Elecciones en Catalu?a
CON LA firma del decreto por el que se convocan las elecciones auton¨®micas catalanas para el pr¨®ximo 29 de abril, el presidente de la Generalitat abri¨® ayer de forma oficial la carrera electoral que desde hace meses ha dominado de hecho la actividad pol¨ªtica catalana.El Parlament de Catalu?a celebr¨® el pasado 2 de marzo su ¨²ltima sesi¨®n plenaria. La legislatura que acaba se ha caracterizado por una estabilidad mayor de lo que se presum¨ªa hace cuatro a?os, cuando Jordi Pujol accedi¨® a la presidencia de la Generalitat merced a la mayor¨ªa relativa conseguida en las elecciones de 1980. Desde entonces ha sobrevivido en el cargo gracias a su habilidad para las alianzas y a la desaparici¨®n del Grupo Centrista. En realidad, en este momento Pujol se apresta a la lucha electoral despu¨¦s de haber gobernado con una mayor¨ªa de la que han formado parte, adem¨¢s de la coalici¨®n de Converg¨¨ncia i Uni¨®, diputados de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Centristes de Catalunya, Centro. Democr¨¢tico y Social y, al final de la legislatura, Alianza Popular. Una mayor¨ªa conservadora en la que sus puntos de vista contrapuestos sobre la cuesti¨®n catalana no han sido nunca obst¨¢culo para mantener en el poder a un Gobierno nacionalista frente a socialistas y comunistas.
Cualquier pron¨®stico sobre el resultado de las elecciones ser¨ªa aventurado. De entrada, las dos grandes fuerzas pol¨ªticas de Catalu?a, Converg¨¨ncia i Uni¨® y los socialistas, descartan la posibilidad de una gran coalici¨®n a semejanza de la que en los a?os sesenta protagonizaron los democristianos y socialdem¨®cratas alemanes. En el cuadro electoral catal¨¢n aparecen distorsiones efectivas respecto al mapa gen¨¦rico del de Espa?a, por cuanto se superpone a la dicotom¨ªa derecha-izquierda la que se deriva del fen¨®meno nacionalista. Sin embargo,. tampoco puede establecerse un paralelismo con la situaci¨®n en Euskadi, donde las circunstancias son bien distintas, sobre todo por lo que concierne al c¨¢ncer del terrorismo.
No obstante estas diferencias, alg¨²n paralelismo es visible: la ambig¨¹edad program¨¢tica de Converg¨¨ncia i Uni¨® puede permitirle, al igual que ocurre en el caso del Partido Nacionalista Vasco (PNV), la posibilidad de diferentes coaliciones o apoyos parlamentarios, tal y como se ha demostrado en la legislatura que ahora se cierra. Y en ¨²ltimo t¨¦rmino, la viabilidad del proyecto global de la comunidad aut¨®noma catalana pasa, como en el caso vasco, por el di¨¢logo entre sus dos grandes fuerzas, cuya implantaci¨®n es muy probable salga clarificada de los pr¨®ximos comicios.
Por lo que se, refiere a la campa?a en s¨ª, se presiente dura. Esperemos, no obstante, que no alcance, como sucedi¨® en Euskadi, las caracter¨ªsticas de una guerra verbal que distancie tanto a los l¨ªderes que luego dificulte a¨²n m¨¢s los eventuales pactos poselectorales. Pues sin ese di¨¢logo b¨¢sico entre la derecha conservadora nacionalista de Catalu?a y la izquierda de los socialistas, reivindicadores tambi¨¦n con todo derecho del esp¨ªritu del nacionalismo catal¨¢n, el desarrollo de la autonom¨ªa se har¨¢ imposible.
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