El 1984 de Ronald Reagan

El a?o no comenz¨® en forma auspiciosa para el presidente Reagan. El 1 de enero, d¨ªa siguiente a la larga noche de celebraciones, el moderno sistema de comunicaciones instalado en su rancho de California introdujo en el pac¨ªfico paisaje tres hechos tormentosos.El probable candidato a presidente por el Partido Dem¨®crata, Walter Mondale, ex vicepresidente de la naci¨®n, exigi¨® la retirada inmediata de las tropas norteamericanas estacionadas en L¨ªbano. Ronald Reagan ya es consciente de que su pol¨ªtica en L¨ªbano es un fracaso, y que no habr¨¢ L¨ªbano libre y democr¨¢tico con un Gobierno central asentado cuando se alejen los marines. M¨¢s a¨²n; Reagan est¨¢ haciendo todo lo imaginable para la retirada de sus tropas. Pero necesita a¨²n varios meses para que dicho alejamiento no se convierta en el s¨ªmbolo de su fracaso. Sus cr¨ªticos y opositores no parecen dispuestos a concederle esos meses de gracia.

El ataque de Mondale fue probablemente la peor manera de comenzar el a?o que pudo haber tenido Reagan. Al tomar esa posici¨®n en un a?o electoral, Mondale la impone en forma autom¨¢tica a todos los miembros del Partido Dem¨®crata, algunos de los cuales, del sector conservador, apoyan a Reagan en el Congreso. M¨¢s a¨²n; Mondale est¨¢ indicando que la pol¨ªtica exterior de Reagan se convertir¨¢ en el tema central de la campa?a electoral. Un terreno en el cual Reagan no ha podido establecer un solo hecho a su favor, tr¨¢tese de Oriente Pr¨®ximo, Am¨¦rica Central o las relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.

Al hacer responsable a Reagan no s¨®lo de la vida de los marines, sino de haber abandonado las posibilidades abiertas para la paz en Oriente Pr¨®ximo por el presidente Carter, Mondale est¨¢ buscando calificar a Reagan como "el presidente que perdi¨® Oriente Pr¨®ximo". El ciudadano norteamericano, despu¨¦s de haber sido convencido de que su seguridad est¨¢ radicada en Oriente Pr¨®ximo y depende de la presencia de los marines en la regi¨®n, puede f¨¢cilmente caer en p¨¢nico. Los pol¨ªticos no ignoran que el p¨¢nico del hombre medio ya ha hecho perder muchas elecciones en Estados Unidos.

Demasiadas contradicciones

El mismo fat¨ªdico 1 de enero el t¨¦lex transmiti¨® de Nueva York a Washington, y luego a California, una recopilaci¨®n publicada en The Times. Doce declaraciones pronunciadas por el presidente Reagan sobre la misi¨®n de los marines en L¨ªbano entre septiembre de 1982 y diciembre de 1983. Resultan impresionantes las contradicciones que encierran estas palabras de un presidente, pronunciadas en el breve espacio de 15 meses. La funci¨®n que cabe a los marines va cambiando de una declaraci¨®n a otra, y no parece que se tratara del mismo presidente, de los mismos marines y del mismo L¨ªbano.

Lo que surge de la recopilaci¨®n podr¨ªa ser la figura de un mandatario que no toma muy en cuenta el ser fiel a sus tomas de postura previas. Con ser grave, este aspecto moral ser¨ªa m¨¢s diger¨ªble para el votante norteamericano que la imagen que en definitiva resulta de esta publicaci¨®n: la de un presidente confuso, desorientado, perdido en los grandes temas.

Finalmente, el golpe de gracia para Reagan. Del Olimpo descendi¨® el venerable W. Averell Harriman, l¨²cido, sereno, tajante. Ex embajador en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el Reino Unido, fue asesor de cinco presidentes de Estados Unidos, tanto dem¨®cratas como republicanos.

En un ensayo que titula Si contin¨²a la pol¨ªtica de Reagan, Estados Unidos podr¨ªa verse ante una guerra nuclear, Harriman no escatima cr¨ªticas o ep¨ªtetos. Considera que los tres a?os de gobierno de Ronald Reagan han sido de "irresponsabilidad nuclear", y que el esfuerzo de Estados Unidos debe estar destinado a prevenir una guerra nuclear, no a prepararse para ganarla. Nunca la situaci¨®n fue tan peligrosa como ahora, estima Harriman, quien considera que mantenerse callado no es un acto de patriotismo, sino una acci¨®n irresponsable.

Se ha producido en estos meses en Estados Unidos una avalancha de l¨ªderes que colocan la guerra nuclear en el rango de peligro inminente, y adem¨¢s sostienen que en este campo Reagan pr¨¢cticamente ha traspasado un l¨ªmite: su pol¨ªtica ha llevado a la humanidad del estado de riesgo al de certidumbre, claro que una certidumbre tr¨¢gica, la extinci¨®n de la vida, de toda la vida.

Esta campa?a y el golpe tremendo asestado por la reflexi¨®n de Harriman al comenzar el a?o indicar¨ªan que Reagan deber¨¢ afrontar un dificil desaf¨ªo durante la campa?a electoral: demostrar que no es el candidato de la muerte.

En California, para Reagan el a?o comenz¨® con el d¨ªa de las tres se?ales. Si se quiere, de las tres advertencias. Es dif¨ªcil que pueda cambiar. M¨¢s dificil todav¨ªa que quiera cambiar. Parece imposible, pero realmente cree que representa el bien. Un m¨ªstica al frente de la primera potencia mundial en el momento m¨¢s cr¨ªtico de la historia contempor¨¢nea.