Max Frisch habla en Madrid con estudiantes sobre 'Ia esperanza que se desvanece'
El autor aconseja "jugar al tenis o comer bien" para adaptarse al mundo
El novelista y dramaturgo suizo Max Frisch, autor de Homofaber, No soy Stiller o Andorra, acudi¨® ayer a la facultad de Filosof¨ªa de la Complutense para intervenir en un coloquio. Frisch habl¨® de la responsabilidad del escritor ante la sociedad y de la incertidumbre del futuro del mundo actual. "La esperanza se desvanece", dijo el esc¨¦ptico escritor, que apunt¨® ir¨®nicamente como sistemas de adaptaci¨®n el dedicarse a ?jugar al tenis o a comer en buenos restaurantes".
Max Frisch se mostr¨®, desde el primer momento, interesado en discutir sobre la responsabilidad del escritor ante la sociedad y plantear su cambio de postura al respecto. "Los impulsos que empujan a escribir son muy distintos y se equilibran entre ellos", explic¨® antes de abrirse el debate. "Hay un primer impulso, muy primitivo, que es el del juego o la imitaci¨®n; el mismo que empuja a un ni?o. El segundo es el m¨¢gico, esa necesidad de fijar lo que nos preocupa, como hicieron los hombres de las cuevas de Altamira. Un tercer impulso es la conciencia del desvanecimiento de las cosas; la necesidad de quedar. Un cuarto impulso es el de comunicarse, lo que en esta sociedad es cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil. Yo s¨®lo empec¨¦ a pensar en mi responsabilidad como escritor cuando comprob¨¦ que ten¨ªa lectores. Lo interesante ser¨ªa saber cu¨¢l es el equilibrio entre todos estos impulsos, pero he de decir que ni siquiera lo s¨¦; sospecho que, ahora que tengo m¨¢s de 70 a?os, escribo por el impulso m¨¢s primitivo: el de jugar. Un amigo m¨ªo, muy viejo, nos repet¨ªa en la cama, cuando se estaba muriendo, que s¨®lo quer¨ªa jugar".El p¨²blico -unos 300 j¨®venes que abarrotaron la sala de grados- acogi¨® los planteamientos e iron¨ªas de Frisch con respeto e hilaridad, respectivamente. El novelista y dramaturgo suizo -muchos de los presentes eran tambi¨¦n suizos o alemanes-, utiliz¨® en todo momento un lenguaje did¨¢ctico y ameno a?adiendo casi siempre a sus exposiciones un peque?o ejemplo a modo de coletilla que clarificaba y distend¨ªa. "Quisiera hablar aqu¨ª de la funci¨®n de la literatura en la sociedad", dec¨ªa. "De si vale para algo o es, simplemente, arte. He de decir que mis ideas al respecto han cambiado con el tiempo. Ya no creo ahora que la funci¨®n de la literatura tenga una relaci¨®n directa con la pol¨ªtica. Brecht luch¨® contra la burgues¨ªa, pero cuando se estren¨® una obra suya en el Piccolo Teatro de Mil¨¢n, el p¨²blico, cargado de oro y perlas, estaba encantado".
"En cuanto a mi biograf¨ªa no tengo nada interesante que decir, sencillamente porque no es interesante", dijo Frisch. "La m¨ªa es una biograf¨ªa burguesa. Pertenezco a una generaci¨®n que tuvo la oportunidad de venir a Espa?a a luchar en la guerra civil. No es mi caso. Estudi¨¦ arquitectura y tuve un estudio hasta que, cuando ten¨ªa 40 a?os, lo dej¨¦ porque pagaba a los empleados con lo que ganaba en el teatro".
El escepticismo del escritor estuvo siempre patente. Cuando un joven le pregunt¨® el porqu¨¦ de seguir escribiendo si no existe el futuro, Frisch sorprendi¨® a los presentes afirmando que ante la incertidumbre de que el mundo se va a acabar hay muchas posibilidades de adaptaci¨®n, para continuar: "Se puede jugar al tenis o dedicarse a ir a buenos restaurantes. Muchos j¨®venes acuden a la droga. Pero tambi¨¦n hay otra posibilidad, que es la de tener valor ante el miedo, porque puede ser que los cohetes se mojen al caer al mar y que no pase nada" (risas). "Lo digo en serio".
La incertidumbre del futuro, tema que obsesiona a Frisch, fue causa tambi¨¦n del momento m¨¢s pesimista del coloquio, cuando un joven le pregunt¨® si esa necesidad de "agarrar lo que se desvanece" se refer¨ªa a "la energ¨ªa del propio autor". "Creo que es la pregunta central de esta reuni¨®n. Por primera vez en la historia nos encontramos en una situaci¨®n en la no sabemos si va a haber un despu¨¦s; si dejamos documentos para la posteridad. La esperanza se desvanece".
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