Manuel Aza?a
La aparici¨®n en la Escuela de Polic¨ªa de Madrid del archivo personal del presidente Aza?a ha suscitado gran expectaci¨®n y ha generado m¨²ltiples comentarios de quienes son m¨¢s o menos especialistas en la figura del estadista republicano. Es saludable que as¨ª ocurra, y todos debemos felicitarnos de ello; pero ser¨ªa de gran inter¨¦s adem¨¢s completar el an¨¢lisis hist¨®rico de su pensamiento y la valoraci¨®n de su obra literaria con la constataci¨®n de la vigencia sustancial de los presupuestos pol¨ªticos en los que se bas¨® la vida p¨²blica de Manuel Aza?a.Aza?a, gran conocedor de nuestra historia, sab¨ªa que en Espa?a cualquier intento democr¨¢tico pasaba necesariamente por la sustituci¨®n del ineficaz Estado centralista. No era una tarea f¨¢cil, como se hab¨ªa encargado de demostrar la breve experiencia de la Rep¨²blica federal de 1873, pero el pol¨ªtico de Alcal¨¢ de Henares se esforz¨® con vehemencia en hacer realidad su afirmaci¨®n de que "la Rep¨²blica Espa?ola, siendo unitaria, siendo un r¨¦gimen nacional para Espa?a, ha venido, entre otras cosas, a dar soltura, a libertar los sentimientos y los intereses regionales, contradiciendo y borrando para siempre la opresi¨®n del unitarismo anterior...". Y la mejor demostraci¨®n de lo afirmado fue el papel que desempe?¨® Aza?a, como jefe del Gobierno, en la defensa ante el Parlamento del Estatuto de Catalu?a.
En cuanto a la pol¨ªtica militar, dec¨ªa el pol¨ªtico republicano: "El Ej¨¦rcito serv¨ªa en Espa?a para todo: ha servido para dirimir discordias de la dinast¨ªa, ha servido para ir a las campa?as coloniales, ha servido para ir a ?frica; pero nunca, desde que se acab¨® la guerra de la Independencia, se ha tratado en Espa?a de organizar y formar el Ej¨¦rcito en condiciones tales que pueda competir con un ej¨¦rcito extranjero en una guerra internacional". No trataba Aza?a de suprimir o triturar el Ej¨¦rcito, como han sostenido sus tenaces enemigos, sino de cambiar sustancialmente la instituci¨®n militar, que estaba carcomida por la desorganizaci¨®n y la macrocefalia, heredadas ambas de las guerras civiles del siglo XIX y de la aventura marroqu¨ª de la segunda d¨¦cada de nuestro siglo. Y el cambio consist¨ªa en construir un Ej¨¦rcito profesional, dedicado exclusivamente a su misi¨®n de defender la soberan¨ªa territorial de Espa?a, sometido estrictamente al poder civil.
Los espa?oles, que estamos viviendo el segundo intento que se da en este siglo -el primero fue la II Rep¨²blica- de modernizar y democratizar Espa?a, hemos de ser conscientes de que la resoluci¨®n de los viejos problemas nacionales, entre los que no son desde?ables los que he apuntado levemente, es decisiva para el establecimiento del verdadero r¨¦gimen democr¨¢tico, y por eso se justifica la exigencia de que quienes pueden hacerlo den a conocer sin reservas los proyectos pol¨ªticos de nuestros grandes reformadores, entre los que ocupa un lugar preeminente Manuel Aza?a. /
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