Santuarios terroristas

EL ATENTADO perpetrado en San Juan de Luz contra Miguel Goikoetxea -cl¨ªnicamente muerto, seg¨²n los partes m¨¦dicos, a consecuencia de los disparos recibidos en la cabeza- ha sido reivindicado por el fantasmag¨®ricos Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL), del que nada se conoce oficialmente y todo se sospecha oficiosamente. El director de la Polic¨ªa, Rafael del R¨ªo, ha comentado que la v¨ªctima "era un asesino m¨¢s de los que pululan por Francia". Tan terminante calificaci¨®n no se basa, sin embargo, en una declaraci¨®n de culpabilidad establecida por una sentencia judicial, sino que deriva de un expediente policiaco, cuya subordinaci¨®n al principio constitucional de presunci¨®n de inocencia ni siquiera queda alterado cuando la muerte est¨¢ a punto de cerrar el caso. La desenvoltura del director general de la Polic¨ªa para desviar sobre la v¨ªctima la condena que merecen sus verdugos tiene como precedente las recientes declaraciones del presidente del Gobierno, que por dos veces ha replicado a preguntas period¨ªsticas sobre la guerra sucia -un eufemismo para designar los cr¨ªmenes realizados por esa nueva banda armada en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s- con desasosegantes respuestas acerca de los centenares de atentados y asesinatos perpetrados anteriormente por ETA, triste y dolorosa realidad que nadie olvida, pero que no absuelve al terrorismo de signo opuesto.Contra lo que afirman los portavoces de Herri Batasuna, no hay cr¨ªmenes buenos, disculpables o justificables -desde esa fan¨¢tica perspectiva- por los m¨®viles, pol¨ªticos que, seg¨²n ellos, impulsan a los asesinos de ETA a apretar el gatillo. Pero la misma l¨®gica y los mismos principios que impulsan a despreciar cualquier tentativa de exculpar esas acciones obligan a medir con igual rasero las pretensiones paralelas de encontrar atenuantes a los cr¨ªmenes y atentados cometidos durante las ¨²ltimas semanas en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s contra militantes o simpatizantes de ETA. No se trata de melindrosos esfuerzos encaminados a mantener a salvo la buena conciencia o a lavarse las manos en una divisi¨®n del trabajo que atribuir¨ªa a otros labores tan desagradables como necesarias. Es radicalmente falso que un sistema democr¨¢tico tenga derecho, para defenderse de sus adversarios, a utilizar los procedimientos ilegales de quienes combaten el r¨¦gimen pluralista. Ambas manifestaciones de barbarie son el anverso y el reverso de un ¨²nico terrorismo, condenable, repudiable y perseguible en cualquiera de sus versiones. Las mas peque?a concesi¨®n en ese terreno, aunque fuera de car¨¢cter terminol¨®gico, llevar¨ªa poco a poco al vaciamiento del edificio democr¨¢tico, del que s¨®lo quedar¨ªan a, largo plazo las paredes de una fantasmal construcci¨®n a la Potemkim.

Los balbuceos de algunos medios oficiales para justificar oblicuamente el asesinato de militantes o simpatizantes de ETA extraen sus argumentos de una pestilente cantera de licencias para matar con marchamo precivilizado, entre otras la ley del Tali¨®n, la condici¨®n supuestamente inhumana de las v¨ªctimas o el beneficio del perd¨®n para quienes hacen la justicia por su mano. Felipe Gonz¨¢lez ha puesto correctamente en guardia contra la perversa utilizaci¨®n que de las palabras suelen hacer los terroristas. Se dir¨ªa, sin embargo, que la enloquecida ideolog¨ªa del nacionalismo radical ha ganado una importante batalla contra el sistema constitucional al propiciar la aceptaci¨®n por algunos altos cargos del Estado democr¨¢tico de los t¨¦rminos en que ETA plantea su violencia criminal. La aplicaci¨®n de la f¨®rmula "en la guerra, como en la guerra", m¨¢s o menos impl¨ªcita en el actual debate sobre los recientes cr¨ªmenes perpetrados en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, abrir¨ªa un camino para la derrota al admitir que la Espa?a constitucional no se enfrenta con un fen¨®meno de bandidaje pol¨ªtico, sino que se presta a librar una variante de conflicto b¨¦lico.

Las desapariciones en Bayona de Lasa y Zabala hace unas semanas, el secuestro de Segundo Marey, el asesinato de Ram¨®n O?aederra en Bayona y el atentado contra Miguel Goikoetxea en San Juan de Luz son acciones criminales cometidas en suelo franc¨¦s. Corresponde a los servicios de seguridad y al poder judicial del pa¨ªs vecino la tarea de detener y juzgar a los responsables, sea cual sea su ciudadan¨ªa, su profesi¨®n o su ideolog¨ªa. La destrucci¨®n de la convivencia social en el sur de Francia por mor del terrorismo es algo posible, pero no deseable, pese al cinismo tolerante de las autoridades francesas con los terroristas de ETA all¨ª refugiados. El Gobierno espa?ol tiene la obligaci¨®n de colaborar de forma activa con el de Par¨ªs en la localizaci¨®n de los autores, inductores, c¨®mplices y encubridores de estos atentados, ya que no parece demasiado insensato imaginar la existencia de conexiones y coberturas criminales en nuestro territorio, aunque s¨®lo sea por razones log¨ªsticas. Nuestras autoridades tienen la obligaci¨®n moral y pol¨ªtica de hacer imposible la creaci¨®n de un santuario en territorio espa?ol en beneficio de los terroristas de los GAL.