Manuel Aza?a o el poder de la raz¨®n
Manuel Aza?a es, para el autor de este art¨ªculo, el pol¨ªtico que mejor encarna las caracter¨ªsticas de la II Rep¨²blica y, por este, motivo, el reciente hallazgo de su archivo personal en la Escuela Superior de Polic¨ªa de Madrid tiene una gran importancia hist¨®rica para conocer aquella ¨¦poca, la consolidaci¨®n de la democracia parlamentaria y las decisiones que tom¨® el pol¨ªtico e intelectual. Si el contenido de los manuscritos no se limita a textos literarios y se confirma la existencia de correspondencia y documentaci¨®n pol¨ªtica servir¨¢ para matizar su actuaci¨®n p¨²blica y la figura que emerge de la lectura de sus discursos y diarios.
Intelectual dedicado accidentalmente a la pol¨ªtica, en opini¨®n de unos; insigne e incomparable orador parlamentario, para otros, Manuel Aza?a fue, durante esa etapa fundamental de la historia de Espa?a que fueron los a?os treinta, sobre todo un pol¨ªtico. El pol¨ªtico que mejor encarna y sintetiza las caracter¨ªsticas esenciales del r¨¦gimen proclamado el 14 de abril de 1931.Por ello, la recuperaci¨®n del archivo del m¨¢s influyente impulsor del intento de modernizar y democratizar la sociedad espa?ola que fue la II Rep¨²blica es un acontecimiento importante. No s¨®lo para los dedicados al estudio de aquellos a?os, sino tambi¨¦n para cuantos est¨¢n interesados en profundizar en la comprensi¨®n de las dificultades que ha tenido la consolidaci¨®n de la democracia parlamentaria en Espa?a.
De confirmarse que su contenido no est¨¢ limitado principalmente a los textos literarios anteriores a 1920, sino que incluye correspondencia y documentaci¨®n pol¨ªtica no conocida hasta ahora, va a ser posible -esperamos que en plazo razonable y para todos los investigadores- valorar de forma m¨¢s rigurosa los or¨ªgenes y las influencias precisas de su actuaci¨®n p¨²blica.
Y quiz¨¢ mejorar de manera apreciable la informaci¨®n que disponemos de su evoluci¨®n en algunas etapas de su trayectoria pol¨ªtica, en especial entre finales de 1933 y finales de 1934. Esto es, confirmar o matizar la figura de Aza?a, que emerge de la lectura de sus discursos y de la parte conocida de su diario, de un liberal escasamente interesado en la articulaci¨®n de soluciones concretas a problemas que no fueran las grandes cuestiones ideol¨®gicas de definici¨®n y consolidaci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico republicano.
Lo p¨²blico y lo privado
Juan Marichal, el mejor conocedor de la producci¨®n escrita de Aza?a, subray¨® hace alg¨²n tiempo que ¨¦ste se negaba a diferenciar entre lo que dec¨ªa en privado y lo que declaraba en p¨²blico. No parece f¨¢cil sostener, sin embargo, que un pol¨ªtico de su categor¨ªa expusiera p¨²blicamente lo mismo que pudo escribir en su correspondencia (con otros pol¨ªticos o con instituciones y organizaciones sociales), aun cuando ¨¦sta fuera, resultado del cargo que desempe?aba; que no ofreciera en sus intervenciones en p¨²blico la versi¨®n de su pensamiento que le pareciera m¨¢s oportuna para conseguir el fin que persegu¨ªa en cada situaci¨®n y para dar la imagen de s¨ª mismo que considerase m¨¢s adecuada a sus prop¨®sitos.
Comprender las decisiones
De esta forma, la posibilidad de poder contar con una correspondencia m¨¢s completa que la publicada constituye una oportunidad dif¨ªcil de exagerar para avanzar en la comprensi¨®n de las razones espec¨ªficas que le impulsaron a tomar algunas de sus decisiones fundamentales, y tal vez de la formulaci¨®n y justificaci¨®n que ¨¦stas adoptaron.
El an¨¢lisis comparativo entre el contenido de los documentos que puedan encontrarse en los fondos recuperados y sus escritos ya conocidos, en especial con el diario, puede hacer posible, a su vez, una mejor delimitaci¨®n de la figura pol¨ªtica de Manuel Aza?a; de su comprensi¨®n real de los problemas sociales y econ¨®micos a los que tuvo que hacer frente la II Rep¨²blica, de cuya gravedad pocos dirigentes pol¨ªticos -incluido el propio Aza?a, si tomamos como testimonio su diario- fueron conscientes.
Manuel Aza?a es, sin duda, el mejor exponente de los republicanos -fueran liberales, socialistas o conservadores- que incurrieron en el error de confundir la raz¨®n con el poder, como se?al¨® Santos Juli¨¢. Que confundieron la voluntad firme de transformar Espa?a con la capacidad efectiva para hacerlo sin calcular previamente c¨®mo oponerse a la fuerza de los sectores privilegiados perjudicados por el cambio que propon¨ªan. Sin que sea probable que los fondos pol¨ªticos de su archivo alteren de forma sustancial lo que conocemos de los rasgos principales de su personalidad y pensamiento pol¨ªticos, parece tambi¨¦n indiscutible que aqu¨¦llos constituyen una ayuda inestimable para conocer hechos muy relevantes.
Por ejemplo, cu¨¢l fue su capacidad de maniobra siendo miembro de un partido minoritario, su actuaci¨®n durante la etapa menos conocida de su biograf¨ªa, y sobre todo, su percepci¨®n de las resistencias a las que estaba enfrent¨¢ndose y de las medidas que pudo defender para oponerse con ¨¦xito a ellas sin conseguir llevarlas a la pr¨¢ctica.
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