El nombramiento de Bofill
El nombramiento de Ricardo Bofill como comisario de la Exposici¨®n Universal de Sevilla en 1992 ha provocado el esc¨¢ndalo en algunos sectores de las llamadas fuerzas vivas de la ciudad.Al parecer, nadie o casi nadie discute la capacidad t¨¦cnica y profesional del se?or Bofill en el campo de lo que podr¨ªamos llamar gran arquitectura, ni su renombre universal, ni su prestigio en los medios internacionales. El problema es que es catal¨¢n. Y esto se dice y se repite con intenci¨®n ofensiva en una ciudad como Sevilla, que entre sus muchos t¨ªtulos de gloria de los que puede alardear en su dilatada historia est¨¢ precisamente el de haber sido una ciudad abierta, asimiladora de gentes de las m¨¢s diversas procedencias, que se ha beneficiado, y mucho, de las aportaciones de personas que, viniendo de fuera, han sido seducidas por sus muchos atractivos y por la liberalidad de los nativos, y handesarrollado aqu¨ª las m¨¢s variadas actividades. No hay que recurrir a la erudici¨®n hist¨®rica para recordar infinidad de casos. Pero Bofill es catal¨¢n y el argumento que se utiliza para rechazar su nombramiento es que nunca en Catalu?a hubiesen escogido a un andaluz para un cargo similar. En todo caso, si esto fuese realmente as¨ª, ese ser¨ªa un problema de los catalanes. Pero dudo mucho de que esa fuera una actitud mantenida por el pueblo catal¨¢n en su conjunto. Ejemplos hay, incluso, que demuestran una mayor sutileza por parte de las autoridades de aquella regi¨®n -me viene a la memoria la maniobra intentada hace poco tiempo para que unos campeones del mundo, remeros sevillanos, se afincasen en Catalu?a. para mayor gloria de los colores de la senyera- y que ponen en evidencia que no hay all¨ª un rechazo de todo lo que no sea de aquellas tierras, sobre todo si se trata de primeros espadas.El tema es preocupante, no ya por el hecho de que sea o no el se?or Bofill el designado como m¨¢ximo responsable de la exposici¨®n del 92, sino por la deplorable imagen que se est¨¢ queriendo dar del pueblo sevillano, absolutamente ajena a su trayectoria hist¨®rica y al tradicional talante de sus habitantes.
No es ¨¦sta una cuesti¨®n de progres¨ªa o de esnobismo -como tambi¨¦n se ha dicho-; es sencillamente una cuesti¨®n de sensatez y el deseo de que esta ciudad, y en su conjunto Andaluc¨ªa, no renuncie, y a¨²n m¨¢s por el tan manoseado agravio comparativo, a una de las claves m¨¢s significativas de su pasado y que m¨¢s ha contribuido a enriquecerla. / catedr¨¢tico.
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