Coalici¨®n Galega disputa la hegemon¨ªa pol¨ªtica de Galicia a aliancistas y socialistas
Desde su jubileo compostelano, otro hombre, joven y activo propagandista de las Mocedades Galeguistas de 1936, observa con grandes cautelas la operaci¨®n en marcha. Maestro rural como Franqueira, impulsor tambi¨¦n del cooperativismo, aunque de un signo m¨¢s comunitario, Avelino Pousa fue el primer secretario general del reconstruido Partido Galeguista (PG) en 1978. La integraci¨®n del PG es uno de los ingredientes m¨¢s novedosos en la amplia confluencia que cobija Coalici¨®n Galega, nutrida principalmente de distintas familias centristas e independientes de dispar procedencia; algunos, como Indalecio Tiz¨®n del campo socialista.Con 1.000 concejales en toda Galicia, frente a los 1.400 aliancistas y 929 socialistas; con mayor¨ªa absoluta en la Diputaci¨®n orensana y nueve diputados en el Parlamento gallego, Coalici¨®n Galega, registrada como partido pol¨ªtico el pasado d¨ªa 11 de diciembre, se reserva la gran sorpresa de constituirse como grupo parlamentario en el Congreso, en caso de que prosperen las negociaciones con dos miembros del Grupo Mixto, representantes independientes de otra comunidad aut¨®noma, que colaborar¨ªan con los gallegos D¨ªaz Fuentes, Garc¨ªa Agud¨ªn y G¨®mez Franqueira. Ser¨ªa, afirman, la primera vez que Galicia tendr¨ªa "voz propia en Madrid".
El Partido Galeguista aporta la ascendencia hist¨®rica, la guinda aut¨¦ntica, a esta convergencia; pero el principal capital pol¨ªtico, medido en cargos electos, incidencia social y potencial econ¨®mico, procede de los restos del naufragio centrista, de una UCD que no muri¨® en pleno esplendor, pero casi. Aparte Franqueira y su inexpugnable demarcaci¨®n y los galleguistas m¨¢s o menos convencidos, protagonizan los primeros pasos de la operaci¨®n Galicia, como ellos la denominan, el Partido Galego Independiente (PGI), fundado por Jos¨¦ Luis Meil¨¢n y con principal base en la provincia coru?esa, y los centristas agrupados en las CIGA de Pontevedra y Lugo.
El lanzamiento no ha sido nada ruidoso. Todo lo contrario. Los antiguos barones permanecen en el anonimato o en la sombra, e incluso, como en el caso de Jos¨¦ Luis Meil¨¢n, parecen totalmente ajenos a cualquier participaci¨®n directa. Pol¨ªticos j¨®venes, como Pablo Gonz¨¢lez Mari?as, Rodr¨ªguez Pe?a, Antonio Olives, Jos¨¦ Lage o Ubaldo Atanes, poco o nada quemados en episodios de la transici¨®n, llevan las riendas de esta operaci¨®n que va tejiendo su estructura en toda Galicia, aunque ya ha vislumbrado en el muradar de las ciudades su principal tal¨®n de aquiles. Ese cierto sigilo, con limitadas apariciones p¨²blicas cargadas de humildad autocr¨ªtica, ha esquivado la pol¨¦mica y las andanadas de otras fuerzas pol¨ªticas.
Mientras en Alianza Popular siguen con recelo lo que por ahora semeja ser un calculado y magistral movimiento de peones, el PSOE gallego no parece considerar amenazado su espacio electoral por esta iniciativa de galleguismo desde la moderaci¨®n que gustar¨ªa reflejarse en el espejo de Converg¨¨ncia i Uni¨®. Tampoco se reacciona con estruendo en el -campo de la izquierda nacionalista. Para el diputado Claudio L¨®pez Garrido, del Partido Socialista Galego (PSG), "el intento de Coalici¨®n Galega, en la medida que rompe con el bipartidismo, es positivo, aunque dudo de las posibilidades de construir una derecha galleguista fuerte: determinados tinglados s¨®lo se sostienen con el respaldo centralista".
Experiencias traum¨¢ticas
"Coalici¨®n Galega", dice su portavoz en el Parlamento gallego, Pablo Gonz¨¢lez Mari?as, "es en cierto modo un intento superador de dos experiencias traum¨¢ticas: la de un Partido Galeguista llen de ideales que no consigui¨® rom per el cerco testimonial y la de UCI), falta en otro tiempo de es
horizonte idealista y de la necesaria generosidad". Mari?as, un coru?¨¦s de 38 a?os, profesor univer sitario, iniciado a la pol¨ªtica en el PGI, confla en que otro error hist¨®rico de la UCD gallega, su excesivo tribalismo, con aureola caciquil, se supere tambi¨¦n en la nueva experiencia con una estructura organizativa de base comarcal, atendiendo a la peculiaridad territorial, y con una direcci¨®n pol¨ªtica gallega con poder real. A mitad de camino de la primera legislatura auton¨®mica, Mari?as afirma que Coalici¨®n Galega "surge en un momento hist¨®rico oportuno y pretende ser un partido netamente gallego con opci¨®n real a gobernar".
La Converg¨¨ncia catalana es un modelo y algo m¨¢s. Rodr¨ªguez Pe?a, actual secretario general del Partido Galeguista, pone el acento gallego en los encuentros pol¨ªticos futuristas promovidos por Miquel Roca. Este arquitecto, de 40 a?os, vicepresidente del Ateneo orensano y aficionado al ajedrez, ha participado desde sus proleg¨®menos en la operaci¨®n reformista. Desde la independencia org¨¢nica, incuestionable seg¨²n los promotores, una vez conseguida la consolidaci¨®n interna, Coalici¨®n Galega tratar¨¢ de tener una proyecci¨®n estatal. Seg¨²n Mari?as, "no queremos hacer inviable nuestra pol¨ªtica pcr autarquismo, pero tampoco aceptaremos socios privilegiados; una confederaci¨®n, algo semejante, y lo digo a t¨ªtulo personal, ser¨ªa la f¨®rmula ideal".
En el primer trimestre de este a?o, la nueva fuerza pol¨ªtica celebrar¨¢ su congreso constituyente. La discreci¨®n que rodea a todo el operativo en marcha no impide que afloren discrepancias, procedentes sobre todo de colectivos' del Partido Galeguista. "Se habla mucho de Convergencia, pero los catalanes no dudan a la hora de afirmar su car¨¢cter nacionalista", dice con proverbial vehemencia Avelino Pousa. "Galicia es una naci¨®n, es una cuesti¨®n de dignidad, y no podemos arrumbar esa se?a de identidad sin traicionar el legado del hist¨®rico PG; no entiendo por qu¨¦ se resisten a definir la coalici¨®n como nacionalista, cuando eso no tiene nada que ver con veleidades separatistas".
Para Avelino Pousa, que pertenece a la comisi¨®n de conflictos del partido, no se trata de un problema de incompatibilidades personales, sino de contenidos pol¨ªticos. "Yo no tengo vocaci¨®n de enterrador". Aunque han sido muy distintos los caminos despu¨¦s de los a?os de la juventud, no pone reparos a ese reencuentro en una misma formaci¨®n pol¨ªtica con hombres como Eulogio G¨®mez Franqueira. "Personalmente lo respeto; adem¨¢s, no hay nadie inmaculado. En este pa¨ªs tenemos que hacer un esfuerzo de entendimiento".
Figura enormemente pol¨¦mica -quiz¨¢ por su propio poder-, cauteloso pol¨ªtico y audaz empresario, Franqueira, que fue procurador en las Cortes franquistas, ha sido utilizado por la izquierda como s¨ªmbolo del gran caciquismo de posguerra, sentir no compartido por gran parte de sus paisanos. Para Adolfo Dom¨ªnguez, por ejemplo, dise?ador de renombre internacional, empresario de la nueva ola, un liberal que vota socialdem¨®crata seg¨²n propia definici¨®n, "en Galicia necesitar¨ªamos muchos hombres como Eulogio".
Franqueira vuelve a los or¨ªgenes y le planta cara de nuevo a la estad¨ªstica.
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