La educaci¨®n dom¨¦stica del perro joven
Lo que importa es no hacer del cachorro una peque?a bestia caprichosa o un pendenciero
Pasando por alto el af¨¢n de limpieza que toda persona asume con la posesi¨®n de un perro de pocas semanas, y que les lleva indefectiblemente a ansiar el momento en que pueda ser ba?ado, hay otra cuesti¨®n que tambi¨¦n pretenden resolver de inmediato: hay que educar al animal para que no orine ni defeque ni muerda ni llore. Tal vez los nuevos amigos de un perro reci¨¦n llegado a la casa olvidan algo tan importante como que se trata de un ser vivo, totalmente carente de experiencia y absolutamente incapacitado para controlar sus necesidades fisiol¨®gicas o moderar su actitud de cachorro.De entrada, conviene que usted se haga la cuenta de que la educaci¨®n debe empezar desde que el perro entra en su hogar, pero hasta pasados por lo menos tres ineses, no tiene derecho a esperar resultados alentadores. Si quiere de verdad que todo vaya bien, controle su salud, d¨¦jele descansar cuanto apetezca, organ¨ªcele las comidas y procure que los juguetes que se le proporcionan, o aquellos de los que ¨¦l se apropia, no puedan lastimarle. Eso y poco m¨¢s es suficiente en principio. Algo muy a tener en cuenta es la posibilidad de que reciba ense?anzas o incitaciones contrarias a lo que se piensa podr¨ªa ser su comportamiento en el futuro, y, contra eso s¨ª es necesario luchar. Un ejemplo nos servir¨¢: si hay ni?os en casa es posible que el animal sea molestado priv¨¢ndole de su descanso, o que cada uno de los objetos que pretende sea motivo de pelea. Si el perro se acostumbra desde peque?o a tener que disputar por la fuerza lo que quiere, de mayor seguir¨¢ la misma linca y ser¨¢ -nadie lo dude- un perro pendenciero.
En esas peleas de que habla mos el perro llevar¨¢ la peor parte, y el posible da?o que pueda ocasionar a sus amigos no ser¨¢ nada comparado con el que ¨¦l puede recibir v¨ªctima de un ni?o enfadado.
Cuanto m¨¢s tranquilo permanezca, mejor educado ser¨¢ en el futuro, aunque tambi¨¦n conviene tener en cuenta el riesgo de convertir a la peque?a bestia en un caprichoso que nos har¨¢ la vida imposible.
Un cachorro de perro es siempre un ser desvalido, con poca fijaci¨®n y d¨¦bil hasta cierto punto, con apariencia de desgraciado y mirada triste, que pronto aprender¨¢ a utilizar en su provecho. Nos costar¨¢ trabajo rega?arle, pero cuando no hay otro remedio, no vacile.
He se?alado siempre tres reglas que considero imprescindibles para acometer con ¨¦xito la educaci¨®n del perro:
1? Para ense?ar modales hay que tenerlos.
2? No le desoriente nunca.
3? Nunca olvide que el inteligente es usted.
Si las tiene presentes, los resultados ser¨¢n siempre satisfactorios. Pero si algo falla, tampoco lo dude: la culpa es de usted, no del perro.
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