Conciertos de alta calidad en el Festival Interncional de M¨²sica de Compostela
La universidad y el ayuntamiento compostelanos pusieron en pie la pasada semana el primer Festival Internacional de M¨²sica, que termin¨® el pasado martes 22 de noviembre: fueron cinco d¨ªas consecutivos de conciertos de alta calidad, a los que ha acudido un p¨²blico preferentemente juvenil y universitario. Toda la breve organizaci¨®n, apoyada en los profesores Carlos Villanueva y Joan Trillo y en la delegada de Cultura, Paloma Acu?a ha funcionado mejor que un perfecto aparato: como un ente humano.
Parte principal de las sesiones del Festival Internacional de Compostela correspond¨ªa a Johannes Brahms y a Antonio Soler, con ocasi¨®n de las conmemoraciones que se centran sobre ambos m¨²sicos, y entre los grupos invitados destacaron los espa?oles D¨²o Ramos-Colom y Tr¨ªo de Barcelona, y los extranjeros Camerata M¨²sica de Berl¨ªn y Acadernia, quinteto de viento de Praga.Cada tarde, en el auditorio de la Ciudad Universitaria se desarrollaron los programas, que, por cierto, llegamos a escuchar a la. Camerata de Berl¨ªn Este cuando todav¨ªa los m¨¢s, entusiastas de los g¨¦neros de c¨¢mara se hac¨ªan lenguas del Brahms o del Debussy de Rafael Ramos 11 Josep Colom. La formaci¨®n alemana, una quincena, de instrumentistas, que ha tocado en Madrid para los conciertos universitarios que dirige Jos¨¦ Peris, luci¨® en Santiago una calidad profesional fuera de serie, tanto por los valores individuales cuanto por la exacta cohesi¨®n e identificaci¨®n estil¨ªstica, a la que, me parece, poco aporta el maestro yugoslavo Zeljko Strata.
El barroco italiano y el alem¨¢n. -deudor del primero, como es, bien sabido- lucieron en toda su. vitalidad, en todo su valor de s¨ªntesis expresiva y cultural y en todo. su juego de enhebrar alegr¨ªas y melancol¨ªas, tanto en Alessandro Scarlatti y Antonio Vivaldi -N¨¢poles y Venecia frente a frente- como en H¨¢ndel y Jan Christian Bach, anuncio del clasicismo, como analiza L¨®pez Calo en su nota de programa.
La valoraci¨®n del solista Manfred Schumann en el Concierto para viola y orquesta de J. C. Bach fue excelente y funcion¨® como motor de una continuidad que animar¨ªa la textura de todo el per¨ªodo clasicista. Despu¨¦s de un Vivaldi en uno de sus concerti grossi o del padre de Domenico Scarlatti, en cuyas formas concertantes se transparenta todav¨ªa la suite, los berlineses cerraron su intervenci¨®n con Danzas y arias antiguas, de Respighi, y las propinas que se vieron obligados a conceder.
El Tr¨ªo de Barcelona es ejemplar. Rara vez se re¨²nen para hacer m¨²sica de c¨¢mara con entusiasmo y persistencia tres instrumentistas de la categor¨ªa del pianista Alberto Gim¨¦nez Attenelle -el ¨²ltimo disc¨ªpulo de Frank Marshall-, el violinista Gerardo Claret y el violonchelista Lluis Claret. Si la categgr¨ªa de las ejecuciones, desde el punto de vista t¨¦cnico, es m¨¢xima, no lo es menos la ideolog¨ªa musical a la que sirven. Exigente, flexible, de l¨ªneas sumamente elegantes, de fraseo elevado y justas articulaciones y respiraciones, el tr¨ªo se convierte en un solo y gran instrumento: su opus 8 de Brahms o su Tr¨ªo en la menor de Ravel forman entre los recuerdos musicales de los ¨²ltimos tiempos.
Un simp¨¢tico grupo vocal-instrumental que dirige Jos¨¦ Mar¨ªa Barqu¨ªn puso todo su empe?o en ,un programa enteramente dedicado a p¨¢ginas solerianas, a m¨¢s de una lamentaci¨®n de Francisco Vi?as. Esto es: el confuso y tantas veces retardatario barroco espafiol, que en su misma ra¨ªz se cruza con el clasicismo, sin olvidar la herencia de los viejos maestros espafloles por una parte y cierta inclinaci¨®n popularista por otra. Tres villancicos de los revisados y publicados por Samuel Rubio -en alguno de los cuales el esp¨ªritu de lo tonadillero traspas¨® los muros del monasterio escurialense, en el que resid¨ªa Soler desde que dej¨® Montserrat- valieron a los solistas Teresa Loring, Teresa Barea, Almudena Ortega y Gustavo Beru,ete sinceros aplausos. Pero en conjunto, y muy especialmente por la colaboraci¨®n instrumental, los Villa de Madrid no est¨¢n para festivales internacionales, lo que se not¨® en la decepci¨®n de un p¨²blico por naturaleza entusiasta.
S¨ª pueden ir y van a cualquier parte los cinco solistas de viento de la Academia praguense, cuando, como es bastante frecuente en agrupaciones de este g¨¦nero, alternen m¨²sica de gran inter¨¦s y belleza, como el Divertimento, de Haydn, o el Quinteto, de Beethoven, con otra m¨¢s formularia, a pesar de su magistral escritura, tal el Quinteto en fa mayor, de Anton Reicha, flautista y compositor que se sentaba junto a Beethoven en la ,orquesta de Bonn, disc¨ªpulo. de -Haydn y maestro, entre otros, de Liszt, Berlioz y Franck. Pero magisterio e invenci¨®n son cosas diversas, y ah¨ª est¨¢ el breve y feliz quinteto de Rosetti, con el que terminaron su programa los instrumentistas de Praga.
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