Dos desconocidos asesinan en pleno centro de Madrid al teniente general Guillermo Quintana, ex capit¨¢n general de la I Regi¨®n Militar
El teniente general en la reserva activa Guillermo Quintana Lacaci, ex capit¨¢n general de Madrid, fue asesinado a tiros por dos desconocidos a las 12.45 horas de ayer, en las inmediaciones de su domicilio, situado en la calle de Romero Robledo, 20, de Madrid, lugar muy pr¨®ximo a la sede del Ministerio de Defensa. Los autores del asesinato se dieron a la fuga tras realizar su acci¨®n y por el momento no hay pistas sobre su paradero. En medios policiales se tiene la impresi¨®n de que el atentado ha sido perpetrado por un comando de ETA Militar, organizaci¨®n que, a la hora de cerrar esta edici¨®n, a¨²n no hab¨ªa reivindicado la autor¨ªa del mismo.
Quintana Lacaci, actualmente sin mando sobre tropas, se dirig¨ªa a su domicilio en compa?¨ªa de su mujer, Mar¨ªa Elena Ramos, de 58 a?os, que result¨® herida leve en una pierna y fue trasladada minutos despu¨¦s al hospital militar General¨ªsimo Franco, donde fue atendida. En el curso del tiroteo result¨® tambi¨¦n herido leve el coronel retirado ?ngel Francisco Gil Pach¨®n, de 64 a?os, que paseaba por el lugar de los hechos. Los autores de los disparos huyeron en un autom¨®vil Renault 18 de color blanco, en el que se encontraban otras dos personas, una de ellas al volante.El matrimonio Quintana regresaba a pie y sin escolta a su domicilio, situado en una colonia de viviendas militares, despu¨¦s de asistir a misa de mediod¨ªa en la parroquia de Cristo Rey, pr¨¢ctica que realizaba todos los domingos a la misma hora. La parroquia se encuentra en el n¨²mero 91 de la calle de Mart¨ªn de los Heros, muy pr¨®xima al lugar del atentado.
Cuando se aproximaba al portal n¨²mero 20 de la calle de Romero Robledo, concretamente entre los n¨²meros 16 y 18, dos personas, seg¨²n la versi¨®n policial, que portaban pistolas, comenzaron a disparar contra el militar, por delante y a bocajarro. En total fueron encontrados 13 casquillos de 9 mm Parabellum, marca Geco, munici¨®n habitualmente utilizada por ETA Militar.
El teniente general Quintana Lacaci cay¨® fulminado al suelo, con varios* disparos en la cabeza, sin que le diera tiempo a utilizar una peque?a pistola que llevaba en uno de: los bolsillos de su abrigo de color beis. Quintana, ya sin vida, fueatendido inmediatamente por su esposa, que comenz¨® a gritar "Polic¨ªa, polic¨ªa", mientras numerosos vecinos, alertados por los disparos, intentaban prestar los primeros auxilios. Seg¨²n testigos presenciales, Mar¨ªa Elena Ramos intent¨® con su cuerpo proteger a su marido de los disparos de los asesinos.
Un vecino del militar asesinado, que escuch¨® los disparos desde su domicilio, pudo comprobar como dos j¨®venes, vestidos con cazadoras una de color beis y otra azul, hu¨ªan sin prisas calle abajo, en direcci¨®n al autom¨®vil desde el que emprendieron la fuga. Otro testigo, tambi¨¦n vecino del militar fallecido, manifest¨® que oy¨® desde su domicilio "cuatro o cinco disparos" y enseguida se asom¨® a la ventana y comprob¨® que se hallaba tendido sobre la acera el cuerpo del teniente general Quintana, que aparec¨ªa con las manos introducidas en los bolsillos de su abrigo. Esta persona observ¨® desde la ventana que un aut¨®movil marca Renault, de color blanco, se daba a la fuga a gran velocidad en direcci¨®n al paseo de Rosales.
El Ministerio del Interior, en una nota oficial sobre el atentado, informaba que efectivamente los asesinos huyeron en un Renault 18 de color blanco, en el que les esperaban otras dos personas. El autom¨®vil, matr¨ªcula de Madrid 7374-EU, fue localizado por una patrulla de la Polic¨ªa Nacional a las 14.45 de la tarde, dos horas despu¨¦s del atentado. El veh¨ªculo estaba situado sobre el paso de cebra por el que se accede al aparcamiento subterr¨¢neo de la plaza de las Descalzas y presentaba un ligero golpe en la aleta que cubre la rueda derecha.
El cuerpo sin vida del teniente general Quintana permaneci¨® en el lugar donde fue asesinado, cubierto por una manta, hasta las 13.27 horas, en que, tras ser ordenado el levantamiento del cad¨¢ver por el juez de guardia, Jacobo L¨®pez Barja de Quiroga, fue introducido en un furg¨®n y trasladado al Instituto Anat¨®mico Forense, donde permaneci¨® hasta media tarde.
Durante el tiempo que el cad¨¢ver estuvo tendido en el suelo, numerosas personas se fueron congregando en los alrededores del lugar del asesinato, en su mayor¨ªa militares y familiares de ¨¦stos, que acud¨ªan de las viviendas de la zona. Un amplio grupo de personas, entre los que se encontraban varios j¨®venes, visiblemente exaltados, prorrumpieron en gritos contra el Gobierno y contra ETA y a favor de Franco y el Ej¨¦rcito, al tiempo que entonaban el Cara al Sol e increpaban con insultos a los periodistas. Esta tensa situaci¨®n, que se prolong¨® hasta una hora despu¨¦s, fue controlada por los agentes de la Polic¨ªa Nacional, que en alg¨²n momento tuvieron que proteger los periodistas.
Despedido por el general Pedrosa
El ¨²nico militar de uniforme que se present¨® en la calle de Romero Robledo fue el general de divisi¨®n Prudencio Pedrosa Sobral, jefe de la Divisi¨®n Acorazada Brunete n¨²mero 1, que despidi¨® al cad¨¢ver en posici¨®n de saludo. Tambi¨¦n se encontraba en las inmediaciones el general Enrique Ugarte Garc¨ªa, aunque de paisano. Unos vecinos del fallecido colocaron en el lugar de los hechos, donde qued¨® un reguero de sangre que fue cubierto con serr¨ªn, tres flores con los colores de la bandera de Espa?a.
Momentos antes de ser introducido el cad¨¢ver del militar asesinado en el furg¨®n que lo traslad¨® al Instituto Anat¨®mico Forense se present¨® en la calle de Romero Robledo el sacerdote Tom¨¢s Mart¨ªn, p¨¢rroco de la iglesia de Cristo Rey, que dio la extremaunci¨®n al fallecido y rez¨® un responso. Este religioso, miembro de la orden de los Sagrados Corazones, fue quien hab¨ªa oficiado la misa a la que hab¨ªa acudido el teniente general Quintana, que recibi¨® la Eucarist¨ªa.
Seg¨²n un vecino del teniente general Quintana, durante los d¨ªas laborables se ha venido apreciando en tomo al domicilio del militar asesinado cierta vigilancia policial, que desaparec¨ªa precisamente los domingos y festivos, d¨ªas en los que el citado general acostumbraba a pasear con su esposa. Este extremo fue confirmado ayer en el Estado Mayor del Ej¨¦rcito.
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