Simb¨®licas brujas
Akelarre.Director: Pedro Olea. Gui¨®n: Olea y Gonzalo Garaicoechea. Fotograf¨ªa.- Jos¨¦ Luis Alcaine. M¨²sica: Carmelo A. Bernaola. Int¨¦rpretes. Mari Carrillo, Silvia Munt, Walter Vidarte, Patxi Bisquert, I?ani Miram¨®n, Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Javier Loyola. Espa?ola, 1984. Drama.
Locales de estreno: Pompeya, Gayarre, Sainz de Baranda.
Las brujas, vistas desde dentro o, lo que es lo mismo, desprendidas de su posibilidad m¨¢gica y enlazadas en la historia por intereses de clase. En Akelarre no existen brujas reales, sino s¨®lo su mito. Aunque la mayor parte de los habitantes de ese peque?o pueblo navarro del siglo XVII cree en su existencia, ellas mismas se saben inocentes. Lo que las presenta como distintas, como candidatas al castigo, es su diferenciaci¨®n cultural, el respeto a sus viejas tradiciones que fueron canceladas por los cat¨®licos castellanos y perseguidas.
Olea, en la pel¨ªcula que rueda tras siete a?os de inactividad creativa, ha vuelto a utilizar ese tono distanciado, s¨®lido y cl¨¢sico de sus filmes anteriores (Tormento; Pim, pam, pum, fuego; Un hombre llamado Flor de Oto?o, entre otros). En esta nueva obra expone con detalle los datos que convencen al se?or feudal para utilizar el mito de las brujas contra los campesinos que se le rebelan. Es una cr¨®nica hist¨®rica que coincide con aspectos de la realidad y ofrece ante todo un claro car¨¢cter parab¨®lico: ese enfrentamiento entre dos mentalidades y el abuso de poder de una de las facciones para imponerse sobre la que desprecia tiene una triste perennidad. Y en el centro, con la Iglesia, manipuladora y ciega, quemando a los hombres y a las mujeres que no profesan sus creencias.
Con brillante fotograf¨ªa de Jos¨¦ Luis Alcaine y una sensible partitura de Bernaola, Akelarre cuenta adem¨¢s con un muy buen trabajo actoral de Mari Carrillo, Silvia Munt, Walter Vidarte e I?aki Miram¨®n: cada uno de ellos interpreta su personaje con sinceridad, con br¨ªo, especialmente Mari Carrillo, si se recuerda el fuerte aplauso que se le tribut¨® en Berl¨ªn cuando, tras la proyecci¨®n, apareci¨® en el escenario.
El resultado de la pel¨ªcula es, pues, preciso: un trabajo profesional hecho con inteligencia, que se traduce en la creaci¨®n de una atm¨®sfera a ratos fascinante y en todo caso sugestiva.
Los aspectos que puedan reproch¨¢rsele a Akelarre nacen de su respeto por los moldes cl¨¢sicos de la narraci¨®n; en este caso por su traducci¨®n a t¨¦rminos de tierra que no favorecen vuelos imaginativos. Los guionistas han optado por la precisi¨®n en los apuntes del relato antes que por su transformaci¨®n creativa. Los hechos que suceden son fundamentalmente los que se presencian: la sugerencia se deja en un segundo plano. A este respecto el trabajo interpretativo de L¨®pez V¨¢zquez, Loyola o Rotaeta dejan poco campo a lo imprevisto.
Olea sigue trabajando con la necesidad de controlar todos los ¨¢ngulos de la historia que narra para que el espectador se conduzca por el camino elegido en el gui¨®n. Enriquece la historia en el rodaje, creando im¨¢genes en ocasiones muy bellas, pero su capacidad de fantas¨ªa ha quedado mermada en el proyecto. Estamos ante una pel¨ªcula de enorme dignidad, solvente, cuidada, en la que los paisajes y los actores, la m¨²sica y la fotograf¨ªa, trasladan a un mundo propio en el que el posible t¨®pico queda engullido por lo ins¨®lito de su propuesta en el panorama del cine espa?ol, pero puede echarse en falta un mayor mayor giro po¨¦tico.
Babelia
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