A los navarros
Pamplona, viernes 9 de diciembre de 1983. Son las nueve de la ma?ana y hace fr¨ªo. Estoy en el centro exacto del paseo de Sarasate.Ante m¨ª, fuertemente sujeto a la tierra y con mirada frontal elevada que se dirige al infinito, se levanta el monumento a los Fueros de Navarra. En su parte posterior, y como fondo, aparece el palacio de la Diputaci¨®n Foral de Navarra.
Poca gente transitando por los alrededores; unos marchan hacia sus ocupaciones laborales, y otros, con sus libros, se dirigen a sus correspondientes centros escolares. Unos y otros apenas se saludan, quiz¨¢ por el fr¨ªo; la pereza matutina o el desinter¨¦s hacia el pr¨®jimo impiden el deber elemental de la comunicaci¨®n mutua.
Sacudo el cuello de mi zamarra, me froto las manos y comienzo a avanzar hacia el centro de la base del monumento, pasando por entremedio de los servicios evacuatorios (??).
Una vez llegado leo la siguiente inscripci¨®n: "Se erigi¨® este monumento para simbolizar la uni¨®n de los navarros en la defensa de sus libertades, libertades a¨²n m¨¢s dignas de amor que la propia vida".
Contin¨²o visitando las inscripciones de la base, y desplaz¨¢ndome en sentido contrario a las manecillas del reloj figura otra inscripci¨®n en grafismos que no entiendo.
Siguiendo siempre en el mismo sentido iniciado antes, y rodeando al monumento, hay otra inscripci¨®n que dice: "Juraban nuestros reyes guardar y hacer guardar los fueros sin quebrantamiento alguno, mejor¨¢ndolos siempre y nunca empeor¨¢ndolos, y que toda transgresi¨®n a este juramento ser¨ªa nula, de ninguna eficacia y valor".
Caminando alrededor doy con la inscripci¨®n siguiente, que dice: "La incorporaci¨®n de Navarra a la Corona de Castilla fue por v¨ªa de uni¨®n principal, reteniendo cada reino su naturaleza antigua, as¨ª en leyes como en territorio y gobierno".
Finalmente, la inscripci¨®n ¨²ltima dice: "Gugaurko euskaldunok, gure aitasoen illezkorren oroipenean, bildu gera emen gure legea gorde nai degula erakusteko".
Miro a mi reloj y son las 9.21 horas; sigue haciendo mucho fr¨ªo y cada vez se ve pasar menos gente en esta maflaha gris oscura que presagia un duro invierno. Con esta breve visita coincido en la conclusi¨®n de aquellas otras tan repetidas que dicen: "Quien quiera entender, que entienda", o "A buen entendedor pocas palabras bastan". /
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