Magia y evocaci¨®n en los grabados de Miguel Cond¨¦
Miguel Cond¨¦, pintor mexicano que reparte su residencia y su labor entre Sitges (Barcelona) y Par¨ªs presenta actualmente en las Pablo Ruiz Picasso de la Biblioteca Nacional de Madrid, una extensa retrospectiva de su obra gr¨¢fica. No es ¨¦sta una muestra en que se recoja precisamente una dedicaci¨®n menor en el quehacer de Cond¨¦, parte por las dotes indudables y la pasi¨®n que el artista despliega en un medio como el grabado, mas tambi¨¦n (y ello resulta, a la postre, decisivo) porque, a mi juicio, es siempre en el papel -olvidada ya la jerarqu¨ªa absurda de los g¨¦neros-, en el dibujo como en el grabado, donde Cond¨¦ encuentra su mejor libertad, donde se expresa con mayor soltura su particular vocabulario de im¨¢genes, marcando la distancia que los juegos esenciales de su labor creativa imponen a las fascinaciones de las que parte y que mantienen en su obra un protagonismo visual que pudiera sugerir cierto equ¨ªvoco de literalidad.
Fascinaciones ¨ªntimas
El mundo del que parte Cond¨¦ en su obra, el de sus fascinaciones ¨ªntimas, mantiene siempre un sabor bruegheliano, no tanto en sus referencias m¨¢s fant¨¢sticas (pese a las alusiones m¨¢gicas y a su posibilidad siempre latente) como por la referencia constante a una cierta concepci¨®n goliardesca de la existencia, un aroma de exaltaci¨®n del placer, de referencia sexual incluso, que es tambi¨¦n negaci¨®n de su posibilidad como en la amarga' tierra de nadie que hermana a Don Carnal y a Do?a Cuaresma.
Pero esa cita constante de evocaci¨®n clasicista, en las im¨¢genes y en su modo de ejecuci¨®n, que parece presidir la obra de Cond¨¦, es s¨®lo la materia b¨¢sica sobre la que el artista impone una reivindicaci¨®n pl¨¢stica ya totalmente ajena al modelo, un m¨¦todo de interrelaciones y superposiciones dibuj¨ªsticas que implican otro c¨®digo distinto y que alcanzan precisamente su despliegue de mayor complejidad en este mundo del papel. En ¨¦l se hace transparente la naturaleza del humor con que el artista se acerca a la esfera de lo esperp¨¦ntico y que no es una risa primaria ni su reverso en una dramatizaci¨®n mec¨¢nica.
Dos series nos llaman particularmente la atenci¨®n en este des pliegue retrospectivo de grabados. La serie Guggenheim, realizada a ra¨ªz de una base concedida en 1974 por la Fundaci¨®n John Simon, Puggenheim, es tal vez la m¨¢s ambiciosa en su planteamiento y resume perfectamente los problemas e intenciones ling¨¹¨ªsticas planteadas por. el artista mexicano en el mundo del grabado, as¨ª como la inteligente intersecci¨®n de t¨¦cnicas de estampaci¨®n que utiliza en su resoluci¨®n.
Por la segunda de estas series, la serie Baltrusaitis, siento una atracci¨®n m¨¢s personal porque en ella se contienen -y con ello me refiero tanto a su presencia como a un tipo de alusi¨®n m¨¢s sutil- las principales alusiones y evocaciones queridas al pintor, pero, ante todo, me atrae tambi¨¦n la naturaleza de su homenaje a uno de los m¨¢s sugerentes y misteriosos historiadores de arte, el lituano Jurgis Baltrusaitis.
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