Magistratura y terrorismo en Italia: salir de la emergencia
Parece com¨²nmente aceptado que unode los factores que ayudan a explicar la aparici¨®n de cierto terrorismo, terrorismo rosso, en Italia fue la decadencia de las perspectivas de transformaci¨®n de la sociedad que para muchos hab¨ªa abierto 1968.Sectores fundamentalmente j¨®venes, en vista de la clausura de ese horizonte, habr¨ªan buscado -desesperada y disparatadamente-, mediante la violencia arma da dirigida contra objetivos espe cialmente significativos del siste ma con que se quer¨ªa acabar, aquello que, estimaban, la pol¨ªtica les estaba negando. Este punto d¨¦ vist¨¢ puede ser discutido, m¨¢s o menos aceptado, pero ser¨¢ dif¨ªcil cuestionar que es precisamente de esa manera como amplias capas de la izquierda, especialmente de la izquierda comunista, pero no s¨®lo, han vivido en su conciencia -en su subconsciente, tal vez- la irrupci¨®n de aquel fen¨®meno. Naturalmente, con el consiguiente efecto impl¨ªcita y subliminalmente autoculpabilizador, bien rentabilizado desde otros frentes.
S¨®lo as¨ª podr¨ªa interpretarse el apoyo incondicionado y acr¨ªtico de importantes ¨¢reas de la oposici¨®n di sinistra a los mecanismos de respuesta, por muchos motivos inaceptables, con que el poder decidi¨® salir al paso de aquella agresi¨®n.
Efectivamente, formaciones pol¨ªticas y sindicales dieron por buena, sancion¨¢ndola con su adhesi¨®n, una manera de entender la realidad desde el prisma de la dial¨¦ctica amigo/enemigo, en cuya virtud la existencia misma del terrorismo legitimaba sin posibilidad de discusi¨®n cualquier modo de reacci¨®n estatal frente al mismo. Coherentemente, resultaba as¨ª deslegitimado todo apunte de conflicto social, se abdicaba de la critica, se renunciaba virtualmente al ejercicio de cualquier forma sig nificativa de oposici¨®n... Podr¨ªa decirse, en fin, que buena parte de esa izquierda -la institucional, sobre todo- acept¨® abrir un par¨¦n tesis en la din¨¢mica y el debate pol¨ªtico como algo exigido por lo extraordinario de la situaci¨®n.
Poderes y jurisdicci¨®n,
As¨ª, desde hace ya unos a?os, la democracia italiana vive -Rossana Rossanda dir¨ªa "rnuere"- precisamente "de emergencia".
Desde una inteligencia de la higtoria inmediata y de la actual coyuntura a partir de esas claves, hace algunos d¨ªas Magistratura Democr¨¢tica reflexionaba en su VI Congreso, celebrado en Sorrento, sobre el tema "poderes y jurisdicci¨®n", en un momento en que esa relaci¨®n se ha visto notablemente transformada por obra y gracia del cierre de determinados cauces en el interior de las instituciones. Ello ha dado lugar, por una parte, a que cada vez con m¨¢s frecuencia demandas sociales que, por exigir actitudes m¨¢s o menos frontales de oposici¨®n, carec¨ªan de valedores en otros ¨¢mbitos del espacio pol¨ªtico, llegaran a los jueces en busca, si no de soluciones seguramente imposibles en ese marco, s¨ª al menos de una simb¨®lica aceptaci¨®n legitimadora. Y, por otra, a que la misma magistratura se haya visto ejerciendo, como instancia de fiscalizaci¨®n, una cierta suplencia de otro tipo de controles que, cuando menos de facto, han dejado de funcionar en t¨¦rminos apreciables. Probablemente, con la coartada de que el poder no est¨¢ ahora como para malgastar sus esfuerzos autolimit¨¢ndose.
Pero esa enfatizaci¨®n del momento judicial no es el ¨²nico fruto de la situaci¨®n, ni tampoco la preocupaci¨®n exclusiva de Magistratura Democr¨¢tica.
La justicia ha sido tambi¨¦n llevada, o mejor, legalmente empujada, a dar a su funci¨®n una inflexi¨®n regresiva desde el punto de vista de las garant¨ªas, que se ha traducido, sobre todo, en una estimable degradaci¨®n del orden penal-procesal emanado de la Constituci¨®n.
Algo que resulta especialmente visible en algunos grandes procesos, de los que el 7 aprile es un buen exponente. Aparatosas e imprecisas hip¨®tesis acusatorias, amplificadas por la enorme incidencia de los medios de comunicaci¨®n sobre una opini¨®n tan permeable a estos temas, han funcionado como aut¨¦nticas verdades preconstituidas, fundamento de condenas que se dan como tales desde hace a?os y que, procesalmente, pudieran no llegar a producirse nunca, en vista de las dificultades probatorias.
La polarizaci¨®n del inter¨¦s que as¨ª se ha ocasionado en tomo a "la cuesti¨®n criminal" por excelencia ha supuesto el abandono de otros temas de reflexi¨®n. Ha provocado una cierta cultura, o quiz¨¢ una cierta sensibilidad de la emergencia, que implica la insensibilizaci¨®n frente a fen¨®menos de no menor relevancia negativa que pueden estar d¨¢ndose en otras ¨¢reas de los derechos civiles.
El terrorismo se apaga
As¨ª, por ejemplo, en el ¨¢mbito del derecho laboral, donde cabe constatar un franco retroceso y una limitaci¨®n del sistema de garant¨ªas configurado en los primeros a?os setenta. Como muestra con elocuencia el que se conoce por acuerdo Scotti, entre el Gobierno y las partes sociales, que junto a otras cosas apunta hacia una tendencial eliminaci¨®n de la mediaci¨®n jurisdiccional, con objeto de "contribuir a una remoci¨®n de las causas de la microconflictualidad...", en una perspectiva francamente te?ida de neocorporativismo.
Sobre el fondo de estas y otras cuestiones, la izquierda judicial italiana ve, por fortuna, apagarse el terrorismo. Pero m¨¢s por la propia inviabilidad de su absurdo proyecto, que no consigui¨® prender de manera apreciable en el tejido social, que por las medidas suscitadas para hacerle frente. Y se pregunta ahora c¨®mo romper esa ciega espiral, c¨®mo quitarse de encima esa herencia terrible.
Porque existe el miedo fundado a que el Estado de la crisis, los intereses en ¨¦l m¨¢s consistentemente representados, puedan sentir de la misma manera, con y sin terrorismo, la necesidad de mantener en actividad id¨¦nticos mecanismos de control social. La misma situaci¨®n de emergencia, que ha hecho del pluralismo conflictual, antes savia de la convivencia en la sociedad democr¨¢tica, un objeto de represi¨®n o de censura.
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