Tampoco este fue el delito perfecto
Los lazos de la sangre o de la amistad un¨ªan a los miembros de la banda que secuestraron al rey de la cerveza, Freddy Heineken. Una banda muy especial, en la que hab¨ªa desde un joven de 18 a?os a un anciano de 70 y varias mujeres. De los peque?os delitos del pasado dieron el salto a su gran golpe con una minuciosa preparaci¨®n y ejecuci¨®n. Hab¨ªan medido, al parecer, incluso la altura del t¨²nel reservado a los ciclistas por el cual huyeron en una camioneta, con el industrial y su ch¨®fer, ¨¦l d¨ªa del secuestro.El rescate se pag¨® siguiendo las instrucciones de los secuestradores. Su importe (en francos franceses, marcos, florines y d¨®lares norteamericanos) pesaba m¨¢s de 100 kilos y fue transportado en una camioneta por un polic¨ªa desarmado, siguiendo un itinerario revelado sobre la marcha en mensajes depositados en cubiletes de pl¨¢stico blanco en la autopista Breda-Utrecht, En un puente, los sacos postales con el dinero fueron dejados caer, a trav¨¦s de una reja abierta en el suelo, sobre una carretera que pasa por debajo.
En alg¨²n sitio estuvo el fallo, y la polic¨ªa lo aprovech¨®. A la misma hora en que Heineken y su ch¨®fer eran liberados, comandos policiales irrump¨ªan en 10 lugares diferentes de Amsterdam, Heerhugowaard, Den Helder y Zwanenburg y deten¨ªan a un total de 24 supuestos inculpados, todos holandeses. Tampoco este fue el delito perfecto.
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