Erika Marjash
De primera bailarina del 'ballet' yugoslavo a hincha del Osasuna
Lleg¨® a Pamplona en plenas fiestas de San Ferm¨ªn acompa?ando a su marido, Ivan Br¨¢c, el nuevo entrenador del Osasuna. Si bien en un principio la vida de Erika Marjash giraba en torno al f¨²tbol -"viviendo cada victoria y cada derrota"-, esto ha cambiado en las ¨²ltimas semanas. Ahora ocupa parte de su tiempo ense?ando ballet en una escuela de danza de est¨¢ ciudad. No en vano Erika ha sido durante 23 a?os bailarina profesional en su pa¨ªs, Yugoslavia. Pero, como ella dice, "el ballet se rindi¨® al f¨²tbol".
En su dilatada carrera en el ballet nacional de Vojvodina (Yugoslavia) como primera bailarina, ha actuado en pa¨ªses como B¨¦lgica, Francia y Holanda, y en 1980 fue reclamada, como artista invitada, por el teatro Bolshoi de Mosc¨².Erika habla el castellano, aunque todav¨ªa con cierta dificultad, y ocupa parte de su tiempo ense?ando el dif¨ªcil arte del ballet a unas 70 ni?as de entre cuatro y 16 a?os, "y un ni?o", matiza, "ya que aqu¨ª en Espa?a todos quieren que los chicos jueguen al f¨²tbol, porque consideran la pr¨¢ctica de la danza como algo afeminado. La realidad", dice, "es que los bailarines hacen un trabajo f¨ªsico muy duro. Piensa, por ejemplo, que una bailarina puede pesar unos 50 kilos y ellos pueden estar levantando ese peso unas 15 veces cada hora en un d¨ªa normal de ensayo".
Empez¨® a practicar el ballet cuando apenas ten¨ªa ocho a?os. "Recuerdo que al principio no fue muy f¨¢cil, ya que ten¨ªa que asistir a las clases de bachillerato como todos los ni?os y despu¨¦s ir a la escuela de danza. Pero adem¨¢s me gustaba el deporte, y hac¨ªa todo lo que pod¨ªa, muchas veces a espaldas de mi profesora. Me gustaba la equitaci¨®n, y llegu¨¦ a competir en la modalidad de saltos. Siempre procuraba ocult¨¢rselo a la profesora, sobre todo si hab¨ªa tenido alguna ca¨ªda, ya que a ella le parec¨ªa muy poco propio de la delicadeza de una bailarina andar todo el d¨ªa entre caballos", se?ala.
Erika empez¨® pronto a trabajar en el teatro nacional de Vojvodina, y al poco tiempo se convirti¨® en primera bailarina. "Tuve la suerte de que llegu¨¦ cuando se estaba produciendo el relevo de las primeras figuras, as¨ª que consegu¨ª muy pronto ocupar el primer puesto, donde he permanecido en los ¨²ltimos 20 a?os". Su personaje de Beatriz, en la obra Amor por amor, con m¨²sica del compositor ruso Hrnikov, no lo olvidar¨¢ nunca, ya que en diciembre de 1980 lo interpret¨®, como artista invitada, en el teatro Bolshoi de Mosc¨², sin duda algo que muy pocos compa?eros de profesi¨®n no sovi¨¦ticos consiguen. No obstante este hito en su carrera, "el ballet, dice ri¨¦ndose, "se rindi¨® al f¨²tbol y vine con mi marido a Pamplona".
"Me doy cuenta", afirma, "de que hubiera alcanzado m¨¢s ¨¦xito si hubiera estado sola, sin las obligaciones de una familia, pero no se puede vivir s¨®lo por y para el ballet. Hay algunos que lo hacen, y cuando pasa su hora les llega una terrible soledad. Yo creo que no me he equivocado".
Antes de venir a Pamplona, Erika pidi¨® una excedencia de nueve meses en su compa?¨ªa, Novi Sad, en la que, adem¨¢s de ser la primera bailarina, desempe?aba los cargos de directora, administradora y core¨®grafa. De su marido, Ivan, depende -si a ¨¦ste le renuevan el contrato o ficha por otro equipo que, al t¨¦rmino de estos nueve meses, vuelva de nuevo a su compa?¨ªa de ballet, aunque no para bailar, porque una bailarina mayor no debe estar en el escenario.
No le gusta ir al estadio, y cuando lo hace acude con su hija Sandra. Y all¨ª grita como todo el mundo, aunque el ¨¢rbitro y los jugadores no la entiendan. En su opini¨®n, en los partidos hay mucha tensi¨®n, y sobre todo en los que se escuchan por radio. "Hay", concluye, muchos apasionados, lo que no sucede en otros sitios, aunque ya me estoy acostumbrando".
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