Valle-Incl¨¢n en Francia
En lo que respecta a su producci¨®n teatral, Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n no ha tenido, ni de lejos, la suerte que ha acompa?ado a Federico Garc¨ªa Lorca en los escenarios franceses. En Francia -y quien dice Francia dice Par¨ªs-, el teatro de Valle es pr¨¢cticamente desconocido. En el libro de Marc Beigbeder Le th¨¦?tre en France depuis la lib¨¦ration (Bordas, 1959) hallamos una referencia sobre la que al parecer es la primera producci¨®n importante de Valle que se estrena en r¨¦gimen comercial en una sala de Par¨ªs: Les divines paroles (Divinas palabras), en el Th¨¦?tre des Mathurins, bajo la direcci¨®n de Marcel Herrand. Este estreno se produce en la temporada 1945-1946, 12 a?os despu¨¦s de su estreno en el Espa?ol de Madrid, por la compa?¨ªa de Margarita Xirgu y Alfonso Mu?oz, con escenograf¨ªa de Castelao y direcci¨®n de Rivas Cherif.Aquella misma temporada, en otro teatro de Par¨ªs, el Studio des Champs-?lys¨¦es, se estrenaba la versi¨®n francesa de La casa de Bernarda Alba, que Lorca estren¨® en Espa?a el mismo a?o que Valle sus Divinas palabras, en 1933. En Par¨ªs, la obra de Valle tuvo una acogida discreta, y en cambio, la de Lorca, dirigida por Maurice Jacquemont, fue un ¨¦xito.
Beigbeder cuenta en su libro que el teatro de Valle entr¨® en el repertorio franc¨¦s "por la puerta de la truculencia". "La culpa de ello", sigue diciendo el cr¨ªtico galo, "no hay que atribuirla al director, Marcel Herrand, ni a Germaine Montero, ni al enano Pieral, sino m¨¢s bien al p¨²blico parisiense, deformado por la tradici¨®n libertina". Un p¨²blico que "vio erotismo", sigo citando a Beigbeder, "donde hab¨ªa crudeza, desnudez, verdad, y ante todo, sobre un pueblo cuya reducci¨®n al sexo iba menos dirigida a excitar las braguetas que a testimoniar sobre su miseria".
Un p¨²blico ciego
Beigbeder citar¨¢ una vez m¨¢s a Valle, con motivo del estreno de Les cornes de don Sapristi (Los cuernos de don Friolera), en 1955, en el teatro Charles-de-Rochefort, en un montaje de Marcel Lupovici que se present¨® al Concurs des Jeunes Compagnies. El juicio del cr¨ªtico es que el p¨²blico segu¨ªa ciego ante el teatro de Valle, aunque en esta ocasi¨®n parece ser que el director ten¨ªa su parte de culpa.Y llegamos a la noche del 31 de marzo de 1963, en la que se estrena en el Palais de Chaillot, sede del c¨¦lebre Th¨¦?tre National Populaire (TNP), dirigido por Jean Vilar, Lumi¨¨res de boh¨¨me (Luces de bohemia). El esperpento ¨¦pouvantail, como tradujo acertadamente Jeannine Worms (que firmaba la adaptaci¨®n francesa), fue puesto en escena por Georges Wilson, quien se reserv¨® para s¨ª el papel de Max Estrella.
De la obra se ofrecieron 27 representaciones, y llegaron a verla un total de 53.723 espectadores. Las cifras, comparadas con otros espect¨¢culos que programaba el TNP por aquellos a?os, no son nada despreciables, m¨¢s bien todo lo contrario. La cr¨ªtica, en conjunto, fue elogiosa, si bien la mayor¨ªa de esos elogios iban a los int¨¦rpretes y, en lo que respecta a la obra de Valle, se repet¨ªan una serie de t¨®picos que evidenciaban una vez m¨¢s el desconocimiento sobre su teatro. Pero lo grave fue que en las representaciones de Luces de Bohemia que dio el TNP se suprirnieron dos escenas, la und¨¦cima (la de la mujer que lleva en brazos a su ni?o muerto, "Ia sien traspasada por el agujero de una bala" disparada por la polic¨ªa, ?menuda escena!) y la decimocuarta (la del cementerio). Se suprimieron esas dos escenas, por razones t¨¦cnicas, y se alter¨® el orden de algunas otras. As¨ª que, en rigor, puede afirmarse que Luces de bohemia sigue sin estrenarse en los escenarios franceses.
Hubo quien dijo que despu¨¦s de aquel montaje en Chaillot, que coincidi¨® pr¨¢cticamente con la reposici¨®n de Divinas palabras en el Od¨¦on-Th¨¦?tre de France, iba a abrirse en Francia un gran ciclo Valle-Incl¨¢n, algo parecido a lo que hab¨ªa ocurrido con el teatro de Lorca a ra¨ªz del estreno de La casa de Bernarda Alba en la temporada 1945-1946. Pero no sucedi¨® tal cosa.
Valle, a pesar del respeto y de la consideraci¨®n de los profesores y cr¨ªticos franceses interesados por nuestro teatro, sigue siendo pr¨¢cticamente un desconocido en los escenarios del pa¨ªs vecino.
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