La Iglesia y el Estado libran en Polonia la guerra de los crucifijos
La llamada guerra de los crucifijos, el conflicto por la retirada de las cruces en las aulas de una escuela de agricultura de Mietne, localidad a 65 kil¨®metros de Varsovia, supone una dificultad para las relaciones entre la Iglesia cat¨®lica y el r¨¦gimen socialista cuando estaban en marcha importantes acuerdos. Garwolin es una peque?a ciudad de 13.000 habitantes que ha saltado a la Prensa mundial con ocasi¨®n del conflicto en el pueblo vecino de Mietne, donde los alumnos de la escuela de agricultura boicotearon a principios de mes las clases para protestar por la retirada de los crucifijos de las aulas.
Las autoridades provinciales acordaron clausurar la escuela el 7 de marzo y suspender las clases, y los alumnos abandonaron Mietne hacia la vecina Garwolin, donde, a las 10 de la noche, las campanas empezaron a tocar a rebato durante una hora, en medio de la oscuridad, para llamar a los vecinos. Por la zona patrullaban unidades de polic¨ªa. Desde aquella fecha, la escuela permanece cerrada y el conflicto est¨¢ abierto entre las autoridades eclesi¨¢sticas, que apoyan la protesta de los alumnos, y el Gobierno, que sostiene el principio de la neutralidad religiosa de los centros de estudio y de trabajo.El martes, a las tres de la tarde, se celebr¨® una misa en Garwolin, celebrada por el obispo de la di¨®cesis de SiedIce, Jan Mazur, asistido por dos sacerdotes. La sacrist¨ªa es un bullicio de curas llegados de parroquias bastante lejanas.
Las cruces motivo de la controversia est¨¢n instaladas en el altar mayor de la iglesia parroquial, sobre un pa?o con los colores nacionales de Polonia -rojo y blanco- y un texto de letras doradas que dice: "No hubo lugar para t¨ª, Cristo, en nuestra escuela". La iglesia se llena con unas 1.000 personas, j¨®venes de la escuela de Mietne en su mayor¨ªa, que llevan cruces en el pecho y en las manos.
"Devu¨¦lvenos la libertad"
Un grupo de dos chicos con guitarras y una chica cantan canciones de ritmo juvenil. Todas corean el texto que dice: "Oh Mar¨ªa, madre de Polonia, devu¨¦lvenos la paz y la libertad. Escucha el llamamiento de este pueblo que se llama Polonia". El obispo empieza su serm¨®n con el ruego: "Pidamos a Dios que la cuesti¨®n de las cruces se resuelva seg¨²n los deseos de la mayor¨ªa de nuestro pueblo". El obispo Mazur lleg¨® a Garwolin tras haberse entrevistado por la ma?ana, en Varsovia, con el ministro de Culto, Adam Lopatka, sin que hubieran llegado a un acuerdo. El obispo dijo en el serm¨®n que no ser¨¢ necesaria la firma de una declaraci¨®n de obediencia que exig¨ªan las autoridades para reanudar las clases. En el tema del retorno de los crucifijos a las aulas no ha cedido el Gobierno.En un confuso serm¨®n, el obispo habla de que la igualdad la trajo al mundo Jesucristo, no la Revoluci¨®n Francesa, y habla de los hombres que se dejan arrastrar por el alcoholismo y de las mujeres embarazadas que no renuncian a la nicotina. Luego Mazur argumenta, con la declaraci¨®n de derechos humanos, el derecho a manifestar los sentimientos religiosos sin molestar al pr¨®jimo", y asegura que .no nos opondr¨ªamos si los musulmanes quisieran colocar la media luna en la escuela".
El obispo apela para que se reclamen los derechos humanos sin violencia. "Nunca recurriremos a la fuerza, recordemos lo que dijo Jes¨²s a San Pedro: "Guarda la espada en su funda". Al concluir la misa, un sacerdote lee desde el altar mayor una larga serie de mensajes de solidaridad de diferentes puntos de Polonia: "No desist¨¢is, en nombre de la Virgen Mar¨ªa; ayudad a defender la cruz", "Fuerza y perseverancia", "El moderno Judas nos ha quitado la cruz".
El acto concluye con el canto patri¨®tico-religioso que concluye con la frase: "Devu¨¦lvenos, Se?or, la patria libre", en vez de la frase "Bend¨ªcenos, Se?or, la patria libre". El obispo canta tambi¨¦n la frase modificada, mientras la mayor¨ªa de los asistentes hace la V de la victoria.
Por la sacrist¨ªa, un grupo de chicas redacta una carta al Papa en la que explica el desarrollo del conflicto de Mietne y "rogamos a Su Santidad el apoyo moral y la bendici¨®n apost¨®lica". Juan Pablo II, terci¨® ayer en la pol¨¦mica al apoyar la posici¨®n del Episcopado y asegurar y cit¨® frases del ¨²ltimo comunicado de los obispos, como el que asegura que "la sociedad cat¨®lica desea que la cruz est¨¦ presente en los lugares de educaci¨®n de la juventud".
El conflicto permanece abierto cuando la Iglesia y el Estado estaban en v¨ªas de Conseguir un acuerdo que podr¨ªa llegar al reconocimiento de la Iglesia como persona jur¨ªdica y la firma de un concordato con la Santa Sede, que ser¨ªa el primero con un Estado de socialismo real. Tambi¨¦n est¨¢n en marcha negociaciones para una fundaci¨®n que administre el "fondo de los obispos destinado a la agricultura".
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