El poder en la garganta
Coproducci¨®n franco-polaca planteada como una gran operaci¨®n de prestigio -el Ministerio de Cultura franc¨¦s, Film Polski y el premio Louis Dellue 1982 avalan la maniobra-, Danton es una revisitaci¨®n de los mitos, dramas y ret¨®ricas de la Revoluci¨®n Francesa. Su mayor atractivo y novedad descansa en el trabajo iconogr¨¢fico y de elaboraci¨®n del decorado. No es la primera vez que se hace, pero a¨²n contin¨²a siendo ins¨®lito que un filme de historia prescinda del cart¨®n piedra, de las gigantescas reconstrucciones en estudio. Danton lo hace, busca en los decorados naturales esa verdad a la que traicionaban De Mille y sus ep¨ªgonos.El Danton de Wajda, a menudo, parece un David al que se ha dotado de movimiento. El resultado de esa impresi¨®n es semejante al de aquella publicidad que convert¨ªa a Goya en dibujos animados: un fuerte deseo de que la imagen quede congelada de nuevo, reducida a pintura, a su aut¨¦ntica condici¨®n. En Danton sucede lo contrario que en los denostados espect¨¢culos hist¨®ricos de Hollywood: aqu¨ª, lo incre¨ªble son los personajes, mientras que en la meca del cine lo eran los ambientes.
Danton
Director. Andrzej Wajda. Int¨¦rpretes: Wojciech Pszoniek, Gerard Depardieu, Patrice Chereau, Buguslaw Linda, Angela Winkler. Gui¨®n: Jean Claude Carriere. Basado en 'El caso Danton', de Stanislawa Przybyszewska. Fotograf¨ªa: Igor Luther. M¨²sica: Jean Prodomides. Cines: Azul y Minicine 1.
Wajda ha privilegiado el respeto a la superficie de las cosas; en cambio, en Hollywood se interesaban s¨®lo por la potencialidad ficcional de los hechos. En ambos casos, la aut¨¦ntica Historia permanece al margen, misteriosa e inexplicada.
Las razones por las que los personajes flotan como separados y ajenos al decorado no siempre son f¨¢ciles de explicar. No hay duda de que contribuye a ello el escaso poder de convencimiento que transmiten en momentos que debieran seducir o aterrorizar -Robespierre ante la Convenci¨®n es un buen ejemplo del problema-. Tambi¨¦n pesa negativamente la escasa claridad del debate ideol¨®gico o el alejamiento emocional del espectador occidental, que no establece paralelismo con la trama tal y como se ve forzado a hacer el p¨²blico polaco, para el que Robespierre -fr¨ªo, lejano, servidor del Estado y el poder- es un precedente de JaruzeIski y Danton -vital, gourmet, confiado- lo es de Walesa. Desde esta perspectiva, el pelo cortado para la guillotina remite a Mathausen; las manipulaciones en los murales de David, que impone Robespierre, son un trasunto de las fotograf¨ªas trucadas de la Enciclopedia Sovi¨¦tica; el inicio del terror equivale a la proclamaci¨®n de la ley marcial, etc¨¦tera.
Jugar con el tiempo
Respecto a los contactos con la actualidad, el propio Wajda ha explicado que su Danton tiene una interpretaci¨®n crispada y exagerada porque as¨ª es como hablaban y gesticulaban los polacos durante los momentos del triunfo de Solidaridad.Si todo ese juego con el tiempo, de comparaciones de ¨¦pocas, es pobre y primario, no sucede lo mismo con otras ideas potencialmente ricas, como la de que la derrota de Danton se deba a que se queda af¨®nico. Pierde la voz debido a la utop¨ªa de la democracia directa, a ese populismo que le lleva a desde?ar los medios de comunicaci¨®n, a esa naturalidad e improvisaci¨®n que le alejan de las t¨¦cnicas del actor o el pol¨ªtico, que falsea -impost¨¢ndola- su voz.
Siempre, ante las amenazas de Robespierre, Danton amenaza con tomar la palabra y todos le temen. Con ella convoca a los suyos, convence a los indecisos, se comunica con el pueblo. Pero Robespierre se ha asegurado el control de los altavoces y proh¨ªbe periodistas, escribas, diarios, etc¨¦tera, de manera que su rival tenga que gritar cada vez m¨¢s, hasta que su garganta se rompa y, con ella, su cuello bajo la cuchilla de monsieur Guillotin.
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