Amalia Fleming
Pol¨ªtica antes que viuda
Comprometida con la pol¨ªtica desde su juventud, feminista y, sobre todo, apasionada defensora de los derechos humanos, Amalia Fleming, portadora de un apellido prestigioso por su matrimonio con el descubridor de la penicilina, es una figura relevante de Grecia, que se mantiene en la brecha de la pol¨ªtica activa como diputada socialista en el Parlamento de su pa¨ªs y es jefa de la delegaci¨®n griega en el Consejo de Europa. Muy activa, en¨¦rgica y, sin embargo, dulce, presume de una salud fr¨¢gil, que no le ha impedido trabajar para defender sus ideales.
A su vuelta de Lanzarote, donde ha asistido a la reuni¨®n de la comisi¨®n pol¨ªtica del Consejo de Europa, Amalia Fleming quiere, sobre todo, hablar de Chipre y de la validez democr¨¢tica de las elecciones en Turqu¨ªa, dos de los temas tratados que afectan m¨¢s directamente a su pa¨ªs. "No podemos aceptar la partici¨®n de Chipre", afirma rotunda. "Perjudica especialmente a los chipriotas, porque va a pasar lo mismo que sucede en Irlanda desde hace m¨¢s de 300 a?os". Pero sobre la posible reacci¨®n del Gobierno griego es igual de rotunda: "No queremos la guerra, somos pacifistas, lo hemos repetido constantemente. Tratamos de influir en los foros internacionales por la v¨ªa pol¨ªtica, pero no vamos a provocar un conflicto armado". La posibilidad de que el Gobierno turco env¨ªe sus parlamentarios al Consejo de Europa le desagrada profundamente, porque las elecciones "no han sido libres".A los 71 a?os, con una salud fr¨¢gil, Amalia Fleming se muestra, sin embargo, en¨¦rgica y llena de frescura e ingenuidad, como si hubiera empezado ayer mismo su actividad pol¨ªtica, que se remonta a la resistencia nacionalista contra la ocupaci¨®n alemana durante la Segunda guerra mundial, aunque no volviera a la pol¨ªtica activa hasta su retorno a Grecia, en 1963. "Creo en los derechos humanos y en la libertad, y ¨¦se es mi credo pol¨ªtico. Si he sido feminista es porque las mujeres no gozaban de esos derechos humanos. Las guerras son pura locura, y pienso que la actitud m¨¢s realista que se puede adoptar no es aceptar los misiles, sino darse cuenta de que vamos a hacer estallar el planeta si seguimos por esta v¨ªa".
A pesar de los a?os transcurridos, habla con dulzura de su marido, Alexander Fleming, el cient¨ªfico escoc¨¦s descubridor de la penicilina, con el que estuvo casada solamente dos a?os, de 1953 hasta su muerte, en 1955, a los 73 a?os. "Fue una historia de amor entre un cient¨ªfico reservado y una chica griega muy extravertida". La historia comenz¨® en 1946, cuando Amalia fue a Londres con una beca para completar sus estudios de medicina, y todav¨ªa no ha terminado, a juzgar por sus palabras: "No se puede encontrar otro hombre despu¨¦s de Fleming".
Nacida en Constantinopla -"Estambul no es m¨¢s que una corrupci¨®n turca del nombre verdadero de la ciudad, as¨ª que no s¨¦ por qu¨¦ no utilizar el de Constantinopla"-, ciudadana griega, privada de su nacionalidad durante el r¨¦gimen de los coroneles, diputada del Partido Socialista Panhel¨¦nico (PASOK) antes y despu¨¦s de su triunfo electoral, Amalia Fleming cree firmemente en su partido y no quiere opinar en detalle sobre la situaci¨®n espa?ola. "En Grecia se est¨¢n haciendo muchas cosas, sobre todo en el campo de la educaci¨®n y la salud. El Gobierno est¨¢ formado por personas muy trabajadoras y, sobre todo, honradas".
Le emociona especialmente que se haya reconocido oficialmente el papel de la resistencia nacionalista durante la ocupaci¨®n alemana, y piensa que es importante llevar los cuidados m¨¦dicos hasta el rinc¨®n m¨¢s aislado de su pa¨ªs. En cuanto a la ciencia, que ha sido su profesi¨®n, como lo fue la de su marido, se muestra realista: "Se ha creado un Ministerio de Investigaci¨®n, pero estamos muy atrasados. Las cosas hay que hacerlas poco a poco, y en Grecia no existe tradici¨®n de investigaci¨®n cient¨ªfica, y la disciplina", bromea, "no es precisamente nuestra caracter¨ªstica nacional".
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