Perspectivas norteamericanas para 1984
En econom¨ªa pol¨ªtica, las predicciones exactas no son nunca posibles. Pero he aqu¨ª c¨®mo tienen que apostar si es que tienen alg¨²n respeto a los datos de que se dispone actualmente.1. 1984 ser¨¢ un segundo a?o de expansi¨®n en Estados Unidos. El ¨ªndice de producci¨®n aumentar¨¢. Los ingresos y gastos por familia tambi¨¦n aumentar¨¢n. Las ventas y beneficios de las empresas alcanzar¨¢n unos nuevos niveles r¨¦cord.
2. El excesivamente fuerte d¨®lar norteamericano se devaluar¨¢ en relaci¨®n al yen y al marco. Esto har¨¢ que nuestros exportadores sean m¨¢s competitivos en el comercio internacional y har¨¢ posible que nuestros productos nacionales puedan defender sus mercados de las continuas incursiones de los competidores extranjeros. Ello deber¨ªa reducir algo la tendencia pol¨ªtica a las cuotas y tarifas proteccionistas. Pero se mantendr¨¢n los mismos d¨¦ficit en la balanza comercial actual, y el proteccionismo seguir¨¢ amenazando a la divisi¨®n internacional del trabajo.
3. Las tasas de inter¨¦s para dentro de un a?o tender¨¢n m¨¢s a subir que a bajar. Quienes conocen a Paul Voicker y quienes recuerdan a sus predecesores en el Banco de la Reserva Federal, William McChesney Martin, Jr. y Arthur F. Burns, no caer¨¢n en la trampa de creer que, en a?o de elecciones, el Banco de la Reserva Federal se ver¨¢ obligado a mantener las tasas de inter¨¦s bajas y en disminuci¨®n. Como siempre, ser¨¢ la industria de la construcci¨®n la que m¨¢s sentir¨¢ el obst¨¢culo de las tasas de inter¨¦s en pr¨¦stamos hipotecarios, as¨ª corno la dificultad en obtener cr¨¦ditos. El sue?o de volver a la construcci¨®n de dos millones de casas nuevas se quedar¨¢ en eso, un sue?o inalcanzable.
4. Los datos disponibles no dan ninguna indicaci¨®n significativa sobre cu¨¢l ser¨¢ la tendencia de la inflaci¨®n en Estados Unidos para el pr¨®ximo a?o. Me uno a la importante minor¨ªa de especialitas que temen que lo que fue un ¨ªndice de inflaci¨®n del 4% en 1983 ser¨¢ de un 5% a un 6% en 1984. No ser¨ªa una buena noticia, pero tampoco deber¨ªa alarmar a los inversores extranjeros y nacionales.
5. El a?o 1984 ver¨¢ un d¨¦ficit colosal, un d¨¦ficit de proporciones sin precedentes en relaci¨®n al totaI del producto nacional bruto ( PNB) durante el segundo a?o de una vigorosa recuperaci¨®n,
6. Ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil encontrar empleo, en 1984 que en 1982, cuando el ¨ªndice de desempleo era de un 10,5%. Sin embargo, al 31 de diciembre de 1984 m¨¢s de un 7% de la fuerza de trabajo estar¨¢ en paro. Para los j¨®venes, los negros y los hispanos, y para todo aquel sin estudios superiores o profesi¨®n, ser¨¢ dif¨ªcil encontrar un empleo bien pagado.
Las predicciones exactas en pol¨ªtica son todav¨ªa m¨¢s dif¨ªciles que en econom¨ªa. A pesar de todo, esto es lo que sugieren los datos.
La suerte de Reagan
Todo lo que en el terreno de la econom¨ªa fue en contra de la reelecci¨®n de Jimmy Carter en 1980, el alto y creciente ¨ªndice de desempleo seis meses antes de las elecciones y la galopante inflaci¨®n, estar¨¢ a favor de Ronald Reagan en 1984. Siempre que se considere el factor econ¨®mico como pol¨ªticamente decisivo, las perspectivas son de otra aplastante victoria de Reagan. La aplastante victoria de un presidente no garantiza a su partido el copo de las dos Canarias del Congreso, pero, si lo dem¨¢s se mantiene estable, si el hor¨®scopo econ¨®mico para 1984 se desarrolla como sugieren las rosadas extrapolaciones, las noticias no pueden ser buenas para el Partido Dem¨®crata.
Perm¨ªtanme clarificar que tan dram¨¢ticas predicciones no se deben a mi admiraci¨®n por el republicanismo de Reagan. Todo lo contrario. Creo que los libros de historia condenar¨¢n la pol¨ªtica econ¨®mica de Reagan por su cruel indiferencia hacia los pobres y los infortunados y por su implacable d¨¦ficit estructural, que impedir¨¢ futuras inversiones.
Mi tarea en este art¨ªculo es interpretar las diversas posibilidades en base a los datos. En otras partes ya escribir¨¦ bastantes editoriales sobre la mejor manera de dirigir la econom¨ªa.
La econom¨ªa mundial
Un buen a?o 1984 para Estados Unidos repercutir¨¢ favorablemente en los pa¨ªses industrializados y en v¨ªas de desarrollo. El aumento de las rentas en Estados Unidos supondr¨¢ fuertes pedidos para las empresas que nos exportan. El precio de los alimentos, las fibras y el metal ser¨¢n m¨¢s fuertes si la econom¨ªa de Estados Unidos es fuerte.
A pesar de lo siniestro que ser¨ªa una victoria de Reagan para la poblaci¨®n mundial -que le teme como si se tratara de un despiadado Teddy Roosevelt con un garrote nuclear en la mano-, resultar¨ªa parad¨®jico que el peligro del proteccionismo norteamericano se viera disminuido por una victoria decisiva que supondr¨ªa al mismo tiempo un control eficaz del Congreso por parte del presidente.
En lo m¨¢s profundo de su coraz¨®n, los pol¨ªticos de los partidos creen que el nivel de vida del norteamericano medio se ver¨ªa reducido por un amplio proteccionismo antes que conseguir mantenerse. Pero los candidatos del Partido Dem¨®crata saben que sus votantes de los sindicatos no lo entienden as¨ª (y en cualquier caso, y como es natural, les preocupan m¨¢s sus bien remunerados empleos que el sueldo real del norteamericano medio); a los representantes de ambos partidos les resulta dif¨ªcil oponerse a las peticiones de protecci¨®n cuando sus posibilidades de elecci¨®n se ven amenazadas por determinados grupos de presi¨®n.
A quienes se olvidan de que el futuro dura m¨¢s que el presente, las previsiones mundiales de ahora mismo les parecen las m¨¢s alegres desde el comienzo de la d¨¦cada. Pero, para quienes miran m¨¢s all¨¢ a los problemas que heredar¨¢ 1985, les quedan a¨²n muchas causas de preocupaci¨®n. Por esa raz¨®n, estoy seguro, es por lo que el asesor econ¨®mico del presidente Reagan, el conservador profesor Martin Feldstein, se vio en la obligaci¨®n de hacer p¨²blica su advertencia contra la magnitud del d¨¦ficit estructural.
Y, sin embargo, si yo fuera espa?ol, me sentir¨ªa un poco m¨¢s optimista respecto a la econom¨ªa mundial para el pr¨®ximo a?o, ahora que Estados Unidos se encuentra en medio de una vigorosa recuperaci¨®n, de lo que podr¨ªa haberme sentido hace un a?o, en el fondo de la recesi¨®n, o al comienzo de la d¨¦cada, cuando la sangrienta batalla contra la inflaci¨®n estaba simplemente empezando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.