El resistible expolio del patrimonio art¨ªstico
Anualmente hay en Espa?a una media de 140 robos, falsificaciones o estafas de obras de arte
Los peores a?os para el expolio del patrimonio art¨ªstico de este pa¨ªs fueron, seg¨²n los datos de la Polic¨ªa Judicial, los que estuvieron entre 1975 y 1981. Fechas en las que el mundo del arte se escandaliz¨® con robos como los de la catedral de Tarragona, la colegiata de Toro, el monasterio de Santa Mar¨ªa de Huerta y un largu¨ªsimo etc¨¦tera. "De aquellos 25 robos importantes hemos recuperado casi 700 obras de arte", dice Enrique de la Puente, subcomisario del Grupo de Delitos contra el Patrimonio Art¨ªstico, de la Brigada Central de la Polic¨ªa Judicial.La mayor¨ªa de los robos se producen en catedrales o iglesias en general, lo que tiene una obvia explicaci¨®n: entre el 50% y el 70% del patrimonio art¨ªstico espa?ol est¨¢ en manos de la Iglesia, y generalmente en lugares abiertos al p¨²blico con ¨ªnfima o nula protecci¨®n. De las iglesias han desaparecido obras de Berruguete, Rubens o Murillo, y jalonan la historia negra del expolio hechos como el de la colegiata de Toro (Zamora). El valor de las obras de arte robadas all¨ª en una madrugada del mes de mayo de 1981 superaba los 100 millones de pesetas. La obra m¨¢s importante, que despu¨¦s recuper¨® la polic¨ªa, era un calvario italiano de marfil que se incluye en un Cristo tambi¨¦n de marfil de una sola pieza.
La desarticulaci¨®n por parte de la polic¨ªa de la banda internacional de Ren¨¦ Alphonse van der Bergue, Erik el belga -se calcula que rob¨® un total de 1.000 millones de pesetas en obras de arte- es otro jal¨®n de diferente signo que hizo posible la recuperaci¨®n de hasta 300 obras de arte que Erik ten¨ªa depositadas en tres pa¨ªses europeos.
La Direcci¨®n General de Bellas Artes ha recuperado, pues, la casi totalidad de las obras de arte m¨¢s importantes. En estos momentos, en cuanto a las de incalculable valor, s¨®lo se echa de menos la localizaci¨®n de algunas piezas del retablo de San Miguel de Aralar (Navarra) y el cuadro de Goya que sali¨® clandestinamente de Espa?a hace unos meses.
La exportaci¨®n clandestina
La forma habitual de recuperar el patrimonio robado suele ser la de capturar al autor del delito, ya sea un clept¨®mano espor¨¢dico, un habitual chorizo o una banda internacional. A veces, el mecanismo es curioso. Hace s¨®lo unos meses que la prestigiosa firma Sotheby's sac¨® a subasta una talla de San Bartolom¨¦. El Ministerio de Cultura cay¨® en la cuenta de que era una de las piezas robadas en la catedral de Tarragona. En este caso, el Estado deber¨¢ pagar al propietario de la talla, que alega haberla comprado de buena fe, el precio estipulado en la subasta.El robo y su consiguiente denuncia por parte de las v¨ªctimas moviliza, l¨®gicamente, a la polic¨ªa. "El robo y el hurto son los delitos que m¨¢s conocemos aqu¨ª", dice Enrique de la Puente, "porque el resto de la infracciones, como la falsificaci¨®n o la exportaci¨®n ?legal, no se suelen denunciar. La forma m¨¢s corriente en este pa¨ªs es que, cuando alguien se da cuenta de que le han vendido, por ejemplo, una pintura falsa, va al vendedor y ¨¦ste le devuelve el dinero".
La falsificaci¨®n, con ser un importante delito de estafa, no es el problema que m¨¢s preocupe ni a la Polic¨ªa Judicial ni a la Direcci¨®n General de Bellas Artes. En este campo ha habido tambi¨¦n casos espectaculares, como el de aquellos 47 cuadros intervenidos por la Guardia Civil en marzo de este a?o. Salt¨® a la Prensa el nombre organizada, capaz de hacer pasar cuadros suyos firmados por Dal¨ª Mir¨®, Picasso, Renoir, Deg¨¢s o Toulouse-Lautrec. No preocupa, porque los medios t¨¦cnicos de que se dispone actualmente hacen posible desenmascarar f¨¢cilmente las obras falsas. Los falsificadores han de limitarse a las de no m¨¢s de 100 a?os, y adem¨¢s es un delito demasiado complicado para que se produzca a un ritmo alarmante.
"Lo que m¨¢s nos preocupa es la exportaci¨®n clandestina", dice Araceli Pereda, directora del Centro Nacional de Informaci¨®n Art¨ªstica, Arqueol¨®gica y Etnol¨®gica, perteneciente a la Direcci¨®n General de Bellas Artes. "Aqu¨ª ni si quiera nos enteramos de lo que sale por nuestras fronteras. "Todo aquel que quiera exportar una obra de arte con m¨¢s de 100 a?os de antig¨¹edad tiene la obligaci¨®n de notificarlo a la Direcci¨®n General de Bellas Artes. Esto, salvo alg¨²n que otro honesto personaje, no lo hace nadie. Y tampoco tenemos medios para controlar esto. S¨®lo nos llega la noticia cuando el servicio de aduanas retiene al exportador clandestino".
"La gente tampoco sabe que en el comercio interior hay tina obligaci¨®n: la de comunicar a la Direcci¨®n General de Bellas Artes la transacci¨®n efectuada con obras de m¨¢s de 50.000 pesetas", a?ade Araceli Pereda, "lo que no hace absolutamente nadie".
Falta de inspecci¨®n
La Direcci¨®n General de Bellas Artes no dispone de un servicio de inspecci¨®n -se ha pedido al Ministerio sin resultados-, y los particulares no est¨¢n dispuestos a contar lo que tienen, por terror -m¨¢s que miedo- al Ministerio de Hacienda. C¨ªrculo vicioso que comporta el problema b¨¢sico de no saber exactamente cu¨¢l es el patrimonio art¨ªstico de este pa¨ªs. A veces, la polic¨ªa encuentra obras de arte dif¨ªciles de identificar por no estar inventariadas. La falta de ese servicio de inspecci¨®n y de personal -el centro de informaci¨®n que dirige Pereda cuenta con 15 personas- no da al Estado m¨¢s que el estrecho margen del derecho de tanteo y retracto. ?ste es una prerrogativa por la que el Ministerio de Cultura tiene preferencia a la hora de comprar obras de arte por el mismo precio al que el vendedor demuestra que un cliente determinado est¨¢ dispuesto a pagar. "El problema", dice Araceli Pereda, "es que ese cliente paga al contado, y nosotros, a plazos". No es extra?o, pues, que el marchante eluda en lo posible tal mecanismo.Tanto la Polic¨ªa Judicial como la Direcci¨®n General de Bellas Artes coinciden en la opini¨®n de que uno de sus m¨¢s dificiles obst¨¢culos en cuanto a la defensa del patrimonio art¨ªstico se refiere es la falta de cooperaci¨®n social. Sin ella, terminar con esto es una quimera.
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