La lengua espa?ola en Colombia
Por primera vez un pa¨ªs latinoamericano tiene un atlas en el que se puede estudiar la difusi¨®n de las palabras: el Atlas ling¨¹¨ªstico-etnogr¨¢fico de Colombia, que se est¨¢ publicando desde 1981 en Bogot¨¢.Cada mapa corresponde a una palabra o giro. En Colombia se han escogido 262 localidades. Nunca se hab¨ªa hecho un atlas de ¨¦stos en la Am¨¦rica tropical. Y la inmensa mayor¨ªa de los puntos estudiados corresponde a las zonas de colonizaci¨®n antigua. Los extensos territorios del Sur oeste, que bajan hacia el Orinoco y el Amazonas, est¨¢n representa dos por s¨®lo una docena. Los en cuestadores han recorrido todo el mapa, desde el mar Caribe hasta las, fronteras de Ecuador. Algunos pueden jactarse de haber recorrido 40 o 50 puntos, algunos, m¨¢s, hasta pasar del centenar. Jos¨¦ Joaqu¨ªn Montes, para dos palabras, ha recorrido m¨¢s de 200. Conseguidas las respuestas, contrastadas las dudas, por fin se van publicando los vol¨²menes. Hemos visto dos, y se espera la pronta publicaci¨®n del sexto y ¨²ltimo, justo orgullo de la ciencia y de las prensas colombianas.
Nunca se hab¨ªa realizado tal empresa en Am¨¦rica. S¨®lo en Estados Unidos Hans Kurath dirigi¨® el de Nueva Inglaterra, una peque?a parte de aquel inmenso pa¨ªs, regi¨®n de colonizaci¨®n antigua y por eso no tan uniforme en su ingl¨¦s como todo el Medio Oeste y el Oeste.
Desde 1959, cuando se comenzaron a reunir los materiales, han ido los encuestadores interrogando a las gentes sobre los cuestionarios preparados. Han grabado cintas magnetof¨®nicas, han hecho millares de fotograf¨ªas y han reunido materiales que testimonian, la vida y el trabajo popular, en estos tiempos de cambio y sustituci¨®n de t¨¦cnicas tradicionales, todo lo cual permite iniciar un museo en la tan evocadora sede del instituto, en Yerbabuena, cerca de Bogot¨¢.
El Instituto Caro y Cuervo, a los 40 a?os de su fundaci¨®n, puede estar orgulloso de la obra. "El, Atlas", escribe Luis Fl¨®rez, director de los trabajos de encuesta y, publicaci¨®n, "es obra extraordinaria en el medio colombiano". Y, a?adir¨ªamos, en todo el ¨¢mbito de nuestro idioma. Y extraordinar¨ªa es la dedicaci¨®n y continuidad, -raras en nuestros climas- del instituto que lo ha realizado.
En la Am¨¦rica de nuestra lengua es un ejemplo estupendo, y, dada la extensi¨®n y variedad de: Colombia, la informaci¨®n que el Atlas nos da es orientadora para, los pa¨ªses vecinos, y tambi¨¦n para ¨¦l espa?ol de los pa¨ªses del Caribe, y, en general, para toda la Am¨¦rica de nuestra lengua, y, para Espa?a misma.
En el Atlas tenemos ejemplos, de lo que es la vida real del idioma en las entra?as del pueblo. Vamos a verlo en un par de ellos.
La palabra arroyo, que nos parece tan viva en Espa?a, donde tiene prosapia no latina, sino ind¨ªgena, atestiguada, como nos dice Corominas, en el naturalista Plinio en un femenino arrugia, que significa "galer¨ªa larga excavada en las minas de oro", y que se halla igual en portugu¨¦s y parecida en vasco y en dialectos del suroeste de Francia, parece que tiene en aquella p¨¢rte de Am¨¦rica la vida amenazada.
Arroyo se mantiene en Colombia en la costa. del Norte; m¨¢s al Sur los ejemplos quedan aislados, y en la mayor¨ªa de los puntos estudiados se dice no arroyo, sino quebrada. ?sta es tambi¨¦n palabra espa?ola, pero en el uso general no se aplica. a una corriente de agua. Y, sin embargo, en el art¨ªculo que public¨® en EL PA?S Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez el pasado 7 de septiembre, el famoso novelista fabula sobre una colombiana, Frau Roberta, que se fue en su juventud a Viena a estudiar canto y se qued¨® all¨¢, viviendo de sus sue?os, que la siguieron acompafiando toda su vida. En su infancia,por las tierras de Antioqu¨ªa, tuvo uno en el que -nos cuenta el novelista- "so?¨® que uno de sus hermanos era arrastrado por un torrente, y la madre, que todo lo cre¨ªa, le prohibi¨® al hijo lo que m¨¢s le gustaba, que era ba?arse en la quebrada".
Lo gracioso es que en el mapa de arroyo, tanto en el punto m¨¢s pr¨®ximo al pueblo de Frau Roberta como en el que corresponde a Aracataca, el pueblo de Garc¨ªa M¨¢rquez, se encuentra registrada como viva esta palabra. Pero es que en los pa¨ªses americanos la realidad social y pol¨ªtica confiere prestigio a las capitales y zonas m¨¢s ricas y desarrolladas. Los arca¨ªsmos de la colonizaci¨®n tradicional pueden desaparecer ante las innovaciones de los focos de desarrollo m¨¢s reciente. Nos divertimos pensando que en la mente de Frau Roberta, y tambi¨¦n en la del escritor, era arroyo la palabra viva, pero en la pluma ha pesado el m¨¢s prestigioso, por general en el uso y dominante en las mayores ciudades.
No podemos dar otros ejemplos. Me limitar¨¦ a dos palabras ind¨ªgenas que han entrado en el espa?ol. Para tortuga se usa la voz caribe morroca y en el noreste y este del pa¨ªs. Hubo lenguas de esta gran familia, precisamente en aquella parte de Colombia, en Santander y en el valle del Magdalena, y a¨²n las hay vivas en la Guajira e inmediaciones. Pero en los departamentos coste?os del Noroeste se encuentra, en vez de tortuga, una voz arahuaca: jicotea, que ha entrado igualmente en el espa?ol de las Antillas. Parece que no hubo, en esos departamentos, arahuacos en la ¨¦poca ind¨ªgena, por lo que, evidentemente, la voz fue llevada por los espa?oles, que desde las Antillas, precisamente, intentaron, en los primeros decenios del siglo XVI, la dif¨ªcil colonizaci¨®n del Da?¨¦n.
es acad¨¦mico de la Lengua Espa?ola.
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