La 'revuelta del pan'
La virulencia de la llamada revuelta del pan en T¨²nez ha sorprendido. En primer lugar porque el proceso pol¨ªtico del r¨¦gimen neodesturiano de Burguiba se ha venido desarrollando con un relativo equilibrio entre autoridad y libertad, tradici¨®n isl¨¢mica y modernizaci¨®n, econom¨ªa mixta y privada. Los resultados tanto en la realidad social como en el progreso econ¨®mico eran bastante notables, y se hab¨ªan conseguido sin forzar excesivamente a las fuerzas sociales. Concretamente desde 1980, el primer ministro Muhamed Mzali ha ido poniendo en marcha una progresiva apertura pol¨ªtica. El resultado es un pa¨ªs a medio modernizar, en v¨ªas de democratizaci¨®n, con una econom¨ªa tambi¨¦n en curso de transformaci¨®n y abierto cada vez m¨¢s a la influencia occidental por las inversiones extranjeras, la creaci¨®n de una importante estructura tur¨ªstica y con una emigraci¨®n de cierta amplitud.T¨²nez se encuentra, por tanto, en un momento delicado de su evoluci¨®n. Ya no es un pa¨ªs agrario, tradicional, pero todav¨ªa no ha llegado a las deseadas metas del desarrollo con plena carta de naturaleza dentro del mundo industrializado moderno. Ya no es una dictadura pura y simple, pero tampoco le funcionan los resortes de un Estado de derecho en su plena legitimidad.
Este ser y no ser ocasiona desniveles sociales demasiado patentes, incita aspiraciones pol¨ªticas que no se satisfacen del todo, causa el desarraigo de una poblaci¨®n rural que se proletariza en las ciudades mientras que el campo, especialmente en determinadas regiones, queda marginado, sin recursos econ¨®micos ni vigor cultural.
Es significativo a este respecto que la revuelta del pan haya comenzado en las zonas depauperadas del sur para extenderse despu¨¦s a las principales ciudades en un movimiento que afecta a las clases populares. Y no es extra?o que precisamente el detonante que ha hecho estallar la violenta protesta callejera haya sido el prop¨®sito del Gobierno de hacer frente a la crisis rompiendo el sistema de protecci¨®n de precios propia de un sistema de paternalismo pol¨ªtico y sindical que tambi¨¦n est¨¢ en v¨ªas de liquidaci¨®n. Todo esto cuando, por si fuera poco, el l¨ªder carism¨¢tico, el presidente vitalicio con sus 80 a?os, m¨¢s parece historia que realidad presente. ( ... )
6 de enero
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