Ambici¨®n hist¨®rica
Cuando en el pasado septiembre se estren¨® en Barcelona esta primera parte de Victoria!, recogimos en nuestras p¨¢ginas la distante recepci¨®n que obtuvo por parte de la cr¨ªtica. Fue saludado el encomiable esfuerzo que supone la realizaci¨®n de un retablo hist¨®rico de siete horas de duraci¨®n en una cinematograf¨ªa, que, como la catalana, no ha contado en las ¨²ltimas d¨¦cadas con un terreno f¨¦rtil para desarrollarse plenamente: tanto el riesgo econ¨®mico como la novedad del matiz constituyen la noticia de Victoria!.El resultado concreto provoc¨®, en cambio, menos entusiasmo. Antoni Ribas no ha realizado una pel¨ªcula que aporte con claridad nuevos datos al mejor conocimiento de la compleja situaci¨®n que vivieron Espa?a y Catalu?a durante la Primera Guerra Mundial. M¨¢s bien, es preciso conocer, siquie ra aproximadamente, los ele mentos que all¨ª intervinieron. Victoria! agota la mayor parte de sus (los largas horas en describir las vicisitudes del personaje priricipal, un anarquista honesto y, valiente, que no encuentra apoyo en sus proyectos y que la pel¨ªcula trata con esquerna de h¨¦roe de cine viejo. A pesar de ello est¨¢ espl¨¦ndidamente interpretado por Xabier Elorriaga.
Victoria
Director: Antoni Ribas. Gui¨®n: Miquel Sanz y Antoni Ribas. Fotograf¨ªa: Andr¨¦s Berenguer. M¨²sica: Manuel Valls Gorina. Int¨¦rpretes: Xabier Elorriaga, Helmut Berger, Norma Duval, Carme El¨ªas, Affired Luchetti y Pau Garsaball. Drama hist¨®rico. Espa?ola 1983. Locales de estreno: Proyecciones, Rex, Urquijo.
La crisis pol¨ªtica y econ¨®mica de 1917, en cuyo seno aparecieron las Juntas Militares de Defensa que Victoria! describe, queda desdibujada, como tel¨®n de fondo, sin profundizar en las causas que originaron esa crisis. El melodrama ahoga la reflexi¨®n hist¨®rica y, sin embargo, la narrativa se entrecorta, se dispersa, impidiendo una complicidad emocional con el espectador. Las distintas acciones se insertan unas en otras, interrumpi¨¦ndose mutuamente con m¨¢s gratuidad que dial¨¦ctica. Ello conduce a una mezcla de datos que o no se perfilan o quedan definitivamente abandonados en el filme.
Con las cartas que Ribas ha manejado en esta primera parte no ten¨ªa un juego que justificase su duraci¨®n. A veces, la grandiosidad de Victoria! queda forzada, sin desprenderse espont¨¢neamente de la narraci¨®n, de las -pocas- ideas dram¨¢ticas de su puesta en escena. Con motivo de aquel estreno barcelon¨¦s, tanto el p¨²blico como los cr¨ªticos aplaudieron el empe?o, la ambici¨®n, de Ribas. No era dif¨ªcil encontrarle tambi¨¦n amplios aciertos.
Los mejores momentos del filme son los que se componen en cuadros corales, como el del naufragio de la primera secuencia, aunque tambi¨¦n en ello resida a veces parte de los excesos generales de la primera parte de Victoria!: los espl¨¦ndidos registros de voces no corresponden, por ejemplo, a la realidad del n¨²mero de cantantes que aparecen en imagen, ni el tono arnichesco del barrio chino barcelon¨¦s parece el m¨¢s riguroso para narrar la m¨ªsera condici¨®n de sus habitantes. Puede que a ellos se refiriera alg¨²n pol¨ªtico catal¨¢n consultado tras el estreno, cuando dijo que algunos aspectos de la historia de Catalu?a se presentaban de forma caricaturesca.
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