De la c¨®lera a la alegr¨ªa popular
A sus casi 82 a?os, Burguiba sigue siendo el ¨¢rbitro de la situaci¨®n, aunque los problemas s¨®lo han sido postergados
ENVIADO ESPECIALEl pasado viernes por la ma?ana, cuando los disturbios que se hab¨ªan producido en todo el pa¨ªs hab¨ªan causado ya cuantiosos da?os a la propiedad p¨²blica y privada, y cuya represi¨®n se sald¨® con m¨¢s de medio centenar de vidas y necesit¨® la declaraci¨®n del estado de excepci¨®n e implantaci¨®n del toque de queda en todo el territorio nacional, el presidente Habib Burguiba decidi¨® unilateralmente revocar la decisi¨®n de su Gobierno y le emplaz¨® para que en los pr¨®ximos tres meses elabore un nuevo Presupuesto y una nueva>ley de Finanzas que tenga en cuenta la situaci¨®n de los econ¨®micamente d¨¦biles, al tiempo que evite alzas desmesuradas de precios, incluido el del pan, cuya necesidad de ser aumentado el presidente Burguiba en realidad no cuestion¨®.
Inmediatamente, la explosi¨®n de c¨®lera popular de los ¨²ltimos d¨ªas se transform¨® en explosi¨®n de j¨²bilo y cientos de miles de personas recorrieron las calles de la capital y de las otras ciudades del pa¨ªs gritando vivas al combatiente supremo, Burguiba, mientras abucheaba al primer ministro, Mohamed Mzali, e incluso, en algunos momentos, solicitaba su dimisi¨®n.
La vida pol¨ªtica tunecina recobr¨® as¨ª el viernes el car¨¢cter multitudinario y de relaci¨®n directa entre la calle y el presidente que ha sido t¨ªpico en Tunicia en tantos momentos cruciales de estos 27 a?os de independencia transcurridos desde 1956.
A sus casi 82 a?os de edad, y despu¨¦s de 27 a?os de ejercicio absoluto y carism¨¢tico del poder, el combatiente supremo demostr¨® a la naci¨®n y al mundo entero que sigue siendo el ¨¢rbitro de la situaci¨®n en Tunicia. Para Mzali, el hombre que ya es su heredero pol¨ªtico oficial y que quiere convertirse en la continuaci¨®n democratizante y liberalizante del burguibismo cuando irremediablemente se produzca la desaparici¨®n f¨ªsica del l¨ªder, el viernes 6 de enero de 1984 debe ser objeto de profunda meditaci¨®n y quiz¨¢s de reflexi¨®n sobre el vac¨ªo que hacen y dejan a su alrededor poderes tan absolutos como el ejercido durante esos 27 a?os sobre el Estado por el presidente y durante 50 a?os por el Partido Socialista Neo Destur.
En cualquier caso, el primer ministro, criticado el viernes en las calles, sali¨® reforzado de la crisis ante los ojos de Burguiba, y fue el ministro del Interior, Dris Guiga, quien result¨® destituido.
Los problemas permanecen
A pesar de este final feliz, del retorno a la normalidad en todo el pa¨ªs, y particularmente en la capital, que es de cara al mundo exterior la vitrina de Tunicia que tanto cuenta con el turismo, los motivos que engendraron la crisis actual no han sido todav¨ªa eliminados, sino simplemente postergados. Los aumentos del precio de los cereales, pan, harina y s¨¦mola constituyen la pieza clave de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno de Mohamed Mzali, y como tal hab¨ªa sido calificada esa decisi¨®n de eliminar las subvenciones.
La revocaci¨®n de las medidas por el presidente Burguiba no implican la anulaci¨®n de esa estrategia del Gobierno, sino solamente una indicaci¨®n al Gobierno para reducir la cuant¨ªa del alza del precio de los cereales, compens¨¢ndola con aumentos para otros productos de consumo menos esencial y a proclamar las subidas despu¨¦s de que se hayan acordado nuevos aumentos de salarios con la central sindical UGTT. O lo que es lo mismo, invitando al Gobierno a tomar esas medidas necesarias para el restablecimiento de la econom¨ªa en un contexto que las haga menos rechazables.
Lo cierto es que el d¨¦ficit de la Caja de Compensaci¨®n tunecina se elev¨® en 1983 a 34 millones de dinares (7.480 millones de pesetas), y en el ejercicio 1983-1984 fueron importadas un mill¨®n de toneladas de trigo, contra 695.000 toneladas importadas en 1982.
Esta circunstancia se une a un estancamiento del turismo, una de las principales fuentes de ingresos en divisas, que descendi¨® en un 80% en 1983. Algo parecido ocurri¨® con las exportaciones de fosfato bruto, fertilizantes y petr¨®leo.
Los problemas que plantea al Gobierno el actual precio subvencionado del pan residen en que ¨¦ste no ha sido aumentado desde 1970, aunque desde esa fecha, seg¨²n mantiene el Gobierno, los salarios han sido aumentados una docena de veces. En el presente, el kilogramo de pan cuesta en Tunicia 80 mil¨¦simas de dinar (unas 16 pesetas), y adquirir ese kilogramo le cuesta al trabajador tunecino una hora de trabajo, mientras que el mismo kilogramo cuesta cuatro horas a un obrero marroqu¨ª.
Una cuesti¨®n importante que ha quedado en el aire despu¨¦s de la decisi¨®n del presidente Burguiba es la de saber c¨®mo piensa Tunicia resolver sus problemas financieros con instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que al fin y al cabo son los que recomendaron, de una manera un tanto perentoria, las medidas econ¨®micas que se propon¨ªa o se propone tomar el Gobierno Mzali, entre ellas la eliminaci¨®n de la Caja de Compensaci¨®n. El d¨¦ficit de la balanza de pagos tunecina se situ¨® en 1983 en 480 millones de dinares (105.600 millones de pesetas), lo cual representa un 8,7% del PNB, que fue financiado con nuevos empr¨¦stitos contra¨ªdos en el extranjero. La deuda exterior, a su vez, se eleva a 2.475 millones de dinares (544.500 millones de pesetas), que equivalen al 45%. del PNB.
Austeridad en el horizonte
Ello no impide que Tunicia siga siendo uno de los pa¨ªses de mayor cr¨¦dito de ?frica. Mientras tanto, la gesti¨®n econ¨®mica de Mohamed Mzali ha empezado a dar sus frutos en 1983.
Su Gobierno logr¨® crear 43.000 nuevos empleos de los 50.000 previstos, que constituyen aproximadamente el 60%. de la demanda anual de nuevos empleos, y el paro, seg¨²n estimaciones no oficiales, se sit¨²a en el presente en 300.000 trabajadores.
El salario m¨ªnimo del obrero tunecino se eleva actualmente a 95 dinares (21.000 pesetas), lo cual le sit¨²a algo por encima del percibido por el obrero argelino y en casi el doble del de un obrero marroqu¨ª.
Mohamed Mzali tiene ahora tres meses para elaborar un nuevo Presupuesto que debe tomar en consideraci¨®n los mismos imperativos econ¨®micos que el anteriormente aprobado y desautorizado por Burguiba y que en verdad era un aut¨¦ntico programa de austeridad.
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