Felipe Gonz¨¢lez sigue gobernando en 'estado de gracia', pese al embate del terrorismo y a la crisis econ¨®mica
El 30 de noviembre se celebr¨® el ¨²ltimo Consejo de Ministros. A la mesa se sentaban las mismas caras que el 3 de diciembre de 1982 posaban junto a Felipe Gonz¨¢lez a la puerta de la Moncloa, tras jurar su cargo ante el Rey. Por segunda vez desde el inicio de la transici¨®n pol¨ªtica un mismo Gobierno ha durado m¨¢s de un a?o. ?ste equipo lleva visos de seguir, ya que ni el terrorismo, ni la crisis econ¨®mica, ni la revisi¨®n a la baja M programa socialista en muchos aspectos, parecen haber roto el estado de gracia con que comenz¨® su gesti¨®n, respaldada por 10 millones de votos. El regalo de primer aniversario del Consejo de Ministros a los espa?oles decretando una subida del 10% de la gasolina, as¨ª como la aprobaci¨®n del decreto de reindustrializaci¨®n (unos 60.000 puestos de trabajo menos) y la liberalizaci¨®n de los contratos de trabajo, es un indicador de la confianza en s¨ª mismo del equipo gubernamental.
A lo largo de estos 12 meses el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez ha tomado decisiones y ha dejado de tomar otras que, si bien han provocado un rechazo en instituciones o sectores concretos, no se han traducido en una oposici¨®n generalizada al proyecte, gubernamental ni han generado una alternativa. Hoy por hoy, el PSOE sigue doblando a la coalici¨®n de Manuel Fraga en expectativa de voto, y el 72% de los votantes socialistas de 1982 volver¨ªan a hacerlo en el mismo sentido, seg¨²n los datos de la encuesta Sofemasa publicada por EL PAIS el pasado domingo. Esa aceptaci¨®n sumisa de la realidad se trasluce tambi¨¦n en el dato de que el 52%. de la poblaci¨®n piensa que, a un a?o de la llegada de los socialistas al poder, en Espa?a se vive igual, y s¨®lo un 18%, mejor.El repaso de este primer a?o de gesti¨®n socialista podr¨ªa hacer pensar, en cambio, en un desgaste mayor, especialmente en lo que respecta a la actuaci¨®n en el campo econ¨®mico, donde se ha producido un fundamental cambio de prioridades: el saneamiento de la econonom¨ªa -reconversi¨®n industrial, reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, lucha contra la inflaci¨®n, contenci¨®n salarial- ha desplazado a la lucha contra el. desempleo como primer objetivo, en contra de lo que se afirmaba en el programa electoral del PSOE. Frente a la promesa de la creaci¨®n de 800.000 nuevos puestos de trabajo est¨¢ el crecimiento de la tasa de desempleo desde el 16,53% en diciembre de 1982, al 17,3% en octubre pasado, lo que se traduce en unos 150.000 parados m¨¢s.
Consecuencia de estos grandes objetivos son las subidas de precios y de la presi¨®n fiscal. La dureza de la actuaci¨®n del Gobierno en esta materia puede concretarse en la subida de las gasolinas: bajo el mandato socialista la normal ha pasado de costar 65 pesetas a 87; la s¨²per, de 71 a 93, y la bombona de butano, de 656 pesetas a 855. La presi¨®n fiscal, acompa?ada de mayores retenciones salariales, se ha incrementado en 1983 en un 1,4%, cuando en todo el per¨ªodo 1977-1982, el incremento fue del 4%.
El respaldo de las municipales
Algunas, de estas medidas hab¨ªan sido adoptadas antes de mayo y para entonces ya se hab¨ªa trazado el rumbo econ¨®mico a seguir -casi un plan de estabilizaci¨®n-, y sin embargo, en las elecciones municipales y auton¨®micas el PSOE repiti¨® su barrida en las urnas del 28 de octubre de 1982. Las encuestas apuntan hoy al mantenimiento de ese respaldo, aunque acaso ya no por mayor¨ªa absoluta, y ello, a pesar de otras actuaciones' y pronunciamientos del Gobierno, que han provocado oposici¨®n abierta o descontento en sectores del electorado.El anuncio de la reconversi¨®n industrial ha provocado tensiones localizadas en las zonas que van a sufrir el impacto de la crisis (Sagunto, El Ferrol, Avil¨¦s) y un pulso sostenido con Comisiones Obreras. La permanencia de Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica, aunque formalmente estancada; la difuminaci¨®n creciente de la fecha de convocatoria del refer¨¦ndum sobre el futuro de nuestra relaci¨®n con la OTAN; la comprensi¨®n y el apoyo prestados por Felipe Gonz¨¢lez al despliegue de los euromisiles y la ratificaci¨®n, sin retoques significativos, del acuerdo de amistad y cooperaci¨®n con Estados Unidos (no se ha cuestionado, por ejemplo, la presencia junto a Madrid de la base de Torrej¨®n), merecen la sonora cr¨ªtica de los grupos pacifistas y de la oposici¨®n de izquierda, y la m¨¢s callada de un sector importante del PSOE.
El notable incremento de la actividad terrorista durante este a?o -40 v¨ªctimas mortales en los 10 primeros meses, frente a los 37 del a?o anterior- ha sido encajado por todos los estamentos de la sociedad sin ocasionar mayor desaz¨®n en los c¨ªrculos militares que la provocada en los sectores mas sensibles al respeto a las libertades individuales por el env¨ªo al Parlamento de una ley antiterrorista que roza los l¨ªmites constitucionales, despu¨¦s de la promesa de los socialistas de que abolir¨ªan la anterior ley Antiterrorista. El pueblo espa?ol ha reaccionado con masivas manifestaciones contra la violencia terrorista, y el Gobierno lo ha interpretado como un respaldo a su l¨ªnea de dureza en la represi¨®n, iniciada con la redada del barrio del Pilar, y que culmina en episodios m¨¢s pr¨®ximos como la guerra sucia contra los etarras y la ley Antiterrorista.
La despenalizaci¨®n restringida del aborto para los tres supuestos concretos de malformaci¨®n del feto, peligro de muerte para la madre o violaci¨®n, abri¨® dos frentes de oposici¨®n: por un lado, la Iglesia cat¨®lica, que se manifest¨® a trav¨¦s de un documento de la Conferencia Episcopal, que no fue m¨¢s all¨¢ de lo que es la habitual posici¨®n del Vaticano; por otro, los movimientos feministas y la oposici¨®n de izquierda, que consideraron insuficiente el proyecto del Gobierno, a la vez que condenaban que la pr¨¢ctica del aborto legal quedara fuera de la Seguridad Social. Ni en uno ni en otro caso las cr¨ªticas se extralimitaron.
Hasta el momento, las relaciones con la Iglesia, pese al aborto y a la llamada guerra de los catecismos, que acaso fue debida m¨¢s a la torpeza gubernamental que a la obstinaci¨®n de la Conferencia Episcopal, se han mantenido en un tono discreto. Felipe Gonz¨¢lez fue recibido en noviembre por el Papa -se dice que cordialmente- y por los m¨¢ximos responsables de la Curia. La ley de Educaci¨®n (LODE), actualmente en debate en comisi¨®n en el Congreso, puede subir, en cambio, el tono del enfrentamiento.
El 'aprobado' de los empresarios
Tras un a?o de pol¨ªtica de nombramientos continuista, manifestada en el mantenimiento de la misma Junta de Jefes de Estado Mayor nombrada en el dif¨ªcil tiempo siguiente al golpe del 23-F, el Ej¨¦rcito ha recibido punto en boca la reforma que se pretende con la ley org¨¢nica de la Defensa y que pone fin a cualquier pretensi¨®n de autonomismo militar frente al poder civil.El empresariado se queja amargamente de la presi¨®n fiscal; de precio del dinero; del d¨¦ficit p¨²blico, que detrae recursos del sector privado; de la rigidez del mercado de trabajo. Esta semana el presidente de la patronal de Madrid le daba un aprobado al Gobierno y un notable al presidente Gonz¨¢lez. La gran banca, quejosa del incremento del coeficiente de caja en m¨¢s de dos puntos -lo que supone, seg¨²n ellos, una reducci¨®n del 2551. de sus beneficios-, apenas ha podido disimular su satisfacci¨®n por la m¨¢s audaz, t¨¦cnicamente discutida, y popularmente bien acogida decisi¨®n del Gobierno: la expropiaci¨®n de Rumasa.
"Aunque nos hayan hecho mucho da?o", manifestaba el jueves el presidente de uno de los siete grandes bancos espa?oles, "hay que reconocerle a los miembros del Gobierno que saben su oficio, se est¨¢n enterando, van al toro y son capaces de enfrentarse a los problemas". Un Gobierno que gobierna, en la acertada formulaci¨®n electoral de Felipe Gonz¨¢lez. Esta valoraci¨®n de un banquero acaso resuma la opini¨®n de quienes desde cualquier estamento de la sociedad aceptan la gesti¨®n socialista, al margen de las discrepancias.
De los lemas electorales de Felipe Gonz¨¢lez, "Un Gobierno que gobierne" es percibido un a?o despu¨¦s como una realidad (los espa?oles son, con mucha diferencia entre los ciudadanos de los principales pa¨ªses europeos, Estados Unidos y Jap¨®n, los que tienen menor sensaci¨®n de pobre liderazgo pol¨ªtico). Los otros, de "moralizaci¨®n de la vida p¨²blica", pese a las incompatibilidades; la "contenci¨®n del gasto", pese a la reducci¨®n de sueldos del funcionariado, y "la administraci¨®n abierta", desmentida por la pr¨¢ctica frecuente del clientelismo, siguen siendo una posibilidad en la que muchos todav¨ªa creen. Tambi¨¦n son muchos los que creen en un cierto tipo de cambio, al que acaso el propio Gobierno, est¨¢ imprimi¨¦ndole un rumbo diferente al prometido.
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