Total, nada
No siempre es buen negocio en cine partir de una buena ocurrencia. Ni siquiera cuando se trata de cine para la peque?a pantalla, que suele tener mangas mayores que la grande.En efecto, una buena ocurrencia, como punto de partida de una pel¨ªcula, exige inapelablemente al guionista y al director estar, como m¨ªnimo, en las secuencias posteriores a la altura del comienzo en lo relativo a inventiva. De lo contrario, el relato ir¨¢ necesariamente cuesta abajo, hac¨ªa el naufragio.
Total es un telefilme escrito y dirigido por Jos¨¦ Luis Cuerda, que fue emitido la noche del pasado lunes y que representar¨¢ a TVE en el Festival de Montecarlo. La pel¨ªcula tiene algo menos de una hora de duraci¨®n, y de esta hora, en rigor, s¨®lo se salvan los cinco primeros minutos, en los que Cuerda nos sit¨²a ante una ocurrente y chusca versi¨®n del fin del mundo, para despu¨¦s abrir la caja de las rutinas y abrumarnos a los espectadores con una epidemia de ellas.
La ocurrencia inicial, aunque de brocha gorda, despierta la voracidad visual del espectador y le crea bastantes expectativas. De otra manera, la singularidad del comienzo le abre el apetito de m¨¢s singularidades, pero ¨¦stas nunca llegan. Peor a¨²n, se percibe en el gui¨®n y en la direcci¨®n de Total un esfuerzo perfectamente in¨²til por darnos como cosas originales lo que s¨®lo son t¨®picos; por damos como ins¨®lito lo sabido; por darnos como gracioso lo soso. Y quienes han despertado nuestra voracidad nos dejan con la boca abierta y sin nada dentro, defraudados e insatisfechos.
La originalidad del arranque de Total no encuentra despu¨¦s un desarrollo hacia arriba, no crece, no hace engordar los kilos del inter¨¦s del espectador, y ¨¦ste se va desinteresando poco a poco del tinglado. La correcta, simplemente correcta, realizaci¨®n e interpretaci¨®n se queda de esta manera en una correcci¨®n sobre el vac¨ªo. Total, nada.
En un relato filmado, lo que no crece, muere. Es ¨¦sta una ley inapelable de la cartilla dramat¨²rgica. Jos¨¦ Luis Cuerda, una vez que ha captado el inter¨¦s del espectador en la secuencia inicial, se va por las ramas de un relato mal desarrollado, indeciblemente torpe e ingenuo, sin sentido de la argucia argumental, de factura horizontal, chata, sin inventiva en ascenso, carente de ritmo y de tiempo interior, por lo que, a medida que avanza, desciende inexorablemente hacia las ra¨ªces del bostezo.
Jos¨¦ Luis Cuerda comete varios errores graves, a mi juicio. El primero es que dispersa en exceso la acci¨®n entre una docena o m¨¢s de personajes, por lo que pierde toda posibilidad de intensificar y vertebrar la acci¨®n sobre alguno de ellos cuando lo necesite. Y cuando esta necesidad llega, el esfuerzo de intensificaci¨®n resulta impotente, se frustra y no hay vertebraci¨®n posible del cuento, que se agota en salvas de p¨®lvora mojada.
El segundo es que pretende crear un clima de apocalipsis chusca, y ni logra apocalipsis alguna, ni ¨¦sta tiene la menor gracia cuando pretende existir. Los planos de dos o tres muros que se derrumban -s¨ªmbolo apocal¨ªptico muy rudimentar¨ªo- est¨¢n muy mal rodados, carecen de evidencia, son cutres y parecen obra bien de un presupuesto paup¨¦rrimo, bien de un equipo de efectos especiales que podr¨ªa dedicarse a otro oficio, o bien de ambas cosas a la vez.
Pero si no hay clima apocal¨ªptico, menos todav¨ªa hay gracia en este supuestamente chusco final del mundo. Hay una concepci¨®n del gag exclusivamente verbal, cosa de por s¨ª empobrecedora, pero es que, adem¨¢s, esta concepci¨®n del gag como chiste verbal ni como tal se salva, pues los chistes son malos de solemnidad.
Veamos estas tres guindas extra¨ªdas entre docenas: "?Est¨¢s con otro hombre?", pregunta, alarmado, el rico amante a su querida, y ¨¦sta responde: "Que no, que yo s¨®lo me prostituyo contigo". Y luego, el amante: "Toma 600.000 y v¨¢monos al catre". Y, para remate, la querida otra vez: "?Ah, no, que luego se aparece tu mujer, y es un corte!". O este di¨¢logo entre dos j¨®venes: dice ¨¦l: "?Ea, que ya no te quiero! D¨®minus vobiscum". Contesta ella: "Et cum spiritu tuo, cuerpo saleroso". O la excelsa frase que cierra el filme: "?Volver aqu¨ª, que os vais a perder el juicio final, gilipollas!". Originales di¨¢logos, pues es imposible que sean peores.
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