Las contradicciones de un pa¨ªs que es ejemplo de democracia y bienestar para sus vecinos
Zimbabue, cuando inicia su quinto a?o de vida como pa¨ªs independiente, sigue apareciendo ante los ojos de Occidente como un caso ¨²nico en ?frica negra, un pa¨ªs que, por comparaci¨®n con sus vecinos, es un ejemplo de democracia y un emporio de riqueza. El modelo Zimbabue conjur¨® los peligros de la descolonizaci¨®n de Angola y de Mozambique, que quedaron sumidos en la miseria, y demostr¨® a Sur¨¢frica que el Gobierno de la mayor¨ªa negra no ten¨ªa por qu¨¦ suponer el ¨¦xodo y la ruina de la minor¨ªa blanca.Cara al exterior, el ¨¦xito del experimento es evidente. La vida discurre hoy en Zimbabue con una placidez desconocida en toda la regi¨®n. Las ciudades son limpias y espaciosas, es dif¨ªcil encontrar mendigos, los ni?os van a la escuela y los hospitales proporcionan asistencia gratuita. La administraci¨®n, con algunos problemas, funciona y las relaciones interraciales -250.000 blancos frente a m¨¢s de siete millones de negros- est¨¢n desprovistas de violencia. Los blancos se siguen sentando en el Parlamento y conservan un 20% de los esca?os -y en el Gobierno-, Mugabe mantiene dos ministros blancos independientes.
La situaci¨®n, sin embargo, no es tan id¨ªlica como podr¨ªa sugerir este cuadro. Las contradicciones del modelo comienzan a aflorar, y Occidente, que considera Zimbabue como una pieza clave en el Cono Sur de ?frica, contempla con inquietud los acontecimientos. El fracaso de Zimbabue o, peor a¨²n, su inclinaci¨®n hacia la esfera de pa¨ªses marxistas supondr¨ªa un golpe muy duro para sus aspiraciones en todo el continente.
" EE UU y algunos pa¨ªses europeos", afirma Robert Martin, autor de un reciente libro sobre Zimbabue y actual director de la Oficina de Publicaciones de Har¨¢re, "no quieren comprender que Robert Mugabe es un aut¨¦ntico no alineado y que desea marcar las distancias respecto a todos los bloques. Mugabe no ha enga?ado nunca a nadie, pero hay gente que se asombra ahora de su postura y que acusa al Gobierno de no ser proccidental".
La manzana de la discordia han sido dos recientes intervenciones de Zimbabue en la ONU: se abstu vo en la votaci¨®n contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica por el derribo del avi¨®n de l¨ªnea surcoreano y lanz¨® los m¨¢s virulentos ataques contra la invasi¨®n de Granada. La reacci¨®n de Washington no se hizo esperar: este a?o, por primera vez, Zimbabue no ser¨¢ el pa¨ªs de ?frica negra que m¨¢s ayuda econ¨®mica recibe de Estados Unidos. De un plumazo, se ha pasado de la cifra asigna da desde 1980, 75 millones de d¨® lares anuales (unos 12.000 millones de pesetas) a s¨®lo 35 millones.
La inquietud occidental
Mugabe no acepta tampoco la inquietud occidental ante la posibilidad de que el actual r¨¦gimen parlamentario derive hacia una democracia de partido ¨²nico. "Es algo muy corriente en ?frica", explica el ministro de Agricultura Denis Norman, de raza blanca, "y funciona bien. No veo por qu¨¦ no dar¨ªa resultado en Zimbabue, ni qu¨¦ influencia puede tener en la posici¨®n internacional del Gobierno". Lo ¨²nico importante, asegura, es que, la creaci¨®n de ese partido ¨²nico se realice de forma negociada entre las dos fuerzas pol¨ªticas o, mejor a¨²n, entre las dos etnias m¨¢s importantes: los shona, que suponen el 80% de la poblaci¨®n y que, est¨¢n representados por el ZANU, partido de Robert Mugabe, y los ndebeles, que est¨¢n radi cados en la regi¨®n de Matabeleland y que son el origen del ZAPU, el partido liderado, por Joshua Nkoino.?Y los blancos, c¨®mo reaccionar¨ªan ante el partido ¨²nico? "La mayor¨ªa de los blancos", prosigue Norman, "acepta la situaci¨®n, comprenden y aceptan que no tienen ning¨²n papel pol¨ªtico que jugar y que lo ¨²nico que pueden hacer es mantener su influencia econ¨®mica. Creo que la mayor¨ªa est¨¢ contenta. Son muy pocos los que querr¨ªan hacer una pol¨ªtica de oposici¨®n. Si hubiera elecciones hoy d¨ªa, eI Frente Republicano de Ian Smith, el antiguo primer ministro blanco de Rhodesia, sufriria un colapso completo y ser¨ªan los independientes, partidarios de colaborar con Mugabe, quienes ganar¨ªan los esca?os".
El ministro de Agricultura puso el dedo en el punto clave para los proyectos de Robert Mugabe: la actitud de Matab¨®leland, la regi¨®n al suroeste del pa¨ªs en la que Nkomo recolecta sus votos. El plan de crear un partido ¨²nico, cara a las elecciones de 1986, pasa por la capacidad del primer ministro para lograr la colaboraci¨®n de su rival o por su capacidad para provocar el hundimiento pol¨ªtico del que fue llamado un d¨ªa Father Zimbabue (Padre Zimbabue).
Enfrentamiento tribal
Nkorno no ha querido nunca jugar la carta del enfrentamiento tribal, porque se consider¨® siempre como un l¨ªder nacional, capaz de representar tanto a los ndebele como a los shona. Algunos miembros del Gobierno temen, sin embargo, que, consciente de que se trata s¨®lo de un sue?o, avive el rescoldo del enfrentamiento hist¨®rico. entre las dos etnias. Father Zimbabue lo ha ¨¦vitado hasta el momento, tal vez porque sabe que cualquier proyecto de secesi¨®n de Matabeleland ser¨ªa una locura econ¨®mica y pol¨ªtica y porque se da cuenta de que su prestigio personal, incluso entre los ndebele, est¨¢ en declive.El enfrentamiento entre los dos pol¨ªticos que un d¨ªas aceptaron unir sus partidos y sus gu¨¦rrillas para negociar conjuntamente la independencia es, sin embargo, evidente. Nkorno acus¨® a Mugabe de preparar su asesinato, y se exili¨® cinco meses en Gran Breta?a. El pasado mes de noviembre regres¨® a su pa¨ªs para preparar las conversaciones con el partido de Mugabe, cara al futuro pol¨ªtico de Zimbabue. La primera ronda ac¨¢b¨® en el m¨¢s completo fracaso.
Seg¨²n el secretario general del ZANU, Mauricio Nyagumbo, las pretensiones de Nkomo y de sus seguidores fueron excesivas: volver al Gobierno como vicepresidente, reservarse m¨¢s carteras, vuelta de los ndebele refugiados en Botsuana y una fuerte representaci¨®n de su partido en el comit¨¦ central del nuevo grupo pol¨ªtico. "El gran peligro", se?ala un periodista que prefiere guardar el anonimato, "ser¨ªa que el ZANU se apresurara y diera un golpe de mano, obligando al ZAPU a aceptar por la fuerza la unificaci¨®n".
Para este periodista, Nkorno est¨¢ ya en el declive de su carrera pol¨ªtica y no tiene sucesor; su segundo, Josiah Chinamano, es un shona, imposibilitado para convertirse en l¨ªder de Matabeleland y de los ndebele. "La fruta puede caer madura si no hay precipitaciones". Iniciativas como el env¨ªo de la 5? Brigada a Matabeleland pueden ser contraproducentes". El pasado oto?o, Robert Mugabe decidi¨® el env¨ªo de esta unidad especial del Ej¨¦rcito, entrenada por norcoreanos y no por brit¨¢nicos, como sucede en el caso del resto de las fuerzas armadas, para "pacificar la regi¨®n".
Desde hace meses han aparecido en Matabeleland bandas de rebeldes -disidentes, de acuerdo con el lenguaje oficial de Zimbabue- que asesinan a granjeros blancos y negros e intentan aterrorizar a la poblaci¨®n. Los disidentes -seg¨²n Harare- est¨¢n entrenados y reciben armas de ?frica -del Sur. El r¨¦gimen racista de Pretoria, asegura el Gobierno de Mugabe, pretende avivar los enfrentamientos raciales y tribales y obligar a los blancos, de quienes depende en gran medida la producci¨®n agr¨ªcola, a huir de] pa¨ªs, provocando el caos econ¨®mico de Zimbabue.
La guerrilla de Nkomo
Pr¨¢cticamente todo el mundo c oincide en Zimbabue sobre la procedencia de los disidentes: son, en su gran mayor¨ªa, ex miembros de la guerrilla de Joshua Nkomo. Entre 2.000 y 3.000 antiguos guerrilleros se negaron a integrarse en el ej¨¦rcito nacional o desertaron de ¨¦l al poco tiempo de la independencia. Muchos huyeron a trav¨¦s de la frontera con Botsuana, acogidos por miembros de su misma etnia, ndebele. Otros se convirtieron simplemente en bandidos.Desde hace algunos meses estos grupos reciben ayuda militar sistem¨¢tica de alg¨²n pa¨ªs. As¨ª lo reconoce el propio ministro de Agricultura: "Est¨¢ claro que los disidentes no pueden operar sin ayuda exterior. Alguien les est¨¢ proporcionando armas y municiones. Generalmente se acepta que se refugian tras la gran frontera con Botsuana, pero las armas no proceden de all¨ª. Tienen que venir de ?frica del Sur de Zambia. Yo no puedo acusar nadie, pero es obvio que reciben ayuda militar".
Procedan de donde procedan las armas, las actividades de los rebeldes provocaron una violenta reacci¨®n del Gobierno. La 5? Brigada, integrada mayoritariamente por shonas, y considerada como la guardia pretor¨ªana del propio primer ministro, desencaden¨® una operaci¨®n de limpieza extremadamente dura. Organizaciones como la Conferencia de Obispos Cat¨®licos y testimonios recogidos por esta enviada especial aseguran que se produjo una represi¨®n indiscriminada que golpe¨® tambi¨¦n a miembros del partido de Nkomo. Mugabe retir¨® finalmente a la 5? Brigada y acept¨® una investigaci¨®n sobre su actuaci¨®n, pero el dictamen fue absolutorio.
Todos los esfuerzos del Gob ierno para demostrar una vinculaci¨®n oficial u org¨¢nica del ZAPU con los rebeldes han resultado, por el momento, fallidos. Poca gente cree en Zimbabue que Nkomo mantenga a los disidentes, aunque los excesos de la 5? Brigada le hayan permitido recuperar un cierto protagonismo cara a los miembros de su misma etnia. Por el contrario, la gran mayor¨ªa -blancos incluidos- cree que ?frica del Sur puede estar involucrada m¨¢s o menos directamente. "Quieren mantener siempre una cu?a en nuestro pa¨ªs, por si acaso alg¨²n d¨ªa Pretoria cree que Zimbabue le es demasiado hostil", explica un parlamentario.
Mugabe, sin embargo, ha sido uno de los l¨ªderes negros m¨¢s pragm¨¢ticos respecto a Sur¨¢frica. Zimbabue, pese a poseer frontera con ese pa¨ªs, no proporciona ninguna ayuda material al movimiento de liberaci¨®n negro (Congreso Nacional Africano) ni a los guerrilleros de Namibia (SWAPO). Dos aviones enlazan diariamente Harare con Johanesburgo o con otras ciudades surafricanas y la televisi¨®n estatal emite anuncios invitando a los zimbabues -los blancos, se supone- a pasar sus vacaciones en las playas de Durban.
"Somos un pa¨ªs con contradicciones", reconoce Wilson Katiyo, escritor, "pero ser¨ªa absurdo que no fuera as¨ª o que ustedes concedieran excesiva importancia a eso. Necesitamos tiempo".
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