El regalo de Navidad
Cestas con colmillo de marfil expropiado a Rumasa, ciervos de plata maciza con mucha cornamenta, el tel¨¦fono que no paga enganche y las mu?ecas de tacto humano llenan la capital de fulgores, celofanes y deudas ¨ªntimas.
"Cr¨¦ame: el mejor regalo de empresa ser¨ªa poder vender la empresa", confi¨® en un momento bajo un alt¨ªsimo directivo. Luego, repas¨® cat¨¢logos de obsequios navide?os y, con la vista nublada por tanto color¨ªn, desvi¨® su mirada hacia las primeras guirnaldas callejeras. Madrid estaba convirti¨¦ndose en un inmenso paquete con lazos de seda.Anticip¨¢ndose a la tan deseada paga de Navidad, los ciudadanos vaciaban sus cuentas corrientes para ofrendarse objetos unos a otros. Hacen falta muchos fondos para cubrir las formas y es aconsejable ponerse en n¨²meros rojos cuando arden las ¨²ltimas hojas del calendario.
Por eso, Pedro Bilbao, director de Kenton, SA, empresa vinculada a la American Express, hab¨ªa intensificado su campa?a por correspondencia, enviando a los 70.000 titulares de la tarjeta ib¨¦rica un folleto en el que se resaltaban tres regalos-vedette: "Uno es el sello seco de 8.500 pesetas para poner en relieve el nombre del interesado; otro es una variedad de tel¨¦fono sin hilos y sin cuota de enganche (desde 10.000 hasta 50.000 pesetas), y el tercero es una pileta danesa para dar masaje vibratorio a los pies (23.000 pesetas), que los deja como si fueran manos".
Con su escudo de armas, auricular clandestino y tratamiento para los callos, el espa?ol se comer¨¢ el mundo luego de atracarse de turr¨®n. ?Para qu¨¦ ir a la imprenta, solicitar aparatos supletorios a Telef¨®nica o pedir hora al pedicuro-pod¨®logo? La multinacional del cr¨¦dito en pl¨¢stico se nos meti¨® en casa.
Pero la Compa?¨ªa Telef¨®nica tambi¨¦n ide¨®, su regalo, y a todos los accionistas les sorprendi¨® con una casete titulada Un nuevo tono, canci¨®n moderna y ligera cuya letra dice as¨ª: "Un nuevo tono para comunicarte, emocionarte o negociar, / un nuevo tono para conectar f¨¢cilmente y recordar a nuestra gente".
Hermosa y pegadiza letra, s¨ª se?or, din¨¢mica mejora de la CTNE, que en estas fechas tambi¨¦n nos brinda una novedad: "Usted puede regalar acciones de 377 pesetas que dentro de dos meses cotizar¨¢n a 440", dijo el encargado de los valores, se?or Fustel. El monopolio de la Gran V¨ªa logr¨® incluso disponer de listas de nacimientos facilitadas por los juzgados "para felicitar a los pap¨¢s del beb¨¦ y proponerles que le obsequien acciones con vistas al d¨ªa de ma?ana".
Semejante bautismo econ¨®mico nos aproxima a los yanquies, pueblo que no llega al mundo con cord¨®n umbilical, sino con un hilo telef¨®nico en el vientre, y que recibe la felicitaci¨®n del cumplea?os a domicilio cantada por una joven topless (el telegrama humano) desde el umbral de la puerta.
Cestas monumentales
En una joyer¨ªa de la calle de Fuencarral, n¨²mero 23, el encargado abri¨® cautelosa mente la puerta y mostr¨® su despliegue de obsequios especiales: "El ciervo de plata de ley con gran cornamenta", dijo Manuel Cordero acariciando al astado, "es muy apetecido por los ejecutivos de la banca o de la construcci¨®n". Tambi¨¦n pod¨ªa elegir se un galgo ruso, o un besugo con las escamas m¨®viles, por 35.000 pesetas. No obstante, la crisis econ¨®mica, el paro y los atracos han estabilizado el mercado del obsequio: "Los clientes llevan varios a?os estancados en las 10.000 pesetas, y algunos incluso quieren llevarse una bandejita de alpaca por 1.000 y llenarla de tres bombones y papel celof¨¢n", a?adi¨® Cordero.
Las Mantequer¨ªas Leonesas, expropiadas con Rumasa, llenaron su cadena de establecimientos con cestas monumentales en las que el mimbre es invisible bajo plataformas de botellas de licor, conservas, caviares, jamones y mazapanes. El se?or Botella, en el mostrador de Gran V¨ªa, 3, declar¨®: "Lo que no encuentre en esta preciosidad de tres pisos", y se?alaba con ambas manos una torre de manjares, "no lo encontrar¨¢ en ning¨²n sitio". Quiz¨¢ sea cierto. La cesta de 96.000 pesetas lleva un remate de figura de porcelana de Capo Dimonti, mientras que otras cestas acaban con extra?os solideos de reloj unidos al champa?a franc¨¦s. Una ex¨®tica bandeja lleva incluso un colmillo retorcido de marfil (no se especifica si pertenece a Ruiz-Mateos), lo que hace que el obsequio ascienda a 240.000 pesetas. "S¨®lo el colmillo nos cuesta 96.000 pesetas", explic¨® en su cuartel general l¨¢cteo el director comercial de las Mantequer¨ªas, se?or Lago.
La firma expropiada exporta al Vaticano (operaciones de Estado a Estado). El producto que all¨¢ demandan es el turr¨®n: "El n¨²mero tres de la silla de San Pedro, monse?or Mart¨ªnez Somalo, es un adicto a esta tradicional golosina".
Mientras en la Compa?¨ªa de China y del Oriente (calle de Aranda) el p¨²blico selecto se pega por ¨¢rboles de papel a 2.000 pesetas, en la tienda de Vicente Rico se agotan los gigantes y cabezudos de cart¨®n-piedra: "Mire usted, esto no pasa de moda", afirm¨® la dependienta; "al ciudadano le encanta calzarse una cabezota de rey por 8.000 pesetas".
?Qu¨¦ decir de la moderna mu?eca? En Gran V¨ªa, 47 hay toneladas de la variedad Tu nene, tan pregonada por la televisi¨®n, y fue el encargado Jos¨¦ Mar¨ªa Sanz quien hizo el art¨ªculo: "Est¨¢n hechas con goma virgen del tipo tacto humano", explic¨® palp¨¢ndolas, "y cuando el agua les llega a los ojos, el ojito escupe las gotas, lo mismo que el trasero, que tambi¨¦n expulsa el agua".
Muri¨® Mariquita p¨¦rez y por menos de 3.000 pesetas renacen los beb¨¦s de tacto humano que le ponen a uno la carne de gallina.
Por Preciados, la mejor calle-circo de Madrid, sube y baja la marea de compradores entre m¨²sicos de bandurria, globeros, carteristas, payasos y alg¨²n que otro inspector de Hacienda, hacia las escaleras mec¨¢nicas de El Corte Ingl¨¦s, que es, en el terreno del toma y daca, lo m¨¢s espa?ol que se conoce. De pronto, la escalera arroja al cliente sobre unas cestas gigantescas (79.995 pesetas), que se sostienen como seres humanos sobre extremidades de jam¨®n de Jabugo, tienen articulaciones de turr¨®n, sexo en alm¨ªbar, pies manchegos y cerebro de caviar del Caspio. Es una demostraci¨®n pagana del arte de un supremo hacedor. Cuando el p¨²blico, sorprendido ante esta reencarnaci¨®n, se dio d¨¦ bruces con la cesta-criatura, exclamaba as¨ª: "?Ay la madre!". "Jo, se han pasado". "?Toma!"
Parecida apolog¨ªa del terrorismo g¨¢strico pudo escucharse en Galer¨ªas Precia dos, s¨¦ptima planta, donde fino fiambre rica conserva y adorno majestuoso un¨ªa los mimbres como un aut¨¦ntico holding.
Lo dicho: Madrid es ya un gran regalo un obsequio sorprendente. En las proximidades del cine Capitol hab¨ªa muchacha en flor o sin ella, ofreciendo al transe¨²nte unos volantes con la palabra oro y plata e gran tama?o. "?Y esto, guapita, qu¨¦ es? Esto era una oficina en el segundo piso, donde la pelirroja Avelina Rubia propon¨ªa desde detr¨¢s del cristal a prueba de bala que "si usted tiene un par de gemelos en Monte de Piedad y quiere desempe?arlo sin malvenderlos para comprar regalos de Navidad, nosotros le acompa?amos Monte, pedimos la pieza, la cazamos y pagamos a 1.200 pesetas el gramo de oro
Todo y para todos
?Qu¨¦ hermosura! ?Desprend¨¢monos de los gramos y vayamos a por el kilo, menos oro y m¨¢s alubia, fuera el diente postizo del metal precioso y d¨¦me usted billetes del Banco de Espa?a con los que comprar pl¨¢sticos. Adivinando, quiz¨¢, estos oscuros pensamientos, la se?orita se ruboriz¨® y baj¨® los p¨¢rpados como medida de seguridad.
M¨¢s all¨¢, en la acera opuesta, estaba el hotel Menfis, y a sus puertas, unos atl¨¦ticos muchachos empujaban al viandante. "?Suba, hombre, suba usted al tercero y regalar¨¢n un libro!". Usted subi¨® al tercero, escoltado por azafata: en silencio, para admirarse en el tercero del espect¨¢culo cientos de peatones hab¨ªan sido aposentados en sillas delante de mesas con mantel y al otro lado estaban las se?oritas con cara de caf¨¦ con leche y enciclopedias catalanas. "?Oh, qu¨¦ estimulante!, ?qu¨¦ aleccionador!", dec¨ªan los reci¨¦n llegados. Y venta, no sin esfuerzos y hasta con gritos de pago aplazado, sigui¨® su curso. El obs quio eran 20 p¨¢ginas con los versos sat¨ªi cos de Quevedo, empezando por aquel
"Poderoso caballero es Don Dinero Agradecidos, los peatones deseaban abr zar a las se?oritas, que, muy cautament no se dejaron.
?Qu¨¦ regalar al pariente retroultra? Is hay problema. En la capital existe todo, para todos: "Aqu¨ª tenemos un Hitler p 5.000 pesetas, en alabastro y de 20 cen metros, muy mono", dijo la dama q atiende en Casa Bodas (calle Mayor quien tambi¨¦n propuso la bandera pr constitucional, bordada a mano en la mi ma tienda, cuyo precio es id¨¦ntico al de bandera constitucional; o sea, 4.000 pes tas. "Con la peanita y el m¨¢stil, 5.300 pes tas; pero usted sabe que as¨ª q9eda m bien".
En el negocio de Flandez (tambi¨¦n cal Mayor), los meapilas hallar¨¢n lo que bu can, dentro de una gran variedad de bricbrac m¨ªstico. "Ese pianito de cola, con nacimiento en la tapadera, es mon¨ªsimo indic¨® la se?orita Mary con ejemplar modestia. "Adem¨¢s, se le da cuerda y toca Noche feliz, noche de paz", a?adi¨® d¨¢ndole al manubrio procedente de Hong Kon Todo ello costaba 1.215 pesetas, sin de cuento. Pero la se?orita Mary le quitaba polvo a las figuritas, el buey, el asno, los pastores; y la clienta, emocionada por tanto mimo, hizo adem¨¢n de santiguarse sentenci¨®: "Mire, voy a pens¨¢rmelo y, acaso, volver¨¦".
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