El rumor en las sociedades herm¨¦ticas
Una prestigiosa agencia intemacional dio la noticia y al mundo se le cort¨® el aliento. Andropov hab¨ªa muerto. En una situaci¨®n tensa como la que estamos viviendo, una muerte importante puede desencadenar momentos de suma gravedad. La amenaza de guerra (...) es una constante de esta ¨²ltima parte del siglo XX. No se ha arrinconado la posibilidad a consecuencia de un progreso moral de la humanidad, sino que se aplaza constantemente el ruido de las armas y el espect¨¢culo de desolaci¨®n y muerte de la guerra moderna, pura y simplemente por el temor al cataclismo. La voluntad llevar¨ªa a las grandes potencias al enfrentamiento dentro de los per¨ªodos c¨ªclicos de las guerras generales, y nos salvarnos ¨²nicamente por este miedo angustioso. (...).Pero Yuri Andropov no hab¨ªa muerto. Al menos oficialmente. Es posible que su tr¨¢nsito sea cierto, que ya no figure en el censo de los vivientes, pero las paredes del Kremlin son impenetrables. La angustia de la duda sigue actuando, y el mundo no ha podido recobrar a¨²n el aliento. Hace demasiado tiempo que se especula con la salud del primer personaje del sistema sovi¨¦tico y nadie duda de que Andropov es un hombre enfermo, marcado con la se?al indeleble de la muerte. Sus ausencias y sus silencios son un s¨ªntoma alarmante. Pero muerto o vivo, en este domingo de noviembre, lo que m¨¢s preocupa es el hermetismo de una organizaci¨®n de poder, su amor al secreto, su falta de natural espontaneidad. Como Stalin, como Breznev, la muerte ocultada puede significar un cambio de pol¨ªtica, siempre temible y preocupante. (...).
13 de noviembre
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