Dolores Fern¨¢ndez Feijoo
La ¨²ltima artesana maragata teje mantas y cobertores ayudada por su madre, de 93 a?os, y una t¨ªa, de 83
Es la ¨²ltima artesana del Val de San Lorenzo, un pueblo maragato con una vieja industria tradicional de mantas y cobertores. El r¨ªtmico traqueteo de los telares el¨¦ctricos se oye en cualquier calle del pueblo, pero Dolores Fern¨¢ndez Feijoo nunca quiso electrificar el suyo: es una reliquia del pasado ("era de mi bisabuelo, y tiene m¨¢s de 200 a?os"). Dolores tiene 62 primaveras y unos hermosos ojos grises chispeantes y llenos de vida. Teje mantas y cobertores de colores vivos, ayudada por su madre, Carolina Feijoo, que, pese a haber cumplido los 93 a?os, hila todos los d¨ªas en el peque?o taller familiar, y por su t¨ªa Antonia, de 83, que es la encargada de hacer las canillas.
La sala donde est¨¢ situado el telar da directamente al patio de la vivienda, una casa rural en la zona baja del pueblo, y carece de cielo raso. El fr¨ªo cala hasta los huesos. Pero este singular tr¨ªo no parece sentirlo demasiado. En honor de los visitantes sacan un brasero de carb¨®n, y para ayudar a entrar en calor cantan sones tradicionales del folklore maragato. Esta familia atesora tradiciones antiguas en tal densidad que causan sorpresa. Hace alg¨²n tiempo, un grupo de especialistas de una universidad madrile?a oyeron a Carolina cantar un romance y quedaron asombrados: lo que la anciana estaba recreando era un ejemplo extraordinario de pervivencia de la tradici¨®n oral. Cantaba el Romance de Marquillos, impreso 400 a?os antes por ¨²ltima vez. Dolores Fern¨¢ndez Feijoo, adem¨¢s de artesana mayor de la maragater¨ªa, es folklorista. Ha grabado varios discos de las colecciones de folklore maragato y sabe decenas de canciones, que interpreta a quien se lo pide y con una armoniosa voz y manejando con envidiable desparpajo el pandero. Su madre, a los 93 abriles, se arranca con frecuencia y da unos pasos de baile con un donaire que ya quisiera para s¨ª m¨¢s de una moza veintea?era.Desde hace 35 a?os, desde que enviud¨®, Dolores ocupa en el telar el lado de los hombres; es el trabajo m¨¢s duro, porque hay que mover con una mano la pesada canal, pisar la imprimidera y saber tirar la lanzadera con fuerza y maestr¨ªa para que no se enrede con la urdimbre. Al otro extremo la ayuda su hija Mar¨ªa Luisa: "Que mi pobre madre ya ha tejido bastante, y con hilar ya hace lo suyo".
Hacen mantas, cobertores, alfombras... Es un proceso ¨²nico, una pervivencia del pasado, casi una reliquia. Dolores compra la lana, la lava en el r¨ªo, la seca al sol, despu¨¦s la selecciona amorosamente sobre el regazo y m¨¢s tarde un complicado proceso: la lana se pela, se carda, se hila (la trama en el torno, la urdimbre en la rueca), para m¨¢s tarde hacer la canilla con el fin de que entre en la lanzadera. "La enzuela (urdimbre) tiene que ser torcida y delgada, pero la trama es gorda", dice Dolores, y despu¨¦s explica arcanos secretos de hierbas y minerales para te?ir. El entintado se hace ahora con productos qu¨ªmicos, pero Dolores recuerda el proceso de buscar y coger hierbas y sabe combinarlas para "se te?ir la lana". Flor de sa¨²co, monda verde de nuez, uvas de perro, capuchinas moradas, flor de gordolobo y piedras machacadas: "Cuesti¨®n de combinar y se obtienen los colores, los mejores colores del mundo. Para fijarlos emple¨¢bamos or¨ªn humano".
El trabajo en el telar es lento. Se va a?adiendo hilo a hilo de la trama para hacer paciente y laboriosamente cada pieza, que Dolores firma (una muestra de leg¨ªtimo orgullo artesano) con sus iniciales. Despu¨¦s a¨²n queda colocar el fleco o atar los extremos y cardar si la pieza lo exige. El resultado son piezas artesanas de lana pura, que trabaja casi exclusivamente por encargo. Una manta normal la vende por 9.000 pesetas. "?Que es muy barato dice usted? Ya, pero me voy arreglando. Y adem¨¢s, si lo subo, seguro que me encargan menos. Lo peor son los impuestos". Y se va corriendo a buscar el ¨²ltimo recibo de aut¨®nomos, que nos muestra con enfado. Le acaban de subir la cuota: "Mire, 11.500 pesetas pago. Me lo han subido un disparate. Y cuando me lleg¨® este recibo me pas¨¦ la noche sin dormir, de la rabia. Y es que me cobran lo mismo que s¨ª mi telar fuera el¨¦ctrico".
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