La amenaza de Teher¨¢n / 1
Todo eso hace hoy que el golfo P¨¦rsico sea una bomba de relojer¨ªa, cuyo estallido podr¨ªa poner en peligro intereses vitales para la econom¨ªa y la seguridad del mundo occidental.Hace dos meses, en Ginebra, un alto funcionario de la OPEP, de vuelta de un viaje por los Estados del ¨¢rea, me comentaba las impresiones de algunos responsables saud¨ªes, en el sentido de que si los iraqu¨ªes se vieran impotentes ante una ofensiva iran¨ª, que amenazara claramente su integridad territorial o su estabilidad pol¨ªtica, ¨¦stos acabar¨ªan atacando el terminal pe trolero de la isla de Kharg, absolutamente vital para la deteriorada econom¨ªa iran¨ª, y ante ello Teher¨¢n reaccionar¨ªa probablemente contra el resto de los suministros de crudo del Golfo P¨¦rsico.
Dicha ofensiva iran¨ª estaba entonces prevista hacia la segunda mitad de febrero, cuando durante cinco o seis semanas, el suelo pantanoso de Chat-el-arab se endurece lo suficiente para permitir una gran movilidad a armas y veh¨ªculos.
El aspecto militar
Si como consecuencia de esta ofensiva, el r¨¦gimen iraqu¨ª se viese en grave peligro y decidiera la destrucci¨®n de la isla de Kharg, los iran¨ªes intentar¨ªan probablemente cerrar el estrecho de Ormuz por d¨®nde pasa diariamente el 34% del petr¨®leo comercializado internacionalmente, y eventualmente atacar por mar y aire los principales objetivos econ¨®micos del golfo P¨¦rsico (fig.1), todos ellos elementos claves en el abastecimiento energ¨¦tico de Occidente.
El origen inicial de la amenaza de Teher¨¢n se encuentra en el intento iraqu¨ª de reparar sus instalaciones de exportaci¨®n en el puerto de Fao, en el golfo P¨¦rsico, ¨²nica forma de poder seguir financiando su interminable guerra con Ir¨¢n.
Irak est¨¢ instalando un sistema de single-point mooring (SPM) para cargar grandes petroleros, y limpiando de minas y dragando los canales de acceso al mismo.Tales trabajos podr¨¢n estar terminados en unas cuantas semanas, a condici¨®n de que los iran¨ªes no intervengan militarmente. Y para asegurarse de que ello sea as¨ª, Irak adquiri¨® y recibi¨® de Francia cinco aviones Super-Et¨¦ndard el pasado mes de octubre, a los cuales ha equipado con misiles franceses AM-39 Exocet y Scud-B sovi¨¦ticos, amenazando con destruir el terminal iran¨ª de la isla de Kharg si ¨¦stos interrumpen las obras de Fao.
Hasta ahora, ambos contendientes han tenido buen cuidado de respetar ambas terminales pero con una ofensiva con ¨¦xito en Chat-el-arab, pondr¨ªa en peligro mucho m¨¢s La respuesta iran¨ª fue clara: si los iraqu¨ªes atacan que un terminal petrolero. No obstante la postura de los iran¨ªes es clara: si los iraqu¨ªes destruyen el terminal de la isla de Kharg, ellos bloquear¨¢n el estrecho de Ormuz. Sin embargo, la realizaci¨®n de tal amenaza est¨¢ por encima de las posibilidades militares de este pa¨ªs.
El estrecho de Ormuz no es el canal de Suez, que pueda cerrarse durante meses hundiendo unos pocos barcos en ¨¦l: la anchura del mismo, alcanza 56 kil¨®metros en su punto m¨¢s angosto, y cada uno de los dos canales de navegaci¨®n utilizados por los petroleros -uno de entrada y otro de salida del golfo- tienen casi cuatro kil¨®metros de anchura y unos 90 metros de calado.
Para detener el tr¨¢fico, Ir¨¢n tendr¨ªa que minar el estrecho, atacar los barcos con artiller¨ªa desde la costa o mediante acciones navales o a¨¦reas. Ninguna de tales t¨¢cticas tendr¨ªa posibilidades de ¨¦xito si el mundo occidental no lo tolera, y sobre este punto parecen existir muy pocas dudas. Actualmente se encuentran en la zona unos 20 buques de guerra de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Australia, entre ellos dos portaviones y una fuerza de desembarco constituida por 2.000 marines. Ambos tienen en teor¨ªa poder suficiente para aniquilar a la fuerza a¨¦rea iran¨ª, estimada en unos 40 aparatos operacionales, a la flota y a las instalaciones militares terrestres en el estrech¨®.
En tales condiciones, parece dif¨ªcil a primera vista que el Gobierno iran¨ª intente: bloquear Ormuz o atacar uno o varios grandes terminales del golfo, exponi¨¦ndose a una derrota a manos de los angloamericanos, sobre todo cuando los acontecimientos juegan a su favor en otros lugares. Sin embargo, en Oriente Pr¨®ximo nada suele ser lo que parece a primera vista, y m¨¢s cuando detr¨¢s de todo ello se encuentra un poder absolutamente decidido y plenamente convencido de tener a Dios de su parte.
El aspecto pol¨ªtico
En estas circunstancias, uno de los problemas m¨¢s importantes que se plantean es el de las consecuencias . que una intervenci¨®n militar occidental aun realizada con pleno ¨¦xito, puede tener en el delicado equilibrio geopol¨ªtico de la zona. Los pa¨ªses del golfo amigos de Occidente, y en particular Arabia Saud¨ª, han procurado siempre mantener sus distancias en materia militar; una confrontaci¨®n directa de Estados Unidos y Reino Unido con los fundamentalistas isl¨¢micos podr¨ªa tener consecuencias serias sobre las comunidades chiitas de estos pa¨ªses, comunidades que son fuertemente mayoritarias en las provincias petroleras saud¨ªes y en algunos Estados del golfo.
Afortunadamente, la Uni¨®n Sovi¨¦tica tiene tanto inter¨¦s como Estados Unidos en evitar una crisis generalizada, ya que el problema de los fundamentalistas isl¨¢micos afecta directamente a su seguridad interna, al constituir los chiitas una parte considerable de las poblaciones de las rep¨²blicas de Turkmenenist¨¢n y Uzbekist¨¢n, y en temas de seguridad interna los sovi¨¦ticos son absolutamente implacables. -La intervenci¨®n en Afganist¨¢n fue una primera demostraci¨®n de hasta d¨®nde est¨¢ dispuesto a llegar Mosc¨² para frenar los efectos anticomunistas de la revoluci¨®n isl¨¢mica.
Por otro lado, los Estados conservadores del ¨¢rea, a trav¨¦s del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo, est¨¢n haciendo grandes esfuerzos para detener la guerra, o al menos para mantenerla limitada a los frentes de batalla terrestres. Las bombas colocadas el pasado diciembre en diversos objetivos econ¨®micos de Kuwait, reivindicadas por un grupo radical denominado Jihad (Guerra Santa), el mismo que reivindic¨® los atentados de Beirut contra norteamericanos y franceses, y los diversos "frentes de liberaci¨®n" que se est¨¢n mostrando activos en algunas importantes zonas petroleras del ¨¢rea, aparentemente financiados por Teher¨¢n, son problemas que quitan hoy el sue?o a los responsables de los Estados del golfo.
La amenaza de Teher¨¢n es, por las razones expuestas, mucho. m¨¢s peligrosa en el plano pol¨ªtico-religioso que en el plano militar, pudiendo llegar a darse la paradoja de que una intervenci¨®n anglonorteamericana para preservar la libertad de navegaci¨®n en los estrechos se viese en ¨²ltima instancia condenada por algunos o todos los pa¨ªses del ¨¢rea, tanto por razones de pol¨ªtica interna como por temor a enfrentarse directamente al poderoso vecino del Norte, cuyo r¨¦gimen actual para muchos de sus habitantes es el m¨¢s genuino defensor de la fe y de los verdaderos creyentes.
En concreto, si una victoria militar iran¨ª consiguiera derrocar el actual r¨¦gimen de Bagdad, la influencia jomeinista se extender¨ªa como un reguero de p¨®lvora: Irak, Siria y el L¨ªbano quedar¨ªan en esta ¨®rbita casi de inmediato, y las probabilidades de los reg¨ªmenes moderados del Golfo, de frenar los movimientos reivindicativos de sus poblaciones chiitas disminuir¨ªan vertiginosamente. Todos los suministros petroleros procedentes, no ya del Golfo P¨¦rsico, sino de todo Oriente Medio quedar¨ªan entonces procedentes de un hilo.
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