La vida, un 'ready made'
Era hombre y cat¨®lico y quiso jugar a ser jud¨ªo cambiando de sexo. Por eso adopt¨® el nombre de Rrose S¨¦lavy. El inventor del ready made procur¨® que la suya fuera una vida poco manipulada, un ready made continuo que se cuida del salvajismo art¨ªstico comport¨¢ndose ¨¦l mismo como un salvaje indomable. Los guijarros de la playa de Cadaqu¨¦s son, a su vez, suspiros de estos "objetos, tal cual, mirados y escogidos por el artista", padres del arte pobre. As¨ª lo cree cierto ampurdan¨¦s -que ha perdido su identidad en memoria de lo que intent¨® Duchamp sin lograrlo- que busca con la vaga esperanza de recuperar un parasol construido por el artisita para su terraza de piedra dura. Sus impresiones concuerdan con las de los familiares de Duchamp. Efectivamente, el artista construy¨® un ins¨®lito parasol capaz de aguantar la tramontana, digno de formar parte del ensamblaje ?tant donn¨¦s, si no se hubiera perdido.Como la Explosi¨®n de un dep¨®sito de tejas, que tambi¨¦n pudo ser el nombre de Nu descendant l'escalier, seg¨²n descripci¨®n de un periodista aceptada con entusismo por el propio Duchamp, la identidad del artista franc¨¦s se reparte en miles de peque?os trozos cuya recomposici¨®n es dif¨ªcil de lograr. O como la pared de su apartamento, construida a plazos con los cartones que le sumistraba su lavander¨ªa al entregarle las camisas reci¨¦n planchadas. El "dada¨ªsmo exacerbado" de Duchamp se convirti¨® en eterna excusa para justificar sus silencios y sus secretos. As¨ª pudo mantener una hija y una obra en la pr¨¢ctica clandestinidad. As¨ª, tambi¨¦n, pudo llevar hasta el l¨ªmite su aparente esp¨ªritu de contradicci¨®n y su af¨¢n por contradecirse. Fue casi el ¨²nico dada¨ªsta, en opini¨®n de Pontus Hulten. Disfrut¨® de la juventud americana cuando fue joven y no quiso renunciar tampoco a un cierto liderazgo que, aunque le pesara reconocerlo, le confer¨ªa su calidad de artista europeo.
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