La presi¨®n de EE UU evita que la reuni¨®n de Londres se pronuncie contra los enterramientos nucleares
Las fuertes presiones de Estados Unidos han impedido que la 8? Conferencia de la Convenci¨®n Internacional sobre Vertidos en el Mar, celebrada en Londres, se pronuncie contra el enterramiento bajo el lecho marino de residuos de alta radiactividad, pese a que 17 de los 36 pa¨ªses asistentes, y entre ellos Espa?a, se hab¨ªan declarado en contra. Ninguna de las naciones que patrocinaron la prohibici¨®n se atrevi¨® a someterla a los votos de los presentes, no s¨®lo por no arrostrar directamente las iras de Washington sino porque todo el mundo observaba que las otras delegaciones se encontraban en la misma situaci¨®n escasamente decidida. En palabras del jefe de la delegaci¨®n espa?ola, Jos¨¦ Luis Pardos, "no exist¨ªa ambiente para pedir un voto". Adem¨¢s, explicaron otras fuentes, los enterramientos no ser¨¢n t¨¦cnicamente posibles, en el mejor de los casos, hasta dentro de 10 a?os, por lo que nadie estim¨® conveniente provocar un enfrentamiento en estos momentos.
Un punto positivo
El texto aprobado por consenso como resumen de la conferencia tiene un solo punto positivo. Estados Unidos, como el Reino Unido, Francia, Suiza y los Pa¨ªses Bajos, que formaron siempre cu?a con Washington, han aceptado que la convenci¨®n de Londres es el foro internacional apropiado para estudiar el problema de los enterramientos. Hasta este momento, estos pa¨ªses manten¨ªan que la Convenci¨®n trata s¨®lo de vertidos y que los enterramientos eran materia de la Agencia de Energ¨ªa At¨®mica, o de la OCDE, dos organismos controlados por los pa¨ªses de alta tecnolog¨ªa. Los pa¨ªses a favor de los enterramientos aceptaron tambi¨¦n no realizarlos hasta que se demuestre que son "ambientalmente aceptables" y que los residuos quedan efectivamente aislados del medio marino. Asimismo, decidieron esperar hasta que la convenci¨®n elabore un mecanismo que regule el dep¨®sito de estas sustancias.Este ¨²ltimo p¨¢rrafo puede ser objeto de una interpretaci¨®n muy favorable a Estados Unidos, porque supone que todo el mundo da por sentado que los enterramientos de alta radiactividad son legales en determinadas circunstancias. Es decir: Espa?a, como los otros 16 pa¨ªses, parece haber cedido en el problema de principio: negarse a que se coloquen en el mar o bajo ¨¦l desechos que son en potencia altamente contaminantes. Jos¨¦ Luis Pardos asegur¨® que ¨¦sta no es su interpretaci¨®n y que la postura espa?ola queda recogida, como la de los otros pa¨ªses contrarios, en un anejo adjunto a las actas de la conferencia.
En los cinco d¨ªas de debates, qued¨® claro que Estados Unidos hab¨ªa arrancado a los pa¨ªses contrarios a esta pr¨¢ctica el compromiso de no pedir votaciones. Algunos miembros de la delegaci¨®n espa?ola se declararon partidarios de forzarlas, pero, al parecer, existieron claras instrucciones del Ministerio de Asuntos Exteriores en sentido contrario. Al imponer la filosof¨ªa del consenso, Washington obtuvo una ventaja.
Seg¨²n el texto consensuado, las investigaciones podr¨¢n continuar, aunque los pa¨ªses interesados se comprometen a no experimentar utilizando residuos de alta radiactividad. Las dos zonas elegidas hasta ahora para dichas investigaciones est¨¢n en el Caribe y en el Atl¨¢ntico cerca de las islas Canarias. Una vez elaborada la t¨¦cnica que permita enterrar los residuos sin que est¨¦n en contacto con el medio marino, se estudiar¨¢ en el seno de la convenci¨®n una serie de normas que regulen dicha pr¨¢ctica. Ser¨¢ en ese momento cuando los pa¨ªses contrarios podr¨¢n suscitar inconvenientes e intentar paralizar el proceso. No obstante, para entonces Estados Unidos, el Reino Unido y Francia habr¨¢n invertido ya una fuerte suma de dinero en las investigaciones.
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