El debate

Un debate televisivo con perspectiva electoral, como el que ofreci¨® La clave en la divisoria del viernes a s¨¢bado, merec¨ªa un planteamiento y atenci¨®n que, desafortunadamente, los responsables y el conductor del programa no atinaron a darle. Se trataba de ofrecer a una excepcional audiencia de p¨²blico una confrontaci¨®n dial¨¦ctica ordenada bajo las coordenadas de la objetividad y el equilibrio que hubiera permitido aflorar aspectos pol¨ªticos de importancia para el elector catal¨¢n.No se pretende magnificar aqu¨ª el debate en cuanto a la resultante en las urnas. La opci¨®n electoral es m¨¢s bien insignificante, puesto que muchas fidelidades de partido se remontan mucho m¨¢s all¨¢ de los problemas pol¨ªticos en cuesti¨®n que afloraron desde los estudios de San Cugat. ( ... )

Los aspectos serios y dignos de la vida no deben nunca asainetarse, pero tampoco ser reducidos al rid¨ªculo de una tertulia de amiguetes cual si se tratara de aportar lo m¨¢s ingenioso o llamativo de cada uno de los presentes. No es tolerable, por eso mismo, la inhibici¨®n absoluta de que hizo alarde el se?or Balb¨ªn en la moderaci¨®n del debate situ¨¢ndose en una c¨®moda y privilegiada butaca de fila cero. Equilibrio, en este caso, significa la aportaci¨®n de un importante esfuerzo para que todos tengan un tratamiento justo y la misma oportunidad razonable de que sus argumentos puedan ser captados. Y el telespectador asisti¨®, en cambio, al espect¨¢culo de la impavidez ante flagrantes abusos vocales, irrupciones inmoderadas y retenciones sistem¨¢ticas del uso de la palabra. ( ... )

18 de marzo