Un general mexicano asesina a un obispo ortodoxo espa?ol
Tiroteado hace 10 d¨ªas por un general, Rafael Rom¨¢n, que alega trastornos mentales y que ya se encuentra en libertad bajo fianza, ayer fue enterrado en el cementerio espa?ol de M¨¦xico el obispo archimandrita de la Iglesia ortodoxa griega Pablo de Ballester. La muerte de este catal¨¢n singular, nacido en Barcelona hace 57 a?os, ha merecido en la prensa mexicana los grandes titulares que se reservan a las celebridades.Al margen de sus funciones eclesi¨¢sticas, desempe?¨® la c¨¢tedra de Griego Cl¨¢sico en la Universidad Aut¨®noma de M¨¦xico, y desde su creaci¨®n, hace 10 a?os, fue director del Instituto Cultural Hel¨¦nico, donde potenci¨® la presencia del teatro cl¨¢sico.
Toda su peripecia vital discurri¨® por cauces poco trillados. Siendo seminarista capuchino en Sarri¨¢ descubri¨® que sus antepasados hab¨ªan tomado parte en las expediciones catalanas que en el siglo XIII ocuparon una parte del territorio griego. Esto le indujo a trasladarse a Atenas y a convertirse a la religi¨®n ortodoxa, en la que se orden¨® de sacerdote. Nacionalizado griego en 1959, ese mismo a?o lleg¨® a M¨¦xico para hacerse cargo de las comunidades ortodoxas como vicario episcopal, hasta que fue consagrado obispo en 1970.
Dotado de una inteligencia bri4lante y un raro don de la palabra, la entrada a sus conferencias se pagaba a 300 pesos y rara vez pod¨ªa encontrarse una silla desocupada.
Su amistad con la ex primera dama Carmen Romano de L¨®pez Portillo le convirti¨® durante el pasado mandato presidencial en uno de los hombres m¨¢s influyentes dentro del ¨¢mbito cultural mexicano. Una de sus seguidoras m¨¢s fieles fue la actriz hispano-mexicana Ofelia Guilmain, posiblemente la tr¨¢gica m¨¢s notable de este pa¨ªs. Las causas que rodean su muerte aparecen a¨²n bastante confusas. Oficialmente se ha explicado que el homicida estaba sumamente molesto por la construcci¨®n de la catedral ortodoxa junto a su casa, y que por esa raz¨®n le esper¨® el pasado 22 de enero a que saliese del templo, despu¨¦s de los oficios lit¨²rgicos, para dispararle cuatro tiros. La raz¨®n parece de poco peso, salvo enajenaci¨®n mental, si se tiene en cuenta que la iglesia fue edificada hace ya m¨¢s de un lustro.
La puesta en libertad del general Rom¨¢n, bajo una fianza que no llega a las 200.000 pesetas, ha sido acogida con indignaci¨®n entre sus amigos.
El juez se?al¨® que se hab¨ªa limitado a aplicar lo que la ley marca para un delito de lesiones. Es probable que, tras la muerte del archimandrita, tenga que corregir su decisi¨®n, ya que ahora se trata de un homicidio.
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