Hay responsables
SI UNA obligaci¨®n tienen los medios de comunicaci¨®n cuando noventa vidas humanas se han perdido en un accidente como el de ayer en Barajas, es no a?adir dolor innecesario al dolor, ni dramatismo in¨²til al drama. Si una obligaci¨®n tiene un gobernante, y un Gobierno, un juez y una justicia, es no aceptar como buenas las explicaciones sin soluci¨®n o sin salida. La referencia estricta a factores meteorol¨®gicos, equivocaciones de quienes pagaron con la vida su error, y nada m¨¢s, como ¨²nica explicaci¨®n del accidente, no s¨®lo es moralmente indigna, sino pol¨ªticamente inaceptable. Ayer por la ma?ana hab¨ªa niebla en Barajas y el piloto del avi¨®n de Aviaco confundi¨® la pista de rodadura con la de aterrizaje y despegue -llamada en el argot activa-. Pero ayer por la ma?ana, en Barajas, como tantos otros d¨ªas, se opera ba con desprecio de normas de seguridad dictadas no ya por todos los organismos internacionales y nacionales responsables de la navegaci¨®n a¨¦rea, sino por el sentido com¨²n. Hay que pedir a los jueces y a las autoridades que investiguen si no son responsables los ministros de Transportes, los precedentes y el actual, de lo sucedido. Si no es responsable el director del aeropuerto, el precedente y el actual, el jefe de tr¨¢fico de turno, los directivos de las compa?¨ªas que decidieron volar en esas condiciones, los controladores que aceptan trabajar a ciegas... No estamos se?alando culpables: estamos pidiendo una investigaci¨®n. Y estamos pidiendo que la haga el fiscal del Estado en un caso bastante m¨¢s grave que el de Las Vulpes o el de Vinader. Estamos indicando que se han perdido noventa vidas que pudieron salvarse, que cientos de millones de pesetas han de ser pagados en indemnizaciones y que el terror y el dolor han sido esparcidos en Madrid, en Santander no s¨®lo por unas adversas condiciones meteorol¨®gicas. Tambi¨¦n por negligencia. La sucesi¨®n de dos graves accidentes a¨¦reos producidos en el corto plazo de diez d¨ªas y en el mismo aeropuerto bastar¨ªa sin m¨¢s para hacer merecedoras de toda sospecha las condiciones de control y seguridad que rigen en este centro de tr¨¢fico a¨¦reo, el primero de Espa?a. Pero no existe siquiera la oportunidad para el beneficio de la sospecha. Antes de que las investigaciones se?alaran las causalidades del fallo humano, el accidente a¨¦reo del pasado d¨ªa 27 de noviembre fue en algunos momentos veros¨ªmilmente relacionado con la falta de funcionamiento adecuado en Barajas de los equipos ILS que permiten el aterrizaje en condiciones precarias de visibilidad. Este mismo peri¨®dico ha publicado las denuncias de los controles de Paracuellos que se?alan existen zonas de sombra en las que sus radares pierden a los aviones en las proximidades de Madrid. Hoy nos enteramos de algo m¨¢s irritante, por absurdo: las p¨¦simas condiciones de se?alizaci¨®n sobre las pistas y la falta de un radar de superficie capaz de informar puntualmente a los controladores sobre la situaci¨®n de cada aparato en tierra.
La tosquedad del sistema empleado en los desplazamientos de aparatos sobre tierra llega al extremo de que los aviones ruedan sobre las diferentes v¨ªas del aeropuerto como si fueran simples autom¨®viles. O bien, exactamente, como autom¨®viles, en cuanto que su orientaci¨®n es exclusivamente la que proporciona la vista de los pilotos, sometidos a la temeraria aventura de seguir direcciones no debidamente marcadas y balizadas, al punto de desembocar en una pista activa por donde los aparatos alcanzan velocidades de hasta 400 kil¨®metros por hora en la carrera de despegue. No era el primer despiste de un piloto el de ayer, cuando el avi¨®n de Aviaco invadi¨® la pista activa. Decenas, quiz¨¢ cientos, de veces ha sucedido con anterioridad sin que las autoridades del aeropuerto hayan puesto un remedio tan simple como pintar debidamente unas rayas sobre el suelo, colocar unos avisos luminosos, instalar unos aparatos adecuados e impedir el tr¨¢fico a¨¦reo en condiciones meteorol¨®gicas imposibles. Pese a ello, pese a los innumerables avisos de los propios pilotos, los reportajes publicados en la Prensa, los incidentes registrados y nunca contados, la situaci¨®n ha continuado sin arreglarse. ?Se arreglar¨¢ ahora? En octubre de 1980 EL PA?S public¨® nada menos que seis art¨ªculos en los que se recog¨ªa una serie de reivindicaciones de los pilotos respecto a indispensables y urgentes mejoras t¨¦cnicas para devolver la seguridad a un aeropuerto que la hab¨ªa perdido: Barajas. Estas necesidades fueron reconocidas como tales por las propias autoridades de la Aviaci¨®n Civil. No se atendieron y son hoy la base del siniestro que ha ensangrentado las pistas del aeropuerto. ?Vamos a conformamos con los lamentos o vamos a ver c¨®mo se castiga a los responsables?
Para mayor verg¨¹enza de los ministros de Transportes de la fenecida Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, el aeropuerto hab¨ªa sido rimbombantemente reinaugurado con motivo de las mejoras que en ¨¦l se realizaron para el Campeonato de F¨²tbol de 1982. Los millones que entonces se invirtieron, muchos de ellos en gestos suntuarios, no bastaron para instalar lo que los pilotos ped¨ªan: seguridad. La causa de esta tragedia tiene sus ra¨ªces en la ineficacia -cuando menos, dig¨¢moslo as¨ª- de los sucesivos responsables institucionales del aeropuerto de Madrid-Barajas. El ministro socialista de Transportes no puede ser exonerado de su propia responsabilidad pol¨ªtica. Un a?o de gesti¨®n parece suficiente para haberse dado cuenta de estas cosas, que eran p¨²blicas y conocidas.
Si en 1977 no hubiera sucedido en Los Rodeos el mayor siniestro de la aviaci¨®n comercial en circunstancias dram¨¢ticamente similares, quiz¨¢ hubiera excusa alguna para estas negligentes autoridades que han mantenido una situaci¨®n de riesgo permanente en el principal centro de comunicaci¨®n a¨¦rea de Espa?a. (Y f¨¢cil es colegir, conociendo el habitual proceder jer¨¢rquico de nuestro Estado, que si en el aeropuerto de la capital se registran estos defectos y su falta de correcci¨®n, defectos similares o de otra ¨ªndole pueden multiplicar los riesgos de viajar en avi¨®n por nuestro territorio.) Tripulaciones adiestradas de modo diferente y situadas en aeropuertos diferentes como han sido Los Rodeos y Barajas han sido presas de un mismo sistema de comunicaci¨®n, entre la torre de control y el aparato, temerariamente rudimentario y, como se ve, criminalmente dispuesto contra la seguridad del pasaje. A los 585 muertos del accidente de hace seis a?os en Santa Cruz de Tenerife, siniestro r¨¦cord de muertos en la aviaci¨®n civil, se agrega ahora esta centena m¨¢s de v¨ªctimas. Demasiadas muertes, que jam¨¢s deb¨ªan haberse producido. Demasiado descuido en los transportes de viajeros en un pa¨ªs donde los accidentes de ferrocarril -dos m¨¢s en el d¨ªa de ayer, con un muerto y varios heridos- parecen haber adquirido ya el car¨¢cter de la asidua regularidad que se atribuye a los de carretera. Y donde las tragedias de la aviaci¨®n se han sucedido en las dos ¨²ltimas semanas con una frecuencia que la casualidad no explica.
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