En el 80? aniversario de Karl Rahner
Friburgo de Brisgovia, la ciudad de la Selva Negra ligada para siempre al recuerdo de Mart¨ªn Heidegger, celebr¨® ayer el aniversario de otro de sus nativos, espiritualmente emparentado con el anterior: Karl Rahner, uno de los grandes te¨®logos cat¨®licos, de los padres del Vaticano II, todav¨ªa vivientes. Creyente profundo y leal, amante celoso (y, por tanto, cr¨ªtico) de la Iglesia, patrocinador del di¨¢logo de frontera no s¨®lo entre Iglesia y cultura, sino entre la ciencia y el incierto futuro humano. Nadie escatima hoy a Rahner su influjo decisivo sobre el perfil espiritual de la ¨¦poca. J. Moltmann, el pionero te¨®logo reformado, le llamaba ya en 1975 "arquitecto de la m¨¢s reciente teolog¨ªa cat¨®lica", y su ¨¦mulo cat¨®lico H. U. von Balthassar, "la m¨¢s vigorosa potencia teol¨®gica de nuestro tiempo". Desde Espa?a hay que decir que est¨¢ ¨ªntimamente ligado a la transformaci¨®n de nuestra cultura cat¨®lica -tanto eclesi¨¢stica como laica en torno al Vaticano II. As¨ª lo atestigua el libro-homenaje que amigos y disc¨ªpulos le dedican en 1974,- cuando la universidad de Comillas de Madrid le confiere el doctorado honoris causa. En ese homenaje encontramos entremezcladas las firmas de Zubiri y Boff, Olegario G. de Cardedal y Gonz¨¢lez Faus, L. Maldonado y R. Panikkar, La¨ªn Entralgo, Ruiz de la Pe?a y un largo etc¨¦tera.
Sin embargo, los primeros frutos intelectuales de esta prometedora figura parec¨ªan condenados al olvido. Al t¨¦rmino de sus estudios de filosof¨ªa con Mart¨ªn Heidegger, en Freiburg, publica en 1936 Esp¨ªritu en el mundo y El oyente de la Palabra; su filosof¨ªa de la religi¨®n aparece en 1941, ya en plena guerra. El fragor inhumano de ¨¦sta parece haberlas desaparecer. Esp¨ªritu en el mundo, subtitulado por el autor La metaf¨ªsica del conocimiento finito en Tom¨¢s de Aquino, es una obra paradigm¨¢tica del posterior derrotero del autor. Se trata de descubrir -m¨¢s qu¨¦ de reconciliar- la originaria relaci¨®n entre esp¨ªritu y mundo, entre medular tradici¨®n cristiana y actualidad y futuro. El autor insiste en la introducci¨®n: "Este empe?o (...) est¨¢ condicionado por la problem¨¢tica de la filosof¨ªa de hoy ( ... ) el autor no encontrar¨ªa otra raz¨®n para ocuparse de Tom¨¢s de Aquino que las preguntas que agitan su filosof¨ªa y la de su tiempo". M¨¢s gr¨¢fica y libremente: Rahner penetra lealmente por la escotilla tomista de Le¨®n XIII y P¨ªo X para -en di¨¢logo impl¨ªcito, pero real, con Kant, Hegel y ?eidegger- salir a la ancha explanada donde se prepara el edificio del Vaticano II.
Pero la obra qu¨¦ har¨¢ insustituible a Rahner ser¨¢n los 15 vol¨²menes de Escritos de teolog¨ªa (Schriften zur theol¨®gie; vol¨²menes I a XI, de 1954 a 1973; del XII al XV, de 1975 a 1982). Rahner aparece en ellos como poder teol¨®gico de sistematicidad sorprendente, incalculable, polimorfa. Al leer los primeros de esos 15 vol¨²menes, el lector percibe de inmediato que est¨¢ en obra una nueva sistem¨¢tica; que el esquema convencional de la teolog¨ªa sistem¨¢tica -lo que el propio Rahner denomina ¨¹bliche theologie teolog¨ªa convencional o seg¨²n la costumbre- salta en mil fragmentos. Pero sin quedar ni despreciada ni fuera de uso. Es precisamente el car¨¢cter expansivo de eso mil fragmentos lo que revela mejor que nada la incre¨ªble flexibilidad y poder sistem¨¢ticos de ese servicio teol¨®gico e intelectual que Rahner rinde a la comunidad de fe, a la Iglesia y al mundo cultural.
Un vasto campo de intereses
Apenas hay un tema cl¨¢sico en teolog¨ªa del que Rahner no haya hecho una relectura desde el contexto de problemas y lenguajes que son los nuestros. Apenas hay desaf¨ªo cultural contempor¨¢neo al que Rahner no haya, intentado aportar la centellita de la fe y el tanteante discurrir teol¨®gico, aunque haya de confesar que aqu¨¦lla se siente desnuda y ¨¦ste desafiado.
Apenas hay tambi¨¦n estancia entra?able a la piedad cristiana que el te¨®logo alem¨¢n no haya intentado reamueblar con sensibilidad tan contempor¨¢nea como piadosa. Valgan de ejemplo algunos t¨ªtulos. Para la primera clase de temas, el inolvidable Dios en el Nuevo Testamento, tan re-citado, o Cristolog¨ªa en el interior de una cosmovisi¨®n evolutiva, o La incapacidad para la pobreza en la Iglesia. Para la segunda clase de temas, La mujer en la nueva situaci¨®n de la Iglesia, La bomba at¨®mica y el cristiano, Ate¨ªsmo y cristianismo impl¨ªcito, En la situaci¨®n de los jesuitas tras las dificultades con el Vaticano. Para la tercera clase de temas, Teolog¨ªa de la Navidad, Tertulia vespertina sobre el sue?o, la oraci¨®n y otras cosas, El sentido teol¨®gico de la devoci¨®n al Coraz¨®n de Jes¨²s, Sobre la espiritualidad ignaciana del gozo del mundo...
J. B. Metz ha expresado muy bien, en su Laudatio con motivo de los 70 a?os de Rahner, la exactitud, el rigor y la vida de esta nueva forma de hacer teolog¨ªa. Para Metz, la gran aportaci¨®n de Rahner es esa s¨ªntesis entre poder sistem¨¢tico y vida, s¨ªntesis hecha no en inter¨¦s de los cultivadores preciosistas de la teolog¨ªa, sino como servicio energetizante de la teolog¨ªa de gran escuela que se acredita precisamente en su capacidad de acompa?amiento incesante a la vida en su dificultad, en sus desaf¨ªos, en sus dichas y esperanzas, en su base. Y el destino del te¨®logo que consigue la s¨ªntesis entre teolog¨ªa y vida -perm¨ªtaseme a?adir a m¨ª- es ser heredado por la Iglesia misma que suscit¨® su vida y trabajo, aunque a veces refunfu?e al ser servida y haga, padecer al te¨®logo un precio caro hasta que su obra deviene calidad nueva en el proceso hist¨®rico del pueblo de Cristo.
Precisamente en el volumen V de los Escritos de teolog¨ªa aparece una sobria pero decidora cicatriz de esos costos que paga el te¨®logo libre y a la vez leal. "Este volumen", escribe Rahner en la introducci¨®n, est¨¢ dedicado a la Asociaci¨®n Paulus y, sobre todo, a sus dirigentes. Gracias a ellos he vuelto a repetir la experiencia: 'Un amigo fiel es un castillo roque?o (Ec., 6, 14)'". En la primavera de 1962, el dicasterio romano, llamado entonces Santo Oficio, hab¨ªa sometido al te¨®logo a la censura previa, "de modo que sin la aprobaci¨®n de la autoridad romana no pod¨ªa hablar ni escribir". Doscientos cincuenta cient¨ªficos y personalidades de la vida p¨²blica alemana -entre los que se contaban P. Martini, H. Schaefer, K. Adenauer, E. Kelner- presentan al Papa un escrito manifestando su extra?eza ante esta conducta con el hombre cuya reflexi¨®n les sirve de puente entre la secularizante cultura contempor¨¢nea y su fe. Cu¨¢ndo aparece el sexto volumen, el silencio administrativo no se ha roto, pero la previa censura ha quedado tambi¨¦n sin valor, porque Rahner ha sido ya nominado te¨®logo de la comisi¨®n previa que prepara el Vaticano II. La Iglesia comienza a heredar al hijo de sus trabajos y el trabajo de su hijo.
Efectivamente, con Y. Congar, H. de Lubac, J. Courtney Murray, J. M. Gonz¨¢lez Ruiz, E. Schilleebeeck y tantos otros, Rahner forma parte de esa elite teol¨®gica que ha merecido el nombre no de padres conciliares (que lo fueron y lo son los obispos), pero s¨ª de padres del Concilio, el evento cat¨®lico m¨¢s considerable de todo el siglo XX, al menos hasta ahora. A partir de entonces y hasta la muerte del cardenal D?pfner, el anterior presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, y hasta la aparici¨®n del libro El cambio estructural en la Iglesia, Rahner es casi el mimado, aunque cr¨ªtico te¨®logo oficial del episcopado alem¨¢n.. Al aparecer este ¨²ltimo libro, extraordinariamente sagaz, pero que hace aflorar y analiza las razones de un descontento, la Iglesia alemana lo deja caer sin comentarios. Casi coincide con su 70? aniversario. El te¨®logo permanece en su fidelidad y ensu libertad, y crece en su humor, ¨¦se que era para S. Kierkegaard la gran categor¨ªa de la vida escondida en la sorna de Dios. Por entonces celebraba tambi¨¦n los 100 a?os de su longeva madre, y el te¨®logo nos dec¨ªa: "Mi madre me ha dicho: Carlos, t¨² y yo ya no pertenecemos a este siglo". Y por ello se negaba ya a decirnos c¨®mo hacer teolog¨ªa. "No s¨¦ deciros qu¨¦ hay que hacer. Haced quiz¨¢ como yo hice: desde la fe dialogad y confrontaros con el esp¨ªritu de vuestro tiempo". A pesar de todo, desde la sorna de Dios, K. Rahner ha seguido viviendo teol¨®gicamente...
es religioso jesuita.
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