Medidas policiales
A LOS graves y superfluos incidentes producidos el domingo en la capital vizca¨ªna como consecuencia de una brutal carga indiscriminada lanzada por efectivos de la Polic¨ªa Nacional contra una manifestaci¨®n autorizada se ha sumado posteriormente la ausencia de valor de las autoridades gubernativas para reconocer p¨²blicamente sus responsabilidades. Las numerosas denuncias presentadas ante el juez, los partes hospitalarios de las personas que resultaron lesionadas, los documentos gr¨¢ficos de los fot¨®grafos y los relatos de testigos, presenciales dejan pocas dudas sobre el car¨¢cter condenable de la actuaci¨®n policial en la manifestaci¨®n pacifista de Bilbao. Las dos costillas rotas de nuestro compa?ero Alfredo Garc¨ªa Franc¨¦s, que cubr¨ªa la demostraci¨®n como fot¨®grafo, y las agresiones contra Roberto Lertxundi y Juan Infante, dirigentes de Euskadiko Ezkerra, no son sucesos imaginarios sino dolorosas realidades.A juzgar por sus declaraciones p¨²blicas, los lemas de la marcha de Bilbao hubieran podido ser compartidos por el vicepresidente del Gobierno y por algunos otros miembros del actual Gabinete. Pero el argumento utilizado por el gobernador civil de Vizcaya para justificar la desproporcionada represi¨®n policial es que, desde las filas de los manifestantes, se lanzaron gritos en favor de ETA y contra la polic¨ªa. Testigos presenciales afirman, sin embargo, que esos provocadores eran poco numerosos y que no consiguieron arrastrar a sus acompa?antes, la mayor¨ªa de los cuales ni siquiera llegaron a escuchar las ofensivas consignas. Ciertamente, que alguien lance en una manifestaci¨®n por la paz ese equivalente contempor¨¢neo del ?viva la muerte! que son los gritos de guerra de apoyo a ETA, constituye un sarcasmo sangriento y una obscenidad moral. Pero si la futura estrategia de orden p¨²blico del Gobierno socialista consistiera en responder con la misma contundencia policial indiscriminada a cualquier provocaci¨®n expresada en lugares p¨²blicos, sea una calle, un campo de f¨²tbol o una plaza de toros, cualquier m¨ªnimo grupo de reventadores podr¨ªa imposibilitar en la pr¨¢ctica el ejercicio concreto del derecho de manifestaci¨®n. De esta forma se otorgar¨ªa a los provocadores profesionales el derecho de veto sobre cualquier movilizacion popular y la capacidad para inducir represiones policiales indiscriminadas y generalizadas en cualquier circunstancia y lugar.
La formaci¨®n democr¨¢tica de los polic¨ªas, y en particular de sus oficiales, deber¨ªa hacer imposible que los agentes de seguridad pudieran confundir a quienes corean consignas de apoyo a ETA con informadores de Prensa o con ciudadanos que -como Juan Infante, parlamentario vasco por Euskadiko Ezkerra- tienen bien acreditada su posici¨®n pol¨ªtica frente toda actividad terrorista.
En la delicada y crispada situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco, la inteligencia pol¨ªtica y la prudencia policial en las calles deber¨ªan constituir el principio b¨¢sico de toda la actuaci¨®n gubernativa. Se dir¨ªa que los socialistas han olvidado en pocos meses las lecciones de realismo y de sentido com¨²n que los ministros y gobernadores civiles de UCD tardaron a?os en aprender, pero que finalmente asimilaron. A lo largo de 1983, el distanciamiento del Gobierno socialista de los problemas vascos est¨¢ aumentando de forma preocupante, como si la tendencia al aislamiento que el poder implica encontraran en Euskadi un n¨²cleo preferente de cristalizaci¨®n. Buena parte de los pronunciamientos del presidente del Gobierno sobre el conflicto vasco tratan in¨²tilmente de compensar con buena voluntad una cierta carencia de la sensibilidad pol¨ªtica y la cultura hist¨®rica necesarias para desenredar la complejidad de una situaci¨®n que no puede reducirse a planteamientos simplistas. Cuando el jefe del Ejecutivo repite una y otra vez que las ¨²nicas medidas aplicables en el Pa¨ªs Vasco son las policiales, a nadie deber¨ªa extra?ar que el gobernador civil de Vizcaya se tome al pie de la letra esas instrucciones y que los mandos y n¨²meros de las fuerzas de orden p¨²blico, hostilizados por la amenaza terrorista, se consideren politicamente respaldados para responder a las provocaciones con una violencia indiscriminada, capaz de poner de nuevo en marcha la vieja espiral acci¨®n-represi¨®n-acci¨®n que dio a Herri Batasuna 200.000 votos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Encierros
- Opini¨®n
- Manifestaciones
- Cargas policiales
- Libertad prensa
- Acci¨®n policial
- Ayuntamientos
- Protestas sociales
- Orden p¨²blico
- Bilbao
- Malestar social
- Bizkaia
- Administraci¨®n local
- Polic¨ªa
- Seguridad ciudadana
- Pa¨ªs Vasco
- Fuerzas seguridad
- Espa?a
- Problemas sociales
- Medios comunicaci¨®n
- Administraci¨®n p¨²blica
- Sucesos
- Comunicaci¨®n
- Justicia
- Sociedad