Minor¨ªas ¨¦tnicas, un atractivo bot¨ªn de votos
La comunidad negra estadounidense, con 27 millones de personas, cuenta con un l¨ªder de su raza, el reverendo Jesse Jackson, entre los aspirantes a la presidencia de EE UU. Por su parte la minor¨ªa hispana, con 14,6 millones de personas, no presenta candidato, pero busca potenciar una influencia en el voto que en algunos Estados de la Uni¨®n, como California, Texas o Florida, puede ser decisiva a la hora de contar los votos electorales, que determinen la victoria del nuevo presidente de EE UU, que ser¨¢ elegido el martes 6 de noviembre de 1984.Tradicionalmente, negros e hispanos votan al Partido Dem¨®crata. Sin embargo, en la ¨²ltima elecci¨®n presidencial de 1980 el conservador republicano Ronald Reagan logr¨® aumentar para sus filas el n¨²mero de votos de origen hispano. Algo que Reagan quiere repetir en 1984, si finalmente, como se espera, decide concurrir a su reelecci¨®n.
En realidad, las minor¨ªas ¨¦tnicas en EE UU juegan un papel de fracci¨®n dentro de los dos grandes partidos tradicionales, republicano o dem¨®crata. Hay escasas posibilidades de que aparezca, en la actual campa?a, una alternativa de tercer partido. El fracaso electoral de John Anderson en 1980, al no lograr ning¨²n voto electoral a pesar de que varios millones de personas votaron por ¨¦l, excluye el que alg¨²n otro l¨ªder pol¨ªtico o el propio Anderson intenten formar un nuevo partido.
El 'caso' Jackson
No faltar¨¢n, naturalmente, una docena de candidatos presidenciales m¨¢s o menos testimoniales, que ir¨¢n desde el Citizens Party, de orientaci¨®n socialdem¨®crata, a candidatos de formaciones ecol¨®gicas o ideolog¨ªas de izquierda, sin descontar a candidatos con ideas y programas mesi¨¢nicos, junto a los pasotas, que, como en elecciones anteriores, har¨¢n la campa?a de Nobody for president (nadie para presidente)."Hist¨®ricamente, los negros, las mujeres, los hispanos y los jud¨ªos han sido marginados de los altos cargos pol¨ªticos de este pa¨ªs por motivos de raza, religi¨®n o credo" dijo el reverendo Jesse Jackson, de 42 a?os de edad, al presentar el pasado mes de noviembre su candidatura, por el Partido Dem¨®crata, a la presidencia de EE UU.
Desde la ¨¦poca del reverendo Martin Luther King, en los a?os sesenta, la comunidad negra estadounidense no ha contado con otro l¨ªder capaz de movilizarla. Jackson se propone hacerlo hoy a trav¨¦s de la campa?a electoral, en la que tiene ciertas posibilidades de ¨¦xito, como demuestra el hecho de que los sondeos le sit¨²en en tercer lugar (con el 10% de preferencias), detr¨¢s de Walter Mondale y John Glenn, entre las preferencias del voto dem¨®crata.
Jackson no est¨¢ contento con el sistema del Partido Dem¨®crata para designar a los delegados (3.931, en total), que, en funci¨®n de los resultados en las elecciones primarias, nombrar¨¢n el pr¨®ximo verano al candidato oficial en la Convenci¨®n Nacional, en San Francisco. Jackson cuenta con pocas probabilidades de ser el hombre de los dem¨®cratas. No obstante, su presencia puede favorecer a los dem¨®cratas al aumentar el n¨²mero potencial de electores.
Actualmente hay unos 10 millones de norte americanos de raza negra que han cumplido el requisito de inscribirse en el censo electoral. La presencia de un l¨ªder negro entre los aspirantes a la Casa Blanca puede aumentar el n¨²mero hasta 13 millones, seg¨²n c¨¢lculos de la oficina de la campa?a electoral de Jackson. La mayor sensibilidad de los negros norteamericanos por la pol¨ªtica ha quedado patente tambi¨¦n en las recientes elecciones para alcaldes. Ciudades de la importancia de Chicago, Detroit, Filadelfia, Washington o Atlanta cuentan hoy con alcaldes de raza negra. Una tendencia hacia el voto que deber¨ªa mantenerse en la elecci¨®n presidencial de 1984, con ventaja clara para los dem¨®cratas.
Naturalmente, el espectacular ¨¦xito de la misi¨®n de Jackson en Damasco, donde consigui¨® la liberaci¨®n del piloto negro capturado por Siria cuando copilotaba un avi¨®n que bombardeaba posiciones sirias en L¨ªbano, ha favorecido sus aspiraciones pero, no obstante, sus posibilidades de lograr la nominaci¨®n entre los dem¨®cratas son m¨ªnimas, por no decir nulas.
"Estamos aqu¨ª"
"Estamos aqu¨ª". Este es el mensaje que la minor¨ªa hisp¨¢nica estadounidense quiere transmitir a republicanos y dem¨®cratas en esa campa?a electoral. Para que su voz se oiga, los l¨ªderes de distintas organizaciones de hispanos junto al caucus hisp¨¢nico de la C¨¢mara de Representantes, que re¨²ne a los nueve congresistas hispanos, han organizado diversas reuniones para definir la estrategia electoral. "Hispanic Force-84" es el lema de la campa?a, destinada, ante todo, a que el elector hisp¨¢nico se registre para que pueda ejercer su derecho de voto.Por ahora s¨®lo el 30% de los hispanos en edad de voto, 18 a?os, est¨¢n registrados. Si los pol¨ªticos y organizaciones hispanas logran incrementar el n¨²mero de electores, esta minor¨ªa puede actuar como contrapeso en Estados con gran porcentaje de poblaci¨®n hispana (19% en California, 21% en Texas), con una incidencia vital a la hora de decidir los votos electorales.
El 75% del electorado hispano vota por el Partido Dem¨®crata; sin embargo, el presidente republicano Ronald Reagan cuenta con gran influencia en el voto hispano de origen cubano, ubicado en el Estado de Florida. Reagan viaj¨® en primavera a Miami donde visit¨® la peque?a Habana, y en verano a San Antonio de Texas, con motivo de la fiesta hispana Cinco de Mayo. La Casa Blanca se niega a dejar que el voto hispano sea monopolio de los dem¨®cratas.
La influencia de los hispanos en la vida pol¨ªtica en EE UU es un hecho patente. En las ¨²ltimas elecciones al Congreso, en noviembre de 1982, el n¨²mero de hispanos en la C¨¢mara de Representantes pas¨® de seis a nueve miembros. Los hispanos ser¨¢n tambi¨¦n la principal minor¨ªa ¨¦tnica de EE UU, antes del a?o 2000, superando a la minor¨ªa de raza negra. La presencia de la lengua espa?ola es un hecho, con amplias zonas del pa¨ªs casi de habla hispana. Prensa, radio y unas 200 emisoras de televisi¨®n en espa?ol son otros factores de capital importancia para preservar la identidad de los hispanos en EE UU.
Pol¨ªticamente los l¨ªderes hispanos, con gobernadores y alcaldes en ciudades importantes (Miami, San Antonio, Denver) y miembros en la C¨¢mara de Representantes, mueven influencias capaces de incidir en las medidas pol¨ªticas o sociales que pueden interesarles. Recientemente, los hispanos lograron frenar en el Congreso el proyecto de ley de emigraci¨®n Simpson-Mazzoli, muy restrictivo para los seis millones de ilegales de origen hispano que viven en EE UU. Tambi¨¦n obtuvieron una pr¨®rroga para la extensi¨®n de la educaci¨®n biling¨¹e.
"Los candidatos dem¨®cratas son muy receptivos cuando se habla de los hispanos", dijo recientemente el gobernador hispano del Estado de Nuevo M¨¦xico, Tony Anaya. Una receptividad que el propio candidato ¨¦tnico, Jesse Jackson, intent¨® capitalizar con la formaci¨®n de una coalici¨®n de minor¨ªas ¨¦tnicas, negros e hispanos, sin gran ¨¦xito por parte hispana. En su mayor¨ªa, es probable que hispanos y negros den su voto al aspirante dem¨®crata a la Casa Blanca, debido a que la actual pol¨ªtica de la Administraci¨®n conservadora del presidente Reagan ha penalizado a las capas m¨¢s pobres de la sociedad americana, integradas principalmente estas minor¨ªas ¨¦tnicas.
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