La industria de los forasteros
Dec¨ªa un ilustre intelectual mallorqu¨ªn de principios de siglo que el turismo era la industria de los forasteros. Es decir, un hecho sobre todo econ¨®mico. Cualquier aproximaci¨®n al sector debe considerar ese punto de partida, porque aunque nos esforcemos en eludir la frialdad de la econom¨ªa disfrazando el fen¨®meno tur¨ªstico con ep¨ªtetos globalizadores y altisonantes -l¨¦ase hecho cultural, socioecon¨®mico, sociocultural, etc¨¦tera-, el fondo de la cuesti¨®n es la ley de la oferta y la demanda. Este pre¨¢mbulo tiene sentido cuando intereses de ¨ªndole social y ecol¨®gico, que asumimos indiscutiblemente, hacen aparecer el turismo como un fen¨®meno poco menos que espont¨¢neo, gratuito y coyuntural, y cuya explotaci¨®n econ¨®mica tiene m¨¢s que ver con la especulaci¨®n y el pillaje que con una actividad econ¨®mica e industrial.Hasta ahora, el turismo en nuestro pa¨ªs se ha dirigido hacia la explotaci¨®n del llamado turista vacacional, de verano, apoy¨¢ndose en la bonanza clim¨¢tica, ofreciendo sol y playa, m¨¢s que en el planteamiento de una oferta integradora de alicientes diversos que diera al turismo en Espa?a una personalidad propia. El empresario tuvo, en esa primera etapa del desarrollo, una labor realmente pasiva, actuando a remolque de una riqueza demandada por el consumidor europeo a la que, exclusivamente, deb¨ªa proporcionar la infraestructura necesaria que permitiera su utilizaci¨®n, en lugar de erigirse en protagonista y creador de oferta hotelera. No obstante, no podemos decir que la actuaci¨®n del hotelero fuera mala; en cualquier caso fue inexperta, y de ah¨ª que en una primera fase los grandes negocios fueran protagonizados por el capital extranjero, que adem¨¢s goz¨® de una especial atenci¨®n por parte de la Administraci¨®n.
En los a?os del boom, la oferta satisfac¨ªa a un consumidor que se estrenaba como turista y que, falto de experiencia como tal, no era demasiado exigente, a la vez que se asombraba de que sus vacaciones en Espa?a fueran m¨¢s baratas que la estancia en su pa¨ªs. Pero esa situaci¨®n ventajosa cambi¨® de signo cuando el incontrolado aumento de la oferta hotelera, coincidiendo con la crisis de 1971-1973 y la aparici¨®n de nuevos mercados tur¨ªsticos competidores, abocaron al sector al borde de la bancarrota. Frente al caos del sector a que nos hab¨ªa conducido la irresponsable actitud de la Administraci¨®n, la reacci¨®n del empresario fue r¨¢pida e imaginativa. La conciencia de la gravedad de la crisis promovi¨® las asociaciones de hoteleros y la elaboraci¨®n de planes dirigidos al aumento de la calidad de oferta, a la optimizaci¨®n de la relaci¨®n calidad/precio, al ofrecimiento de atractivos marginales y complementarios de los propios del pa¨ªs, en una estrategia planificada para estimular la demanda europea.
El ¨¦xito de la reacci¨®n empresarial fue brillante, inici¨¢ndose un proceso de reconversi¨®n en el sector destinado a contener el aumento de plazas hoteleras en beneficio de oferta en apartamentos. Este reajuste interior coincide con la transici¨®n, por lo que los acontecimientos pol¨ªticos marginan una serie de medidas de tipo econ¨®mico, necesarias, pero impopulares, lo que pospone afrontar las necesarias adaptaciones del sector.
Proceso de reconversi¨®n
El turismo, como todos los sectores que fueron planificados desde m¨®dulos de gigantismo, requiere una profunda transformaci¨®n realizada desde una ¨®ptica de racionalidad y atendiendo a una estrategia nacional de desarrollo. El turismo es el sector m¨¢s importante del Estado en t¨¦rminos de rentabilidad en balanza de pagos y, sin embargo, ha sido tradicionalmente marginado en el reparto de los favores financieros de la Administraci¨®n. Bien es cierto que los Gobiernos de la democracia han cambiado la actitud inhibicionista anterior, pero se sigue sin entender que las inversiones en este sector, y principalmente las de promoci¨®n exterior, no puedan realizarse de forma global o generalizada, sino, bien al contrario, deban canalizarse sobre todo regionalmente y con una alta dosis de autonom¨ªa.
El turismo vacacional de verano seguramente ha llegado a su techo en cifras absolutas, y acaso su l¨ªnea de desarrollo deba dirigirse sobre todo a la prolongaci¨®n de la estacionalidad vacacional por antonomasia. Eso es, alargar la temporada, consiguiendo que las contrataciones incluyan los meses de abril y octubre, cosa que no parece muy dif¨ªcil - si se la estimula utilizando adecuados incentivos econ¨®micos. Pero, sin duda, la preocupaci¨®n deber¨¢ centrarse en explotar el turismo no estival.
Un turismo para el invierno
En Espa?a es posible cualificar nuestra imagen tur¨ªstica a nivel de las que tienen Francia, el Reino Unido o Italia, por poner ejemplos. Es perfectamente compatible explotar tur¨ªsticamente espacios naturales y centros tur¨ªsticos, actividades de inter¨¦s cultural y zonas de playa, turismo vacacional y turismo transe¨²nte sin que ello signifique ni desandar ning¨²n camino ni cambios de imagen; es, sencillamente, completar la oferta.
El Consejo Insular de Mallorca ha sido pionero en el desarrollo de un programa de turismo de invierno. Desde el a?o pasado est¨¢ colaborando con las asociaciones de hoteleros, dotando econ¨®micamente actividades marginales, como conciertos, exposiciones, actividades deportivas, etc¨¦tera, para proporcionar alicientes extras al turismo invernal. Es, sin duda, una medida exportable a otras regiones espa?olas. Pero esa iniciativa, cuyo resultado se ver¨¢ al cabo de los a?os, tiene la virtud de haber transmitido al hotelero confianza en el atractivo de Mallorca incluso en invierno.
Sin duda, el gran potencial tur¨ªstico que tiene nuestro pa¨ªs sin explotar es el bagaje hist¨®rico-cultural, que, por lo menos, es tan importante como los que puedan ofrecer nuestros competidores m¨¢s directos. Pero la explotaci¨®n de estos recursos debe ofrecerse a trav¨¦s de f¨®rmulas totalmente distintas a las habituales en el sector. Deben canalizarse con programas paquetes imaginativos y, por qu¨¦ no decirlo, seductores. Una posibilidad que siempre me ha parecido atractiva son los convenios con universidades y colegios.
No hay duda que el sistema educativo se ver¨ªa favorecido si se le dotara de dinamismo e imaginaci¨®n y se abriera a la sociedad. La vieja escuela del dixit magister ha dejado su lugar a una concepci¨®n dir¨ªamos cooperativa de la educaci¨®n. Y yendo m¨¢s all¨¢, qu¨¦ nos impide proponer cursillos trimestrales especializados y fuera del lugar habitual de residencia. A nivel educativo la experiencia ser¨ªa muy interesante, pero es que, adem¨¢s, a nivel econ¨®mico permitir¨ªa ensayar una f¨®rmula que resuelve podr¨ªa llegar a ser exportable y nos solucionar¨ªa el problema de la estacionalidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.