Un r¨¦quiem por el cine
El Le¨®n de Oro para Prenom Carmen surgi¨® de la necesidad sentida por el jurado veneciano de rendir homenaje al que para muchos de sus componentes era su padre y maestro en el oficio de cineasta. Para Bertolucci u Oshima, para Agn¨¦s Varda o Peter Handke, tuvo que pesar mucho encontrarse ante un filme del autor por antonomasia, el descubridor de una libertad de la que ellos, directores surgidos del esp¨ªritu de los a?os sesenta, se beneficiaron, esa libertad que les ha permitido firmar sus trabajos con aquellos de "un filme de..." y poner su nombre en los carteles en caracteres tan gruesos como los de las estrellas protagonistas.No se trata de quitarle m¨¦ritos a Pr¨¦nom Carmen, pero s¨ª de hacer constar la influencia de un hombre y una trayectoria. Es m¨¢s, tambi¨¦n quiso distinguirse la pel¨ªcula por sus aportaciones t¨¦cnicas, concedi¨¦ndose galardones a Coutard y al ingeniero de sonido, Fran?ois Musy. Y ah¨ª s¨ª se hace patente lo que Pr¨¦nom Carmen tiene de extraordinario, lo que la diferencia de cualquier pel¨ªcula de cualquier director: Godard sigue siendo uno de los pocos que de verdad trabajan con sonidos e im¨¢genes, que no hacen cine literario aunque sus pel¨ªculas est¨¦n repletas de citas, que no confunden el encuadre con la pintura aunque s¨ª saben ver qu¨¦ relaciones mantienen, que no creen que el sonido y la imagen sean un matrimonio feliz porque hayan pasado por la vicar¨ªa de la estandarizaci¨®n hollywodense o por el juzgado del directo.
Pr¨¦nom Carmen
Director. Jean-Luc Godard. Int¨¦rpretes: Maruschka Detmers, Jacques Bonnaffe, Myriem Rousel, Christophe Odent, Jean-Luc Godard. Gui¨®n: Anne-Marie Melville. Fotograf¨ªa: Raoul Coutard. Sonido: Fran?ois Musy. Estreno en cine. Alphaville.
Pr¨¦nom Carmen, seg¨²n el propio Jean-Luc Godard, pretende "contar lo que hay antes del nombre, antes del mito". Su Carmen no es espa?ola y nada sabe de f¨¢bricas de tabaco. No lleva una navaja escondida bajo la falda, sino que empu?a pistolas o ametralladoras. Quiere hacer cine, atraca bancos y es sobrina de un hombre enfermo, un ex director -el propio Godard- que ha sido expulsado de la industria cinematogr¨¢fica porque apostaba el dinero de los inversores en jugadas poco seguras. No es andaluza, sino del Norte; no hay Merim¨¦e ni Bizet, sino Beethoven.
El pre-nom es, pues, un pre-texto, un punto de partida que se respeta -ni fragmentariamente, el filme es una propuesta de una Carmen de finales del siglo XX-, pero que se reconduce hacia el terreno de un discurso personal, obsesionado y obsesivo, a trav¨¦s del cual el cine y la vida se confunden, imposibles ambos, invivibles e infilmables, marcados por el estigma del caos. Pr¨¦nom Carmen no es separable de Sauv¨¦ qui peut, la vie, ni de Passion, las dos obras maestras precedentes que pasaron fugazmente con la rapidez y el esplendor de un rel¨¢mpago, conocidas de todos, vistas por muy pocos y amadas a¨²n por menos personas.
Sauve qui peut, la vie, tal y como su t¨ªtulo indica, contaba lo que se puede hacer en caso de naufragio. Se trataba de un naufragio aut¨¦ntico, total: sentimental, profesional, sexual, etc¨¦tera. En Passion se abordaba m¨¢s exclusivamente todo lo relacionado con la, creaci¨®n, metaforizado en los problemas de un cineasta que no encuentra la luz adecuada cuando es el azar quien, espor¨¢dicamente, fabrica la belleza, ya sea por medio de un avi¨®n de reacci¨®n que atraviesa el cielo transparente de despu¨¦s de una tormenta, ya sea gracias a ese momento m¨¢gico en que Goya o Ingres est¨¢n vivos.
En Pr¨¦nom Carmen todo es mucho m¨¢s cotidiano, m¨¢s inmediato. Se habla de amor y, por un instante, ella y Jos¨¦ se desean y aman. Pero el encanto se rompe en seguida, se destruye, incapaz de sobrevivir a la f¨®rmula. Como el arte.
Es dif¨ªcil hablar de la pel¨ªcula de Godard en un momento en que las modas oscilan entre el gran espect¨¢culo de mu?ecos animados y despliegue tecnol¨®gico y los filmes que retoman los g¨¦neros cl¨¢sicos e intentan resucitar todo un sistema de emociones. Pr¨¦nom Carmen, aunque lo sea en menor medida que en los otros dos t¨ªtulos citados, es un trabajo apasionado y vivo, en el que se entremezclan el pudor y la necesidad de hablar de las grandes cuestiones actuales. A Godard no le da miedo hacerlo inteligentemente ni engolar un poco la voz. A fin de cuentas, tampoco es suponer demasiado creer que a¨²n quedan espectadores de cine, esa raza en v¨ªas de extinci¨®n que no pretende que le cuenten siempre la misma historia de la misma manera.
Como en todas las propuestas radicales, en Pr¨¦nom Carmen hay impl¨ªcita una cr¨ªtica a las dem¨¢s opciones. Es excesiva. El filme, aunque a los incondicionales nos parezca magn¨ªfico, est¨¢ por debajo de otros de Godard. Hay en ¨¦l esos t¨ªpicos juegos de palabras, tan franceses y tan molestos, algunas bromas f¨¢ciles de puesta en escena, pero eso no le priva de ser un buen ejemplo "de ese cine que morir¨¢ conmigo", tal y como dijo el propio director en la memorable conferencia de Prensa que concedi¨® en Venecia. Y se refer¨ªa, claro est¨¢, al cine tout court, al menos a lo que hasta ahora hemos denominado cine.
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