Estados Unidos y la Unesco
Estados Unidos ha anunciado su retirada de la Unesco por dos causas: la falta de eficacia en la gesti¨®n y las tendencias que han apartado a la organizaci¨®n de sus principios originarios. En opini¨®n del autor de este trabajo, sin embargo, se debe a que en la Unesco triunfan muchas veces las tesis contrarias a las norteamericanas, por lo que esta retirada supone abdicar del esp¨ªritu democr¨¢tico y es un duro ataque a la misma Organizaci¨®n de las Naciones Unidas, aparte de que sus resultados ser¨¢n grav¨ªsimos para el mundo entero.
Cuando yo entr¨¦ en la Unesco para ocupar mi puesto en el Consejo Ejecutivo, me sent¨¦ al lado de Mrs. Gerard, embajadora de Estados Unidos. Aunque mi elecci¨®n fue hecha bajo votaci¨®n secreta, estoy seguro de que no me falt¨® su apoyo, y recuerdo muy bien c¨®mo me ayud¨® personalmente en mis primeras dificultades. Luego, por razones alfab¨¦ticas, me alejaron de mi primer asiento, pero nunca consider¨¦ significativo aquel distanciamiento f¨ªsico. Es cierto que hab¨ªa entre nosotros discrepancias importantes en la pol¨ªtica de su Gobierno y las que yo comportaba como representante del m¨ªo, pero siempre me consider¨¦ amigo suyo y nunca compart¨ª el clima antinorteamericano que se respiraba en muchos de nuestros colegas.Me considero un admirador de Estados Unidos, pa¨ªs al que viajo con frecuencia y donde tengo numerosos amigos, pero hace muchos a?os que aprend¨ª a distinguir entre el pueblo norteamericano y las directrices pol¨ªticas de algunos de sus dirigentes; de ¨¦stos puedo discrepar -en ocasiones, profundamente-, pero siempre estar¨¦ al lado de aqu¨¦l. Desde luego, nunca compart¨ª ese antinorteamericanismo visceral e indiscriminado que vi en varios de nuestros colegas, orientando las discusiones de nuestra asamblea en forma excesivamente polarizada y crispada. Pero, si soy sincero, tampoco me sorprendi¨® ese clima en absoluto; es el precio que siempre paga un pa¨ªs por haber acumulado un poder pol¨ªtico y una riqueza econ¨®mica poco comunes. Aunque hace ya varios siglos que Espa?a dej¨® de ser una gran potencia, todav¨ªa quedan en el mundo pa¨ªses y personas que no nos han perdonado a los espa?oles el haber sido un gran imperio en cierto momento de nuestra historia; se cre¨® entonces lo que se ha llamado la leyenda negra, y resultado de ella fue un antiespa?olismo visceral e indiscriminado, del que quedan todav¨ªa algunos ecos... No conviene llevar demasiado lejos los sentimientos que pueda despertar esa injusticia; es el precio inevitable que paga siempre un gran pa¨ªs por el beneficio que recibe en muchos otros ¨®rdenes.
Estas consideraciones vienen a cuento del conocimiento que he tenido de la intenci¨®n que tiene Estados Unidos de retirarse pr¨®ximamente de la Unesco. En la carta que George P. Shultz ha dirigido al director general de la Unesco, s¨®lo se especifican dos tipos de causas: una, falta de eficacia en la gesti¨®n; otra, la aparici¨®n de tendencias que han apartado a la organizaci¨®n de los principios originarios enunciados en su constituci¨®n. Ambas causas son dignas de provocar un debate interno que corrija lo que deba ser corregido; pero, a mi juicio, ninguna de ellas -ni ambas juntas tampoco- justifican la decisi¨®n de retirarse por parte de Estados Unidos. En cualquier caso, no me cabe la menor duda de que el Gobierno estadounidense debe sentirse muy identificado con ellas para haber tomado una decisi¨®n de tan extraordinaria importancia, y resulta muy dif¨ªcil contradecir a alguien tan fuertamente pose¨ªdo de la convicci¨®n de que su decisi¨®n es correcta y est¨¢ suficientemente justificada. Me temo, sin embargo, que no ocurre lo mismo en lo que concierne a las repercusiones y consecuencias de esa decisi¨®n. El Gobierno norteamericano conoce muy bien las causas de ¨¦sta, desde luego, pero tengo la impresi¨®n de que no es tan consciente de los no menos extraordinarios efectos que pueda tener en el panorama mundial. Por eso, me voy a permitir llamarle la atenci¨®n sobre este punto.
La aportaci¨®n norteamericana
Como es bien sabido, Estados Unidos aporta un 25% al presupuesto de la Unesco, y, como tambi¨¦n se sabe, una gran parte de ese presupuesto va destinado a campa?as de alfabetizaci¨®n y a proyectos de investigaci¨®n en pa¨ªses del Tercer Mundo, con lo cual resultar¨ªa que los primeros que se ver¨ªan negativamente afectados por la medida ser¨ªan los pa¨ªses m¨¢s pobres y aquellos que m¨¢s necesitan de la ayuda de los poderosos del planeta. Esta consecuencia pr¨¢ctica inmediata no ser¨ªa, sin embargo, lo m¨¢s grave de la medida, pues a¨²n peor ser¨ªa el ejemplo moral que se desprender¨ªa de la misma: la actitud de insolidaridad practicada como norma de conducta internacional por el pa¨ªs que mayor responsabilidad tiene en la palestra internacional y el ejemplo moral que se desprende de la misma. Si instituimos el principio de insolidaridad como pauta en las relaciones internacionales y ese ejemplo cunde en el resto de los pa¨ªses, las perspectivas de la humanidad, ya de por s¨ª muy inquietantes en este momento, se har¨ªan verdaderamente siniestras.
Al mismo tiempo que el triunfo de la insolidaridad, la medida de retirarse de la Unesco supondr¨ªa una actitud antidemocr¨¢tica, contraria a los m¨¢s profundos ideales norteamericanos. Existe la opini¨®n, bastante compartida por los colegas con quienes he hablado y ampliamente difundida por los medios de comunicaci¨®n, de que Estados Unidos se retira de la Unesco porque pierde gran parte de las votaciones en un foro internacional donde no goza del derecho de veto, como en la ONU . Se desprende de ello que Estados Unidos s¨®lo admite la pr¨¢ctica democr¨¢tica en los organismos internacionales cuando favorece a sus propios intereses y que est¨¢ dispuesto a llegar al bloqueo pol¨ªtico y al boicoteo econ¨®mico si eso no ocurre. Una vez m¨¢s, el ejemplo moral y la imagen que se desprenden de dicha decisi¨®n resultan altamente perjudiciales no ya para todos los pa¨ªses miembros de la Unesco, sino para el mismo pa¨ªs, que toma una decisi¨®n tan contraria a los altos ideales pol¨ªticos que dice defender y de los que se considera l¨ªder mundial.
Ahora bien, con ser estos efectos grav¨ªsimos, no son los peores, pues he dejado para el final de este escrito el que considero m¨¢s nefasto de todos. Me refiero ahora al mismo sentido pol¨ªtico de la medida en cuanto tal. Al ser la Unesco una pieza clave del sistema de las Naciones Unidas, que constituye el nervio de las actuales relaciones internacionales, basadas en la famosa Carta de San Francisco de 1945, la retirada de Estados Unidos supone un golpe dur¨ªsimo contra el actual equilibrio en las relaciones internacionales, poni¨¦ndonos al borde de la ruptura. Es verdad que Estados Unidos paga un precio muy alto en la Unesco, pero no es menos cierto que ese precio recoge frutos indudables: se aminora la pobreza, se palia la injusticia, se crean lazos de solidaridad y de amistad entre los pueblos, se introduce un cauce de di¨¢logo que canaliza las diferencias y los enfrentamientos, se promueve la investigaci¨®n com¨²n a trav¨¦s de instituciones y organismos internacionales, se estimulan los intereses y los sentimientos que promueven la participaci¨®n y el intercambio entre los pueblos; en una palabra, se favorecen todas las iniciativas que conducen lentamente, s¨ª, pero irrevocablemente tambi¨¦n, a que la humanidad -en cuanto uni¨®n de todos los hombres y los pueblos que aspiran a la libertad, a la justicia y a la paz- sea un ideal cada vez menos imposible.
Las Naciones UnidasNo quisiera terminar este escrito sin dejar sentir mi opini¨®n sobre un punto que considero de la m¨¢xima importancia. La retirada de la Unesco no es s¨®lo, ni principalmente, un duro ataque a dicho organismo en cuanto tal, sino al conjunto de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas, en cuanto instituci¨®n que tiene como fundamento filos¨®fico-pol¨ªtico esencial el principio de la universalidad del sistema. La retirada de Estados Unidos supondr¨ªa un golpe asestado a dicha universalidad, lo que har¨ªa tambalear no s¨®lo el actual equilibrio internacional, sino los mismos cimientos en que se basa.
Estoy seguro de que no son ¨¦stas las consecuencias queridas por el Gobierno de Estados Unidos al tomar una medida semejante. Sin duda, llevado de los agravios antinorteamericanos, de los efectos de la crisis econ¨®mica, de la exasperaci¨®n electoral quiz¨¢, se ha dejado arrebatar por un impulso en el que, siendo muy consciente de las causas de la decisi¨®n, no ha ponderado suficientemente los efectos de la misma. Conf¨ªo en la embajadora Mrs. Gerard como persona que ha demostrado reiteradamente su sentido humano con los colegas de la Unesco. Conf¨ªo tambi¨¦n en la sabidur¨ªa de su Gobierno y en la capacidad de reflexi¨®n y de reconsideraci¨®n de las propias decisiones de que ha dado pruebas en otros momentos. Y conf¨ªo, muy firmemente tambi¨¦n, en que la personal influencia de todo el Consejo Ejecutivo y el sentido de la persuasi¨®n de su embajadora hagan el correspondiente milagro que permita a Estados Unidos continuar su importante tarea en la Unesco.
es miembro representante de Espa?a en el Consejo Ejecutivo de la Unesco.
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