido buena. No se trata de comparar la supuesta ineficiencia del Estado con la eficiencia del buen empresario privado sino con la probada ineficacia de un empresario determinado, cuayas actuaciones espectaculares s¨®lo han tenido como prop¨®sito ocultar aparentemente, agrav¨¢ndolo en el fondo, el deterioro de su situaci¨®n."
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