Vivir al contado para defender la soberan¨ªa / y 3
La actual insolvencia internacional de Am¨¦rica Latina confronta a la mayor parte de nuestros pa¨ªses con este dilema central: ?c¨®mo conducirse para afirmar la soberan¨ªa, es decir, el derecho de nuestros pueblos de decidir su propio destino? La respuesta es vivir al contado, afirma el autor. Esto es, mientras dure la emergencia, descansar en los recursos propios para resolver la crisis, reiniciar el crecimiento y recuperar la viabilidad internacional.
En realidad, el dilema estaba planteado mucho antes de que la moratoria de M¨¦xico desatara, en agosto de 1982, la crisis financiera internacional. Con o sin deuda externa, los modelos de desarrollo prevalecientes en Am¨¦rica Latina han tocado fondo. Aun antes de la crisis financiera hab¨ªan perdido viabilidad las pol¨ªticas sustentadas en el endeudamiento externo. Tampoco es posible continuar modelos de acumulaci¨®n y crecimiento sustentados en la concentraci¨®n del ingreso y en la pobreza extrema de segmentos importantes de las poblaciones latinoamericanas. El cambio de las tendencias de la econom¨ªa internacional, desde comienzos de la d¨¦cada de 1970, revela, adem¨¢s, la inviabilidad de las estrategias de crecimiento asentadas en la integraci¨®n de las econom¨ªas latinoamericanas en el mercado mundial. En las condiciones prevalecientes en la mayor parte de Am¨¦rica Latina, la integraci¨®n nacional, el mercado interno y la promoci¨®n de nuevas v¨ªas de comercio e inserci¨®n internacional son las ¨²nicas respuestas posibles al subdesarrollo y la dependencia.La deuda externa dramatiza los problemas econ¨®micos de nuestros pa¨ªses, pero no es su causa principal. Sin embargo, la insolvencia internacional compromete la posibilidad de ejecutar pol¨ªticas independientes que respondan a los objetivos nacionales de cada pa¨ªs. La vulnerabilidad financiera ha reducido de tal manera la libertad de maniobra de los Gobiernos que hablar de pol¨ªtica econ¨®mica constituye una licencia de lenguaje. No ser¨¢ posible replantear la estrategia de desarrollo y cambio social sin recuperar la libertad de maniobra indispensable en la conducci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales.
El ajuste de los pagos internacionales y el saneamiento financiero son, por tanto, indispensables. ?Pero qu¨¦ ajuste y qu¨¦ saneamiento? Este interrogante tiene dos respuestas posibles. Una consiste en aplicar la estrategia ortodoxa, cuyas consecuencias tenemos a la vista. Otra radica en el replanteo de la estrategia de desarrollo a partir de, primero, reformas financieras profundas que eliminen los actuales desequilibrios fiscales y monetarios y, segundo, programas de uso de las divisas disponibles, conforme a prioridades vinculadas a la recuperaci¨®n de la econom¨ªa y al cumplimiento posible de la deuda externa.
En situaciones l¨ªmites, para afirmar el derecho a la soberan¨ªa es necesario financiarse con los recursos propios. El potencial de Am¨¦rica Latina y su capacidad de pagos externos alcanzan para reiniciar el crecimiento, atender los problemas sociales m¨¢s urgentes y recuperar la viabilidad internacional. La observaci¨®n es v¨¢lida para la mayor parte de la regi¨®n.
La experiencia actual de los principales pa¨ªses latinoamericanos es comparable a la de las econom¨ªas europeas en la posguerra. Grandes deudas, gigantescos d¨¦ficit fiscales, fuertes presiones inflacionarias y severo desequilibrio de los pagos internacionales. En tales condiciones se imponen profundas reformas financieras que restablezcan el equilibrio del sector p¨²blico, contengan la expansi¨®n monetaria y ajusten los pagos externos. Las causas del desequilibrio difieren de pa¨ªs a pa¨ªs. Pero pueden identificarse rasgos comunes en las diversas realidades nacionales.
Crece la burocracia
En todas partes se observa un crecimiento exagerado de las estructuras burocr¨¢ticas y un sobredimensionamiento del Estado. Han surgido, as¨ª, nuevas fuentes de poder y privilegio que poco tienen que ver con el desarrollo, el cambio social y la afirmaci¨®n de la soberan¨ªa de nuestros pa¨ªses. Es indispensable acabar con el feudalismo de algunas empresas p¨²blicas y n¨²cleos burocr¨¢ticos que distorsionan el uso de los recursos. En varios pa¨ªses, como en el caso argentino, las fuerzas armadas emplean recursos m¨¢s all¨¢ de las necesidades reales de la seguridad interna y la defensa nacional. Los gastos militares y las importaciones de armas se han convertido en un importante factor de desperdicio de recursos y de desequilibrio fiscal y pagos externos. Debe rescatarse al Estado como instrumento esencial del desarrollo y de consolidaci¨®n de la soberan¨ªa de cada pa¨ªs. Para ello es indispensable desmantelar las estructuras del privilegio burocr¨¢tico.
En la mayor parte de Am¨¦rica Latina son necesarias, en segundo lugar profundas reformas fiscales que permitan autofinanciar al sector p¨²blico, transformar la carga tributaria conforme a criterios de equidad social y eficiencia, y orientar el gasto p¨²blico hacia las prestaciones sociales b¨¢sicas. Los desequilibrios actuales se reflejan en una creaci¨®n exagerada de medios de pago y fuertes presiones inflacionarias. Los privilegios internos ligados a las estructuras del subdesarrollo son m¨¢s dif¨ªciles de remover que las ataduras externas. Es m¨¢s f¨¢cil, a menudo, nacionalizar una empresa extranjera que realizar una reforma impositiva.
El tercer factor del d¨¦ficit fiscal se vincula a los servicios de la deuda p¨²blica externa. En Argentina, en el quinquenio 1970-1974, esos servicios representaban el 12% de las ventas totales de las empresas del Estado (energ¨ªa, petr¨®leo, comunicaciones, etc¨¦tera); la proporci¨®n es hoy superior al 50%. No es posible restablecer el equilibrio fiscal sin refinanciar la mayor parte de los intereses devengados y la totalidad de las amortizaciones de la deuda externa. En buena medida, el equilibrio del presupuesto y la liberaci¨®n de capacidad de compra en el exterior dependen de la limitaci¨®n de los servicios de la deuda externa a la capacidad real de pagos de nuestros pa¨ªses. En el promedio de la regi¨®n, probablemente, no puede pagarse m¨¢s de un 10% del valor de las exportaciones en concepto de intereses de la deuda externa.
En esta emergencia, las divisas han vuelto a ser el recurso cr¨ªtico y m¨¢s escaso. Dentro de un estricto criterio de prioridades en los gastos externos, las exportaciones de la mayor parte de nuestros pa¨ªses permiten pagar las importaciones necesarias para ocupar la capacidad productiva instalada y la formaci¨®n de capital. El desequilibrio es actualmente financiero, no comercial. De all¨ª la necesidad de vivir al contado, vale decir, pagar las importaciones con los ingresos corrientes de exportaci¨®n. A partir de esta decisi¨®n de operar con los propios recursos y pagar las importaciones al contado debe fundarse una nueva posici¨®n negociadora con los acreedores externos.
Una estrategia nacional
A diferencia del ajuste ortodoxo, una estrategia nacional no implica la contracci¨®n generalizada de la producci¨®n, el empleo y el nivel de vida. El ajuste necesario enfrenta los desequilibrios fiscales, monetarios y de balance de pagos eliminando privilegios, redistribuyendo el ingreso, replanteando el cumplimiento de la deuda externa y disolviendo estructuras burocr¨¢ticas improductivas. Al restablecerse el equilibrio fiscal y monetario y liberarse el poder de compra externo es posible expandir la demanda de consumo e inversi¨®n, aumentar las importaciones y recuperar el empleo y el nivel de vida. El coste del ajuste no podr¨ªa recaer en los sectores populares, severamente afectados ya por la recesi¨®n y los problemas hist¨®ricos del subdesarrollo. Por otra parte, la democratizaci¨®n en marcha y las crecientes presiones de participaci¨®n popular quitan viabilidad pol¨ªtica a estrategias ortodoxas asentadas en la desindustrializaci¨®n y el empobrecimiento.
No queda en Am¨¦rica Latina m¨¢s alternativa que defender sin concesiones la soberan¨ªa nacional y el derecho de nuestros pueblos a la libertad y al bienestar. La deuda externa debe negociarse a partir de estas perspectivas. Esto s¨®lo es posible si se pone la casa en orden, vale decir, restableciendo el equilibrio fiscal y monetario y programando estrictamente el uso de las divisas disponibles. En tales condiciones ser¨¢ posible encontrar f¨®rmulas de compromiso que permitan refinanciar las deudas y solucionar la grave vulnerabilidad actual de la banca internacional. Todo el mundo sabe que las deudas s¨®lo podr¨¢n pagarse con nuevas corrientes de cr¨¦dito. Como ha ocurrido, hist¨®ricamente, siempre. Lo que estamos discutiendo es bajo qu¨¦ condiciones se reiniciar¨¢n las corrientes de cr¨¦dito que permitir¨¢n recuperar la solvencia internacional de los deudores y salvar de la quiebra a buena parte de la banca acreedora. Esas condiciones excluyen la subordinaci¨®n de la soberan¨ªa nacional.
En definitiva, la deuda externa de Argentina, Brasil y M¨¦xico no se negociar¨¢ en Nueva York o Londres, sino en Buenos Aires, Brasil y la capital mexicana. Porque si nuestros pa¨ªses son capaces, a partir de su propia decisi¨®n interna, de restablecer el equilibrio fiscal y monetario y vivir con sus propios medios, el problema de la deuda ser¨¢ satisfactoriamente resuelto. De otro modo, los desequilibrios financieros y las tensiones sociales crecer¨¢n hasta l¨ªmites intolerables. En verdad, la ruta m¨¢s corta a la cesaci¨®n formal de pagos internacionales y al repudio de la deuda externa es la insistencia en las estrategias ortodoxas de ajuste.
ex ministro de Econom¨ªa de Argentina.
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